Capitulo 3

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Me desperté gracias al horrible sonido del despertador. Eran las 7:00 de la mañana y tenía que ir al instituto. Al maldito instituto. Con todas las fuerzas que logré juntar con mi cuerpo, me levante de la cama y camine hacia el baño arrastrando los pies con toda la flojera del mundo. Luego de un baño de 45 relajantes minutos salí del baño y me puse lo primero que agarre del armario, una remera blanca con unas vans de estampado y un jean negro. Antes de ir a desayunar seque mi pelo y lo peine con una cola medio despeinada.

Como era de esperarse mama ya se había ido a su trabajo mas temprano, así que tuve que prepararme y desayunar yo sola, cosa de que ya estaba acostumbrada. Desde que mi hermano mayor Dylan huyo de casa hace 4 años mama no es la misma. Esta mas cerrada, mas depresiva, mas distante y eso que ella era una de las personas mas felices y alegres cuando estaba con papa. Pero no quiero hablar de él, a pesar de que no lo conocí, se que abandonó a mi madre y a mi hermano cuando se enteró que ella estaba embarazada de mi y se fue a no se donde con su otra familia. Lindo, ¿No?

El timbre de la puerta sonó sacándome de mis pensamientos y supe que Grant estaba afuera esperándome para llevarnos. Es un gran amigo, siempre que le cuento mis problemas el tiene las palabras justas para hacerme sonreír.

-Hola.- Lo salude con un beso en la mejilla

-¿Lista?- Se refiere al comienzo de clases

-Eso creo, pero no estoy preparada para ver sus caras todos los días, es agobiante.- Bromee

-Pues ese sera un gran problema, sabes que estaremos encima tuyo todo el tiempo.- Guiñó un ojo y arrancó el auto, rumbo a la cárcel, mejor conocida como "instituto"

-Era de esperarse.- Reímos y nos quedamos en silencio por el resto del camino, disfrutando de la vista de la ventana.

-¿Te enteraste que entrara un nuevo a nuestra clase?- Asintió mirando el camino.- Bueno, ayer lo conocí, en la iglesia

-¿Enserio? ¿Como es?

-Lo único que puedo decirte es que es guapo, y agradable hasta donde yo se.- De reojo vi que elevó las comisuras de sus labios formando una pequeña sonrisa.

Pasamos por unos portones enormes hacia el interior donde se encontraba el estacionamiento. Divise a Lola entrando acompañada de su hermana mayor, Camille, que estaba en ultimo año. Justo un poco mas atrás de ellas, estaba Fernando, caminando solo con cara de perdido, y como buena persona que soy me decidí por acompañarlo hacia secretaría.

-Fernando.- Lo saludé

-Hola...

-Venecia.- Le recordé

-Si, Venecia, hola.- Una hermosa sonrisa salió de sus labios y yo sentía que me derretía.

-¿Necesitas ayuda?

-Si, la verdad es que no tengo idea de donde esta cada lugar y tengo que ir a buscar mis horarios.- Jugaba con sus dedos y miraba hacia el piso. No se si estaba nervioso o avergonzado o que, pero me pareció extraño ya que yo no le estaba coqueteando ni nada, no, yo no coqueteo, nunca, para nada. no.

-Te llevo hacia secretaría, sígueme.- Cuando llegamos la secretaria dijo que podía esperar afuera porque el "Señor Capri" necesitaba espacio. Ni que lo fuera a violar, mujer.

-¿Que tienes ahora?- Le pregunte apenas salio, ganándome una mirada extraña de la secretaria.

-Biología, ¿Tu?

-Gimnasia.- Mis esperanzas de que nos tocara juntos se desvanecieron en un abrir y cerrar de ojos.- Pero tranquilo, mi mejor amigo tiene Biología ahora, si quieres puedes sentarte con él y no estar solo. Su nombre es Grant.

-¿El que estaba en el auto contigo?- ¿Me había visto con él? Ojala no piense que tenemos algo

-Si, pero tranquilo, no es mi novio.- Wow, mi boca no sabe cuando callarse, ni siquiera se porque dije eso, que torpe soy. Vi su cara de confusión y me di veinte cachetadas mentales

-Esta bien, nos vemos.- Y dicho eso dio media vuelta y se marchó

Que bien Venecia, conoces a un chico lindo, te haces amiga de él, le caes bien, y luego la cagas

Mis ganas de salir corriendo eran infinitas, hasta que el timbre del inicio de clases aturdió mis odios. Genial, ahora tengo gimnasia. Definitivamente este es el peor día en la historia de los peores días. El gimnasio se encontraba en el lado sur del colegio, es decir, en la otra punta.

Lo peor de todo es que no he hablado con Lola, ni con Magui, ni con Steve. Pero Steve y Lola compartían la clase conmigo, aunque Steve debía irse con los demás hombres a entrenar, porque es el capitán del equipo de fútbol. Y no, no todas las chicas morían por él, ni era el mas popular, no salía con la capitana de las porristas. Eso solo pasa en los clichés y bueno, la vida no es un cliché.

La clase comenzó y todas ya estábamos con el equipo de gimnasia puesto, corriendo las malditas vueltas por toda la cancha, y con vueltas me refiero a 15 vueltas. El profesor Colin cree que soy algo así como su asistente y siempre me manda a buscar las pelotas, o la red de Volley, o los palos de Hockey.

-Peint, las pelotas para fútbol.- Me ordeno el profesor

-Si profesor.- Gimnasia no era mi fuerte. De verdad que me iba mal, y si no me llevara bien con Colin ni me tomara como su asistente, reprobaría la materia.

Antes de poder llegar al pequeño deposito donde se encontraban los materiales tuve una sensación extraña, como si alguien me estuviera observando desde algún lugar. Pero como no es la primera vez que me siento así, no le di mucha importancia. Metí la llave dentro del cerrojo de la puerta y antes de tomar la manija para abrirla una mano se posó en mi boca y otra en mis cintura. Me alarmé, creí que era Steve, que me había visto pasar y quería gastarme algún tipo de broma, pero no. Las manos seguían sosteniéndome y prohibiendo que un grito saliera de mi boca. Comenzó a caminar hacia la parte trasera del gimnasio, donde había una puerta que salía hacia la calle. Con todas mis fuerzas intente moverme, patear, rasguñar, gritar, liberarme, pero era inútil, me estaban agarrando demasiado fuerte. Sabía que estaba pasando, sabía que me estaban llevando, sabía que algo me iba a pasar. Sentía las lagrimas rodar por mis mejillas y la adrenalina corría por mis venas. Estaba desesperada, con pánico. Mordí con fuerza la mano y el hombre lanzo un grito de dolor, tenia voz ronca y gruesa, como de una persona grande y me dio mas miedo. En la calle estaba estacionado un auto negro, con un par de personas alrededor. No veía como eran, tenía los ojos nublados de lagrimas, pero debían ser unos 4 o 5.

- Métela, rápido.- Fue lo último que escuche antes de que la mano que sostenía mi boca se fuera y volviera apoyando un pañuelo húmedo. Me comencé a marear, no sentía las piernas y mi cabeza me daba vueltas. Mis parpados se cerraban solos y luego de unos segundos, sentí que caía dormida.



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