❄Extra 2: Aniversario

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-Ya deja de llorar y comer helado, KyungSoo, no te hace bien.

-Es que no lo entiendes, Minnie, ¡JongIn olvidó nuestro aniversario! -luego de decir eso el castaño rompió en un llanto mucho más fuerte mientras se llevaba una cucharada de la helado aún más grande a la boca.

El pelirosa lo miró con tristeza.

-Mocoso, JongIn jamás olvidaría una fecha tan importante. Puede que esté ocupado o que le haya salido algo muy urgente -trató de calmarlo, haciéndole suaves caricias en el cabello- ¡Y dame acá ese helado! ¡Ni siquiera te gusta, Soo! Sabes que no me gusta ese hábito que tienes de comer cuando estás triste.

Todo había comenzado aquella mañana, cuando MinSeok entró a la habitación de su compañero quien estaba llorando a mares, ya que no había recibido ningún mensaje de texto de su novio deseándole un feliz primer año de relación. Ahora ya eran las seis de la tarde y seguían sin ninguna noticia del pelinegro, pero MinSeok estaba seguro de que este estaba planeando algo grande. Conocía demasiado bien a JongIn, literalmente desde que eran unos pubertos hormonales y sabía que no sería capaz de olvidar algo relacionado con KyungSoo.

MinSeok se alejó de su amigo llorón y caminó hasta la sala para que este no lo escuchara hablar por teléfono.

-¿Qué sucede, Minnie? -se escuchó la gruesa voz del menor al otro lado de la línea.

-Sé que te traes algo entre manos para KyungSoo y no te voy a joder la sorpresa, pero ese niñato a llorado todo el día como una magdalena porque no te has reportado, ya sabes que se pone peor que una chica con la regla. Así que te doy una hora exacta para que te aparezcas, Kim JongIn.

El pelirosa finalizó la llamada y miró la hora en la pantalla de su celular. Si JongIn no se aparecía antes de las ocho era hombre muerto.

Afortunadamente y para su sorpresa, el chico llegó media hora después al departamento. Fue hasta la puerta y lo dejó entrar, no sin antes darle un buen golpe por haber puesto sensible a su mejor amigo. Luego se retiró a la cocina para darle espacio a los tortolitos. No tenía ganas de coger diabetes por presenciar una escena romántica y además porque le haría extrañar mucho más a JongDae, quien lamentablemente se encontraba en horas de trabajo.

JongIn se dirigió a la habitación de su novio, preparándose mentalmente para cualquier reacción que pudiese tener éste al verlo, desde un abrazo hasta una enorme cachetada.

-Gatito, estoy aquí -dijo con un tono de voz suave.

-No lo olvidaste... -al menor se le rompió el alma en trocitos cuando vio a KyungSoo con los ojitos llenos de lágrimas, se acercó de inmediato y lo estrechó entre sus brazos.

-Por supuesto que no lo olvidé, bebé. Jamás olvidaría algo tan importante para nosotros -fue repartiendo lentos besitos en todo el rostro del rubio.

-Idiota, ¿entonces por qué no me llamaste siquiera? ¿Tienes idea de cuánto lloré? -con los ojitos rojitos al igual que su naricita por el llanto, comenzó a dar suaves golpes en el pecho de su novio- Idiota, idiota, idiota. Estuve todo el día preocupado por ti -siguió golpeándolo- Idiota, idiota. Voy a terminar contigo y me iré a un convento de monjas, idiota, idiota.

El pelinegro le tomó del brazo y con una fuerza sobrehumana lo sentó sobre su regazo y juntó sus labios en un beso hambriento. KyungSoo ahogó un pequeño grito por la impresión pero se dejó llevar cuando el menor le agarró de la cintura con posesión y presionó su nuca para intensificar el roce. El castaño abrió su boca tímidamente dándole entrada a la lengua del contrario que sin dudarlo comenzó a jugar con la suya.

-Te amo más que a nada en este mundo -dijo el menor con voz jadeante- No te llamé porque estaba preparando una sorpresa para ti, tontito.

A KyungSoo se le iluminaron los ojos.

-¿De verdad?

-Sí, amor. Y creo que ya es tiempo de que la veas.

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KyungSoo iba con los ojos cubiertos por una venda, por lo que no sabía a dónde se dirigían ni que era lo que su novio planeaba. De lo único que se percató, fue que en ningún momento salieron del edificio.

Escucha el sonido de unas llaves y luego el de una puerta siendo abierta. JongIn lo ayudo a sentarse y acto seguido le quitó la venda. Le costó un poco adaptarse a la luz, pero cuando lo hizo se encontró con una mesa bien decorada y servida frente a él, pero estaba en un lugar completamente desconocido, aunque la estructura se le hacía similar a la de su departamento. El castaño estuvo pensando un tiempo mientras miraba todo su alrededor, y sus ojitos se cristalizaron al darse cuenta de lo que trataba aquella sorpresa.

-¿Enserio lo hiciste? Oh, Innie... -dijo incrédulo.

-Sí, gatito. Es todo nuestro. Aquí podremos formar nuestro futuro, podremos tener nuestra familia. ¿Qué te parece? Sonó muy cursi, ¿verdad? -apenas terminó de hablar sintió el pequeño cuerpo de su novio abalanzándose sobre él y juntando sus labios dulcemente. JongIn le correspondió con una sonrisa mientras envolvía ambos brazos alrededor de su pequeña cintura y limpiaba algunas lágrimas de felicidad que salían de los ojos de Su pequeño

-Eres increíble, Innie. Enserio no lo merezco.

-Mereces esto y mucho más, amor. Eres lo mejor que me ha pasado y te amaré por toda mi vida. Quiero estar a tu lado para siempre, que cumplamos juntos nuestros sueños, que nos casemos y tengamos muchísimos pequeños a los que cuidar.

-No existe persona más hermosa que tú en este universo. Y planeó estar contigo en esta vida y en todas las que sigan. Te amo mucho, Innie.

-Lo sé.

Y sellaron sus palabras con sus labios juntos en un suave beso, demostrándose todo el amor que sentían por el otro, y después de unos minutos decidieron comenzar con la larga noche que les esperaba, ya que aún tenían una cena pendiente y una cama nueva que estrenar.

¡Achu! ( Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora