Paso las manos por la falda, acariciando la textura del bordado plateado que adorna la tela blanca, tratando de convencerme de que esto de verdad está pasando.
Suelo coser a diario muchos de estos, igual de laboriosos, pero jamás había visto uno tan precioso como este. O sólo es que lo encuentro mucho más encantador porque sé que es mío.
Mío.
Resulta tan raro pensarlo. Pero noto una agradable sensación en la boca del estómago.
Jamás había tenido algo tan bello y elegante como un vestido como este.
—Ya está —escucho que dice Johanna detrás de mí. Siento que apoya la mano en el respaldo de la silla.
Me acomodo en el asiento acojinado y me miro en el reflejo del espejo de cuerpo completo.
Por un momento, me cuesta reconocerme.
A primera vista parezco una mujer completamente diferente a la Katniss que suelo ver al espejo a diario. Una mujer físicamente diferente a la que suele usar de esos vestidos gastados que están guardados en el armario del dormitorio.
Cualquiera podría afirmar que soy una de esas señoritas de la clase alta. Y eso, al igual que lo que mis ojos ven en el reflejo, hace que por primera vez pueda asegurar que me veo hermosa.
Johanna ha hecho un excelente trabajo recogiéndome el cabello y dejando sueltos sólo los mechones necesarios para que no parezca un peinado tan apretado.
Noto que me coloca un pequeño tocado de flores en la cabeza, y sonríe con satisfacción.
—Así, estás perfecta.
Noto su mirada satisfecha a través del reflejo.
Parece darse cuenta de algo, porque pregunta:
—¿Qué pasa?
Quiero mentir, o simplemente quedarme callada. Pero sé que me obligará a hablar de todos modos.
Suspiro, sacando todo el aire que tengo contenido en los pulmones.
—¿Y si esa mujer escribe sobre mí? —pregunto, sintiendo la preocupación concentrándose en mi estómago—. Si dice algo cruel o mete a Peeta en problemas...
Extiende la mano, mostrándome lo que parece ser un antifaz blanco de encaje con algunas plumas en un costado. Volteo a verla.
—Es una fiesta de disfraces —dice, sin inmutarse—. Nadie te reconocerá, y dudo que de verdad lo hagan. No eres tan popular en la alta sociedad. ¿Sabes?
La miro molesta, ella sólo me acerca el antifaz.
—No tienes nada que temer, sólo disfruta esta noche —asegura con una sonrisa—. Que puede que no se repita nunca más.
Me ayuda a ponérmelo, al igual que unos guantes blancos bastante delgados. Suelto el aire por la boca antes de salir por la puerta.
Me tiemblan las piernas y también las manos. No consigo controlarme.
Johanna parece notarlo, porque me toma del brazo. Y me mira, tratando de darme ánimo.
Bajamos por la escalera, y al llegar al último escalón, Peeta voltea la cabeza. Noto que me mira con verdadero asombro, y se levanta con cuidado del sillón de cuero.
Él lleva con un traje negro, con el cabello perfectamente acomodado y los zapatos impecablemente lustrados.
Sus ojos me miran de pies a cabeza, haciendo que todo el calor de mi cuerpo se me suba a la cara.

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Perfectos desconocidos [Everllark]
RomanceVersión [Everllark] [Los Juegos del Hambre] Los rumores son terribles y crueles, pero la mayoría de ellos son ciertos. O eso es lo que dicen. Nadie lo comprendería, todos juzgarían sin molestarse en buscar la historia detrás. Sólo se centrarían en e...