Que tengas una buena vida

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Me había esforzado por no desmoronarme antes de hablar con él, pensando en lo ridículo que sería ponerme a llorar para descubrir en nuestra cita que de hecho sólo había estado ocupado y todo había estado en mi imaginación. En retrospectiva no tenía sentido, pero supongo que la esperanza ilusa estaba haciendo de las suyas.


No fue por mí a mi casa, íbamos a vernos allá y cuando llegué él ya estaba esperándome en la mesa del fondo.


Me saludó con desgano y no dijo ni una palabra más hasta que la mesera se alejó después de haberme llevado mi café.


No había nadie más a esa hora, así que no pudo haber tomado mucho tiempo, pero cada segundo que pasé sintiendo que me ahogaba con el llanto que estaba tratado de contener fue como una eternidad. Estuve a punto de levantarme e irme ¿Qué sentido tenía esperar si su silencio ya me lo había dicho todo? Pero la esperanza era estúpidamente obstinada, así que tendría que escuchar lo que ya sabía de su propia boca para que no me quedara ninguna duda que pudiera alimentarla.


— ¿Y bien? ¿Vas a decirme por fin lo que pasa o...?


Dije al fin, harta de demorar el asunto aún más. Que dijera de una buena vez lo que tenía que decir para que pudiera volver a casa a tirarme en mi cama a llorar a gusto.


— Lo siento, lamento haber dado tantos rodeos y haberte hecho perder el tiempo. Voy a ser directo: creo que no deberíamos volver a vernos.


Tomé mi taza de liquido humeante y di un pequeño sorbo para disimular mi mueca de dolor y ganar unos segundos para reponerme y poder hablar sin llorar.


— ¿Por qué?


Pregunté con un tono plano, inexpresivo.


¿Qué había pasado? La última vez que nos habíamos visto todo iba bien y las cosas se pusieron extrañas de pronto. ¿Qué rayos pasó sin que lo notara?


¿Necesitaba saberlo? Tal vez, no estaba segura, pero no tenía ninguna intención de facilitarle las cosas. Me debía al menos una explicación y no me marcharía sin recibirla, aunque muriera de ganas de salir corriendo.


— Porque esto no va a funcionar. Me gustas, mucho, pero no tiene caso seguir engañándonos, los dos buscamos cosas completamente diferentes y creo que lo mejor es que dejemos las cosas aquí, antes de que alguno de los dos salga herido.


Dijo, como si eso no hubiera sucedido ya y no hubiera estado claro desde un inicio quién de los dos era el que iba a terminar lastimado.


— No sé como podría haber sido más clara desde un principio, así que no me digas que no sabías que estaba enamorándome de ti, no me digas que no sabías que iba a terminar con el corazón roto cuando te sentaste en mi mesa a interrumpirme.


Intenté sonar firme, aunque mi voz empezaba a quebrarse.


No sólo tenía el corazón roto, también estaba humillada. Me sentía tan idiota por haber caído tan fácilmente en su juego, cuando todas las señales de peligro habían estado ahí desde el principio.


¿Por qué había hecho algo tan cruel? No lo habría culpado por tomárselo todo como una broma, pero ¿para qué hizo tantas cosas para hacerme creer que iba en serio?


— Nunca quise hacerte daño, te lo juro. Me gustas mucho, me gusta pasar tiempo contigo, me gusta escucharte...pero para ser sincero no creo que sea capaz de corresponder a tus sentimientos en la manera que estás esperando .


— ¿De qué hablas? Jamás te he pedido nada ¿Qué crees que estoy esperando? ¡Ni siquiera te he presionado para que me presentes como tu novia!


— No, yo sé que no y no es ese tipo de compromiso el que asusta, pero aunque no me hayas pedido que hagamos las cosas oficiales, esperas más que eso ¿Verdad? Te enamoraste de mí y ahora esperas que me convierta en el protagonista de una de tus novelas rosas, o peor aún de una en la que los dos se vuelven locos y terminan dispuestos a morir de amor el uno por el otro, pero eso no va a pasar, yo no soy el tipo que cuando se enamora pierde la cabeza y entrega el corazón en bandeja de plata.


— ¿Qué dices? No estamos en medio de una guerra o del apocalipsis ¿Por qué rayos tendríamos que morir de amor?


— No, no lo digo en sentido literal, me refiero a que esperas que me enamore lo suficiente para acabar con el corazón roto si ya no pudiéramos estar juntos y eso no va a pasar. No soy el tipo de chico que va a perder la cabeza por ti o que puede jurarte amor eterno, así que creo que lo mejor es que no pierdas el tiempo conmigo y encuentres a un romeo que pueda enamorarse con la misma fuerza que tú en alguna parte.


Así que eso era lo que había pasado, se dio cuenta de lo que significaba para mí a estás alturas y decidió que no lo quería, que no iba a tomarlo porque no estaba dispuesto a dar lo mismo a cambio.


No era su culpa, no podía enojarme con él porque yo era la mejor de los dos para inventarse novelas de amor de la nada, y sin embargo yo era perfectamente feliz antes de que irrumpiera en mi vida sin ninguna clase de invitación, yo nunca me habría enamorado tan estúpidamente como lo hice si él no hubiera hecho tantas cosas para jugar con mis fibras sensibles y hacerme luchar contra mis miedos poco a poco.


¿Sería posible que él no supiera lo que estaba haciendo? ¿Que hubiera recorrido el camino hacia mi corazón tan fácilmente, como si tuviera un mapa, y sin siquiera darse cuenta?


— ¿De eso se trata? ¿Puedo ofrecerte una relación siempre y cuando no esperes que me enamore en serio de ti? Hablemos claro, no necesito que llores por mí o que demos un paso en la relación del que no estás seguro, lo que no estás dispuesto a hacer es enamorarte ¿Verdad? Y eso es exactamente lo único que yo podría esperar de ti, que me correspondieras.


— Lamento haberte decepcionado, pero estoy seguro de que en alguna parte hay alguien esperando a volverse loco y apostar su corazón en un juego de ruleta rusa por ti.


Los ojos me ardían a causa de las lágrimas, pero me las arreglé para responder con una mueca sarcástica.


— Yo también lo sé. Gracias por no haberme hecho perder más el tiempo, supongo.Levanté mi taza con las manos temblorosas para terminar el resto del contenido, medio tibio, de un solo trago.


— Bueno, pues hasta nunca. Que tengas una buena vida.


En realidad me habría cruzado por la cabeza decir "que tengas la vida que te mereces" pero al menos quería despedirme con clase y proteger la dignidad que pudiera quedarme.


Me levanté de la mesa y caminé a la salida, obligándome a resistir el impulso de volverme para verlo una ultima vez y grabarme esa ultima imagen de su rostro para siempre.


Aquel lugar, que había sido mi lugar favorito por tanto tiempo, quedaría manchado para siempre con el recuerdo de esa despedida, pero al menos haberlo citado ahí tenía la ventaja de que podía volver a mi casa a pie sin ningún problema.Y sin embargo, volver a casa era lo ultimo que me apetecía.

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