2.1K 268 14
                                    

Desde hace un mes Draco venía recibiendo fresas glaseadas todos los días.

Sin excepción.

Y cuando faltaba, las fresas casi por arte de magia aparecían frente la puerta de su habitación.

Diría qué le daba miedo el acoso anónimo, sin embargo no tenía corazón para decir eso al ver el esfuerzo y dedicación qué tenia esa persona para eso.

Principalmente porque se dio cuenta qué siempre las fresas, convinaban de alguna forma con la ropa qué se pondría ese día.

Eso le hizo levantar sospechas, ya qué las únicas personas qué conocían esa regla de vestimenta que su madre le imponía, eran sus amigos.

Él no se quejaba, los colores qué le exigía poner eran bonitos, todos de acuerdo a sus próximos lanzamientos y la temporada.

Por lo tanto, fue uno por uno de sus amigos, hostigandolos para qué le digan sí sabían algo, la mínima cosa.

Todos se mostraron indiferentes al tema, excepto Daphen, la cuál actuó muy rara.

— Las personas locas van a la universidad a las siete en punto, no crees?

Eso fue lo último qué su rubia amiga le dijo el viernes antes de marcharce y no contestarle ningún mensaje qué le mandó durante el fin de semana.

No era idiota, por supuesto qué había captado la indirecta.

Por algo se encontraba allí, a las siete menos cinco minutos de la mañana, estacionado su auto en el estacionamiento de la universidad.

Se bajó con algo de prisa ya qué tenía miedo qué su persona misteriosa llegase antes, sin embargo se detuvo abruptamente al ver cómo el autobús se detenía en la cuadra del frente, y de él bajaba una persona qué no lograba ver bien, ya qué aún no salía el sol, llevando una cajita blanca consigo.

Ahogó un grito emocionado, y se escondió detrás de un pilar al ver cómo la silueta, qué recién se dio cuenta tenía capucha, pasaba a unos metros suyos subiendo las escaleras con rapidez y algo de torpeza.

Lo siguió cautelosamente, viendo cómo se metía a su salón de clase. Decidido y sacando su poca valentía, carraspeo suave y se dirigió a pasos firmes hasta el salón.

La luz estaba apagada y la puerta abierta, por lo tanto esa persona qué tenía la cabeza gacha mientras veía su paquete qué ya estaba sobre su pupitre, no se dio cuenta de su silenciosa llegada.

Cuando prendió la luz, la persona con esa chamarra roja se tenso al instante, y sin atreverse a dar la vuelta habló.

— Daph, dime por favor qué eres tu.

Sonrió de medio lado al escuchar esa temblorosa voz.

La reconocía a la perfección, Harry Potter, el guapo mejor amigo de la rubia Grengrass.

Él lo conoció cuando era un infante, estando en secundaria, recordaba cómo Daphne le relataba sus hazañas de guerra contra los brabucones qué molestaban a su amigo.

Un día, ya cansado de hablar de ese chico sin saber cómo lucia, le pidió qué le muestre una foto.

Le pareció muy bonito, sus pequeños labios, sus ojos esmeraldas qué brillaban con timidez y algo de gracia, y sobre todo su cabello pelinegro descontrolado.

Salió de su repentina ensoñación, cuando Potter giró lentamente sobre sí con cara de haber visto un muerto, sin embargo esta cara de empeoró cuando lo vio a él parado bajo el marco de la puerta con una sonrisa de medio lado.

No esperó mucho, acercándose a pasos lentos sin borrar su sonrisa, hasta su pupitre, donde su sonrisa se convirtió en genuina al ver qué esas hermosas fresas estaban acompañadas de una notita.

La abrió emocionado, bajo la mirada de un pelinegro qué en cualquier momento se largaba a correr, y se digno a leerle pausadamente.



Je te laisserai des most
en desseous de ta porte

En desseous de la lune qui chante

Tout pres de la place ou tes pies
passent

canche dans les trous de temps
d'hiver

et quand tu es seule pendant un instant...

embrasse moi.<3




Draco sintió sus ojos picar.

Nunca en su vida alguien había hecho algo tan hermoso para él, con tanto sentimiento.

Estaba acostumbrado al interés de las personas, del sentirse usado solo para beneficio ajeno.

Por lo tanto no lo pensó demasiado cuándo saltó a los brazos del moreno qué jugaba nerviosamente con sus dedos, dejándolo completamente descolocado.

Draco se negaba a soltarlo y Harry se negaba a dejarlo caer.

Por lo tanto, el pelinegro no lo pensó demasiado cuándo se dejó llevar y rodeó la cintura del platinado, quién afianzó el agarre y soltó una pequeña risita qué hizo derretir de amor a Harry.

Cuando escucharon a alumnos comenzar a llegar, Malfoy se separó con mucha fuerza de voluntad de Harry.

Colocó su mano en su mejilla, sin separarse del abrazo, acariciando su acaramelada piel con su dedo, haciendo qué el pelinegro se incline hacia su toque. Una sonrisa más se dibujó en su rostro mientras dejaba un tímido beso en su mejilla, haciéndolos sonrojar a ambos.

— Creo qué me debes una cita, Potter.

Cuando se separaron, pudieron escuchar a los amigos del platinado y el moreno pronunciar un dramático "¡Por fin!" el cuál ignoraron ya qué estaban demasiados ocupados lanzándose miradas y sonrisas.


















Traducción:

te dejaré algunas palabras
en tu puerta

debajo de la luna cantando

cerca del lugar donde pasan
tus pies

escondido en los agujeros del
invierno

y cuando estés solo por
un momento

besame.<3

Canción: je te laisserai de most -
Patrick Watson.

ᶠʳᵉˢᵃˢ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora