Imagínate que estás en un lugar muy muy oscuro, en el que cohabitan dos personas totalmente diferentes la una a la otra.
-La primera persona, escucha atentamente cada bonita palabra, piropo y/o consejo que le dan. No sólo lo escucha, sino que cree cada palabra que le dicen.
-La segunda persona sin embargo, se niega rotundamente a creer esas palabras; es más, hasta se tapa los oídos, sin confíar en sí misma, nada más está ahí para gritarme y decirme cosas nefastas:
Que si «Soy insuficiente para todos y siempre lo voy a ser», que si «No voy a lograr ser nada ni nadie en la vida nunca», que si «Estoy tan rota que no tengo arreglo alguno», que si «Tarde o temprano todos me van a dejar y me van a abandonar, que no querrán volver a saber nada de mi maldita existencia.» y un largo etcétera de palabras crueles...
Ahora, imagínate vivir con esas dos personas todos los días en tu cabeza: una de ellas, quiere sentirse bien, y creer cada palabra, pero la otra, no le deja creer ni escuchar del todo cada bonita palabra y/o frase que le dicen.
Es un conflicto interno, un infierno al que no se le desearía ni a tu peor enemigx.
