Un pequeño diario de amores frustrados

Cada minuto que no estás.

Cada minuto, ese que pasa y no estoy a tu lado, extraño con incordia el rose de tus manos, el beso primero, el ocaso perdido, el juguete de anhelo, ese roce consentido, todo eso que me recuerda a lo vivido en otro mundo, tanto así en otra vida, así de este modo, encuentro inevitable y te pido disculpas, cariño mío, si te engaño trayendo de vuelta a mis recuerdos esa imagen de ti en la que nunca exististe y me mentí para comprarme un futuro contigo, llenando mitades de mí, con esos recuerdos que ahora me flotan cada vez más lejanos, de mis momentos preciosos en los que no te escuchaba.

Te amo, eso me digo, aunque sé muy bien que solo disfruto la efervescencia de estar contigo, deseo decirte que no quisiera pasar con nadie cada segundo que comparto contigo, pero no me bastan las migajas, no me sacias las ganas, no me clavas las estacas lo suficientemente fuerte, cada una de mis noches, dulce amor tan pasajero, yo sé muy bien lo incierto del instinto uniendo nuestras manos, sin embargo, no quiero, ni deseo, postergar esta espera de tenerte junto a mis alas, y a tus delirantes labios, que son refugio a mis demonios.

Tal vez mañana, tal vez en ese día que no tema menguar mis propias llamaradas, pueda vengarte y finalmente, sacarte de mi mente.

E.V.