Capítulo 17

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La luz del sol entraba entre los huecos de los árboles, iluminando diversas zonas. Uno de estos rayos de luz se posicionó frente a los ojos de Zato, quien se despertó con dificultad. Bostezó y comenzó a desperezarse. Fuera de la cabaña se escuchaban golpes. Notó que los dos guerreros con los que había dormido ya no estaban. Estos se hallaban fuera, luchando en un uno contra uno. Zato observó con detalle aquel combate tan singular.

Bash acometía a bocajarro con varios puñetazos a su rival, quien los bloqueaba todos sin inmutarse. Hubo entonces una pausa en la que se pudo notar la fuerte respiración de Bash, aunque duró poco, pues en seguida volvió al ataque. Dio un salto contra Kera para darle una patada desde arriba, aunque fue bloqueada como si nada por la guerrera, tirándolo contra el suelo. Se levantó con gran velocidad, sin ningún indicio de querer rendirse. Bash observó su alrededor, cerró los ojos mientras respiraba profundamente y se reanudó la lucha cuando Bash decidió ir directo contra Kera. Lanzó un golpe contra ella, que ya se preparaba para bloquearlo, pero antes de que eso ocurriera, el cazador detuvo su ataque y lanzó uno sorpresa con el otro puño, directo al abdomen. Otra vez Kera lo detuvo.

—Ese sí que ha estado cerca, ¿eh? —dijo, observando su parte abdominal.

—Ya, pero este si que acertará —respondió.

En ese momento Bash, aún con las manos presas por Kera, dio un salto utilizando como punto de gravedad sus manos y lanzando desde la izquierda un golpe con la pierna que golpeó a Kera en el hombro, soltando al cazador y alejándose unos metros.

—Je, esa sí que ha sido buena —dijo mientras se quitaba el polvo de hombro—. Ahora me toca a mí.

Kera arremetió hacia Bash, quien cambió de postura a una que Zato ya había visto antes. Pierna izquierda hacia delante, pierna derecha doblada y girada noventa grados hacia fuera, mientras todo su cuerpo estaba tenso. Los brazos estaban en una posición similar a la de la otra vez, rectos y tensos, preparados para contrarrestar cualquier ataque. Era la misma postura que hizo contra él en su primer encuentro, mientras luchaban. Pero esta vez fue diferente, pues Kera dio un salto y atacó a Bash desde el aire. El cazador recibió el ataque de lleno, pero pudo bloquear a la guerrera a quien atrapó por sus manos y lanzó lejos.

Bash se acercó a Kera y le ofreció su mano para levantarla. Ella aceptó.

—Atacando eres un desastre —explicó ella—, pero a la hora de defender eres bueno y sabes utilizar contraataques. Parece que en ese sentido no has cambiado nada, solo te centras cuando quieres —se burló la guerrera.

—Muy gracioso, Kera —respondió algo ofendido Bash—. Pero al menos te he ganado en esta ronda.

—Ah, ¿sí?

Kera entonces golpeó en el estómago a Bash, que cayó al suelo del golpe. Zato entonces se acercó.

—Buenos días —dijo Zato—. ¿Entrenando?

—Algo así, aunque viendo a este debilucho no lo consideraría un entrenamiento —respondió Kera mientras observaba a Bash retorciéndose de dolor.

—¿Lleváis mucho tiempo entrenando? —preguntó por curiosidad.

—Al menos un par de horas, o eso creo... —Kera intentaba pensar en cuánto tiempo había pasado—. Bueno, al menos veinticuatro rondas ganadas por mí —terminó por decir.

—¿Habéis luchado veinticuatro veces en lo que lleváis despiertos? —preguntó Zato estupefacto ante tal cantidad.

—Pues sí —respondió extrañada—, no es para tanto.

—Para ti no es tanto después de todas las palizas que me has dado —interrumpió Bash, levantándose del suelo—. Yo mientras las he pasado canutas.

—Pero que débiles, por favor —se quejó Kera. Después de esto volvió a mirar a Zato—. Bueno, ¿quieres probar un entrenamiento contra mí? —preguntó.

Zato se asustó al escuchar la propuesta de la guerrera. Después de haber visto aquel intenso combate, lo último que quería hacer era enfrentarse a cualquiera de los dos guerreros.

—C-creo que prefiero no hacerlo —respondió tartamudeando.

—Oh, vamos, ni que fuera para tanto. —Lo agarró de la muñeca y tiró de él— Vamos a enfrentarnos en un cara a cara.

Zato intentó resistirse en vano, pues Kera era demasiado fuerte.

Esta lo soltó en medio del que, momentos antes, había sido el campo de batalla de Bash y ella. Zato estaba temblando solo de ver frente a él a la persona a la que tenía que enfrentarse. Estaba desarmada, pero, por desgracia, eso no era suficiente para tranquilizar al joven, ya que él también estaba en la misma situación.

—Agh, de verdad —se volvió a quejar la guerrera—. Vamos a hacer una cosa. No voy a tocarte, solo esquivaré, así que intenta golpearme. Ese es el entrenamiento —explicó—. ¿Te parece bien?

Zato asintió sin decir nada más. Se preparó para el ataque.

—¡Muy bien! —exclamó Bash—. Cuando diga ya, el enfrentamiento comenzará. —Hubo un silencio sepulcral que se mantuvo durante varios segundos hasta que Bash lo cortó con su grito—. ¡Ya!

Al escucharlo, Zato se lanzó directo contra su rival, que permanecía inmóvil mientras se acercaba. El muchacho preparó su puño, que apuntaba directo hacia la cara de la guerrera.

—Quieto.

Zato no pudo asestarle el golpe que había preparado, pues había volado por los aires cuando la mujer había pronunciado aquella palabra. Quedó tirado en el suelo incapaz de moverse.

Kera se acercó al chico.

—Has ido directo sin pensarlo dos veces —le dijo—. No eres mucho de hacer estrategias, ¿eh?

—¡Auch! —se quejó Zato—. ¿No era que no me ibas a hacer daño?

—Dije que no iba a tocarte —le dijo mientras presionaba el dedo índice en su frente—. Ahora bien, no dije nada de que no pudiera usar magia para defenderme.

Entonces, sin previo aviso, Zato lanzó otro golpe, que bloqueó con facilidad Kera. Atrapó su mano y, como si se tratase de una pluma, lo lanzó contra un árbol.

—Eh... Kera —Bash quedó asustado tras la reacción de Kera tras el ataque sorpresa—. ¿No crees que te has pasado?

Zato se había quedado inconsciente.

Crónicas de ZaddaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora