Sentía un par de voces pero no lograba entender que era lo que decían. Mi cabeza dolía como los mil demonios y al no poder moverme me di cuenta de que una soga me estaba sujetando completamente a una silla. Lentamente fui abriendo los ojos y observando a mi alrededor; una mesa se encontraba en el centro de esta, con una luz tenue alumbrándola y en la pared una ventana con barrotes, como si fuera una cárcel. Las voces se escuchaban fuera de la habitación, y unos pasos se hicieron presentes desde un pasillo. La puerta que estaba a mi derecha se abrió y entro un hombre con una máscara de payaso, como si fuera de un disfraz. Junto al payaso entraron otros dos hombres que lo doblaban en altura, también con máscaras pero estas eran de águilas con picos sobresalientes.
Mi primer sentimiento fue terror. Las máscaras no eran las que causaban escalofríos, si no el saber que debajo de ellas están las personas que me secuestraron.
-¿Hola?- Los enmascarados se colocaron frente a mí
-Buenos días, querida Venecia.- Un águila contesto, y su voz era como ronca
-¿Dónde estoy? ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren?- Las preguntas salían de mi boca sin permiso y mas y mas preguntas me atropellaban la mente
-Miriam.- Se limito a responder el payaso.
-¿Mi... Miriam?- ¿Mama?
-Es tu madre ¿No?
-S-si.- Yo tengo como un pequeño sentido, podríamos llamarlo como mi sexto sentido, que es que me doy cuenta cuando las personas ocultan algo, o tienen malas intenciones, y en este momento se que sus intenciones con migo o con mi madre no son las mejores
-Miriam Collins, 47 años, cabello castaño, ojos verdes, divorciada, dos hijos: Dylan y Venecia, tres hermanos ¿Qué me falta?- De todos los payasos del mundo, este era el peor. Saber tantas cosas sobre mi madre reforzaba mi sentido de que algo estaba mal, muy mal.
-No-no lo se
-Ah, sí, su trabajo. Sabes cuál es su trabajo ¿No?- ¿Qué?
-En una oficina, creo.- Los nervios me recorrían todo el cuerpo. Mi pecho subía y bajaba incontables veces y sentía pequeñas gotas de sudor bajando por mi frente. Las dos águilas salieron de la habitación, dejándonos al payaso y a mí, solos.
-Oh, sí claro, una oficina. Tu madre nunca deja de mentir. Cariño, tu madre es otra cosa, mucho peor.- Su tono era serio, como si estuviera diciéndome la verdad. Pero mi madre nunca me mintió, es imposible que trabaje de otra cosa
-¿Qué?
-Tu queridísima madre no es más ni menos que la presidenta del O.A.E.T
-¿Qué es eso?
-Es algo como un grupo de terroristas, que en vez de atacar otros países, atacan dentro del suyo.
Esa palabra quedo resonando en mi cabeza por varios segundos <terroristas>
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¿Confío?
RomanceVenecia Peint, 17 años, amigos en la escuela, considerable una chica normal. Problemas en la familia, problemas en el amor, problemas en su vida. Ella es fuerte, sabe que lograra superar todo, sabe que lograra pasar esa etapa de su vida y seguir ade...