Sarah Tanner
Años antes.
Conseguir información sobre personas que no conoces es difícil, pero si tomas la tarjeta de crédito que tu tía te ha dado para transferir un poco de dinero a un investigador que encontraste en internet las cosas podían mejorar. Era demasiado joven, pero sentía que con la soledad que me invadía más me valía hacerme a la idea de hacer cosas nuevas que nunca pensé que haría.
Espere pacientemente a que la hoja que me habían enviado por correo llegara hasta que lo hizo. La tomé con rapidez y empecé a leer toda la información desde el embarazo de mi madre biológica hasta el momento en el que me entrego en adopción. Abrí muchos los ojos cuando leí que habían nacido dos bebés, uno fue entregado a otra familia, y la otra fui yo. ¿Tenía un hermano? Trague saliva y deje los papeles encerrando con rojo la dirección de un centro psiquiátrico donde se había reportado la estadía de mi mamá biológica hace seis meses.
Quería verla, quería una mamá, no quería remplazar a mi mamá, pero necesitaba alguien que me prestara atención, que me aconsejara, que no me dejara sola. Me sentía sola, solo quería a la persona que me tuvo nueve meses, si ella me aceptaba estaría feliz, si no quería verme me alejaría.
Años después desee que nunca me aceptara, por lo que alejarme hubiera sido mi única opción. Esa era le mejor opción, que mal que no lo supe hasta después.
Tiempo actual.
Trataba de que dos horas antes de la boda que estaba organizando todo quedara completamente arreglado, no solo para poder cumplirles a ellos, también a mí, pues al entrar a este negocio me di cuenta de que dejar cada detalle con anticipación era perfecto.
Revise mesas, el bar, el escenario, el banquete y etc. Mientras la ceremonia se realizaba a quince minutos de aquí. Trataba de no presionarme o enloquecer cuando poco a poco se empezaba a llenar el gigante salón. Tomé un trago de mi botella de agua y empecé a darles órdenes a todos de lo que seguía y tenían que hacer.
Tenía a mi asistente al lado diciendo cosas y actualizándome de cada cosa. Observe como empezaron a repartir todo para darle la bienvenida a los novios, pues ellos habían demostrado el deseo en nuestras reuniones por una gran bienvenida, así que me dedique a planearla. Al momento en el que ellos hicieron su entrada el salón se llenó de júbilo y alegría.
Las bodas eran lindas. Pues admitiría que era demasiado especial ver a una pareja que se acababa de declarar su amor. Pero también trataba de dejar a un lado mi vida personal, pues veía algo a lo que yo me negué por mucho tiempo y al cual me cerraba a pensar, aun así, me gustaba admirar y sentir alegría por los demás.
La familia de cada uno tomo el escenario para dar sus felicitaciones después de que las botellas de champaña fueran servidas. Cuando el hermano del novio tomo el micrófono fue imposible no reconocerlo, pues era el mismo hombre que había llamado mi atención el recital de Tommy.