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Era el segundo día de clases de Draco después de haber faltado por más de dos meses.

Realmente extrañaba ver todos los días a sus amigos.

Estaba hablando con Pans, o mejor dicho escuchándola cómo ella hablaba sobre cómo le había encantado la nueva colección de su madre, cuando se detuvo abruptamente al llegar a su pupitre y ver lo qué había.

Se acercó para ver una cajita con fresas glaseadas de color amarillo, su sonrisa se agrandó al ver cómo un girasol, su flor favorita, estaba posicionado en la parte de abajo.

Levantó su mirada para ver sí había alguien más, o alguien qué pareciese sospechoso y suspiró derrotado cuando vio qué ya todo el curso estaba dentro y se le iba a hacer imposible detectar a una sola persona.

— Pans, no sabes quién fue? —preguntó, tratando de ocultar su emoción.—

— Oh, claro qué lo sé, bebito. —le dijo con cariño la pelinegra al ver la emoción de su amigo, mientras acomodaba pequeños mechones de sus cabellos.— No pasa nada aquí sin qué yo no me entere.

— Dime, te lo suplico. —tomó la mano qué estaba en sus cabellos, y comenzó a moverla frenéticamente haciendo qué su amiga sonría divertida.—

— No te lo diré, y ya cállate qué llegó la profesora.

El platinado bufó ofendido y se acomodó en su lugar con los brazos cruzados, y un puchero inconsciente en sus labios, el cuál se borró al recordar sus fresas, las cuales comenzó a comer con una explosiva felicidad.

Harry llegó diez minutos antes de qué sonase la campana, no había nadie en el salón aún, nisiquiera Hermione estaba allí.

No le dio mucha atención y sacó la caja con fresas glaseadas qué le había pedido a su madre qué le haga la tarde anterior.

Con todo su paciencia y cariño, acomodó las fresas sobre el banco del chico, y cuándo terminó se fue corriendo rápidamente a sentarse en su lugar, al darse cuenta qué el tiempo se le había ido y todos sus compañeros estaban ingresando al salón.

Harry agradecía a todos sus ancestros de qué nadie se había percatado de lo qué estaba en el banco de cierto platinado.

— Hey, por qué tan celoso, hermano? —le preguntó un Ron de mejor humor qué el de ayer, mientras se sentaba a su lado.—

— Empecé con mí plan. —le contestó en un susurro, poniéndose nervioso ya qué vio llegar al moreno amigo de su crush.—

— Sinceramente es demasiado cursi hasta para ti. —dijo burlon el pelirrojo, viendo la empalagosa caja.—

— Nunca nada es suficientemente cursi cuando se trata de Draco Malfoy. —le corrigió con el ceño fruncido.—

— Claro qué sí.

— No.

— Qué sí.

— Qué no.

Su próxima discusión fue interrumpida por una alegre Daphne qué abrazó por los hombros a Harry, besando su mejilla apesar de sus quejas.

— Vi lo qué le diste. —hablaba emocionada mientras se sentaba a su lado.— Es lo más bonito y tierno qué vi.

— ¿No te parece cursi? —le preguntó Ron, frunciendo el ceño.—

— Para Draco eso seria soft, no cursi. —le contestó llamando la atencion de su mejor amigo.—

— Explícame qué es soft.

Su amiga le empezó a explicar lo poco qué sabía sobre el significado de esa moderna palabra, sin embargo se vio interrumpida cuándo se dio cuenta de qué su amigo no le estaba prestando atención.

Dio media vuelta para ver a quién veía, aunque le parecía muy obvio quien era.

Con una sonrisa burlona en su rostro, se acercó hasta Draco quién estaba sentado comiendo felizmente sus fresas, mientras fulminaba con la mirada a Pansy la cuál solo lo ignoraba.

Harry vio indignado cómo la qué decía ser su mejor amiga le daba un beso en la mejilla a su mayor crush, mientras fingía sorpresa por el regalo.

El pelinegro agudizó su oído para oir su conversación.

— Wow, Draco, son muy bonitas. —dijo viendo las qué aún quedaban en la caja.—

— Sip, encima es de uno de mis colores favoritos. —exclamó emocionado, presumiendo sus fresas.— Me hacen acordar a las qué mí abuela me hacía.

— Oh, la qué fuimos a ver el otro día? —le preguntó mientras acomodaba algunos mechones de su cabello.—

Harry no sabía sí matar a su amiga, o agradecerle ya qué el platinado se veía muy bonito.

Él era bonito.

— No, mí abuela qué vive en Francia. —le contestó dándole un beso en la mejilla.— Será mejor qué te sientes, Daph, la profe ya llegó.

La rubia le hizo caso, al mismo tiempo qué saludaba a Pansy y se fue a sentar con su amigo, el cuál suspiraba tontamente enamorado.

Cuando la clase empezó, todos estaban en absoluto silencio, hasta qué eso se rompió por la voz emocionada y susurrante de su mejor amigo a su lado.

— Rubiecita, Draco sabe hablar francés? —le preguntó mientras la veía sin borrar su sonrisa.—

— Claro qué sabe, es su idioma fraterno. —lo vio con el ceño fruncido.— ¿Por qué?

— Oh, no, por nada.

























ᶠʳᵉˢᵃˢ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora