Nueva rutina

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Estaba terminando de recoger la cocina cuando recibí una llamada de Arián.


— Daniela me acaba de contar lo que pasó. Lo siento mucho, de verdad. No te preocupes, mañana temprano voy a ir a la oficina a hablar con Raquel, te prometo que vamos a arreglarlo.


— ¿Cómo piensas arreglarlo? La decisión era definitiva.


— No tienen derecho a hacer algo así, nuestra vida privada no es asunto suyo.


— No tuvo opción, al parecer tus colegas son unos zoquetes. Bueno, no todos, la verdad es que tengo una idea bastante precisa de quienes son los que empezaron a meterse en lo que no les importaba. Ya verán si vuelvo a reseñar alguno de sus libros...


— No me importa quién haya sido. Si su problema era conmigo debieron haberme mandado a llamar a mí, o en todo caso a los dos, pero a eso le pongo remedio mañana.


— No es necesario que busques problemas con la editorial o con tus colegas, no vale la pena. Si soy sincera apesta, pero no es el fin del mundo, además tal vez sea para bien, tal ves no es buena idea que trabajemos juntos mientras estamos saliendo.


— De acuerdo, si eso quieres está bien, pero aún así Raquel me va a escuchar, fue injusto que tomara represalias contigo por una decisión que tomamos los dos.


— Era inevitable, ¿De que otra forma iban a aplacarlos? Obviamente no iban a pedirte a ti que dejaras la editorial cuando eres uno de los best sellers. No te preocupes por mí, me las puedo arreglar sin la colaboración y también puedo discutir yo misma si creo que me han tratado de manera injusta.


— Bien, te voy a dejar manejar a ti la situación, pero ahora que recuerdo me debe una explicación, señorita ¿Por qué tuve que enterarme de todo esto a través de Daniela? ¿No pensabas decirme?


— No es eso, es que... olvidé decirte, no estoy acostumbrada a reportarle esas cosas a nadie más, lo siento.


— No es que tengas que reportarme nada, es que esperaría ser el primero al que piensas en contarle las cosas importantes o al menos que me lo dijeras eventualmente, como cuando nos poníamos al tanto de nuestro día a diario.


— Lo siento, es que perdí la costumbre. No es que hubiera intentado dejarte al margen a propósito.


— Supongo que las cosas no iban a volver a ser como antes de inmediato, pero me habría gustado haber estado hoy contigo.


— No pasa nada, vas a ser el primero al que busqué cuando necesite apoyo, pero lo de hoy lo podía manejar por mi cuenta, no tenía caso que te complicaras las cosas en el trabajo por algo como esto. Eso sí, más te vale que tu próxima novela sea otro best seller para callarle la boca a esos entrometidos.


— Veré que puedo hacer, supongo que será posible ahora que atrapé a mi musa de nuevo, aunque la verdad me preocupa un poco que lo que estoy planeando terminé siendo un algodón de azúcar impaladeable, todo lo veo color rosa con brillitos estos días.


— Oh, ¿está pidiéndome que me aparte para no intervenir en su proceso creativo, señor?


— Yo nunca dije eso, señorita. Tengo una mejor idea, el sistema de recompensas funcionaba bien ¿Recuerdas?


— Pues voy a necesitar la confirmación de Dany al respecto.


— Si estás segura de que quieres que se entere de lo que pienso pedirte como premio, adelante.


— ¡Oye!


Empezó a reír como un niño del otro lado del teléfono.


¿Cuándo había sido la ultima vez que había escuchado mi sonido favorito?


Gracias a la dicha que entraba a mi cuerpo a través de mis oídos esa noche pude irme a dormir sin recordar porque había estado tan molesta unas horas antes.


Cuando me acostaba después de haber oído su voz y con la promesa de que podría escuchar su risa de nuevo al día siguiente parecía que no había nada por lo que valiera la pena estar triste o enojada.


Las llamadas y los mensajes de buenos se estaban convirtiendo de nuevo en una rutina, excepto que ahora Arián había ajustado sus horarios para trabajar durante el día y los dos hacíamos todo lo posible para encontrar el tiempo de vernos a diario, aunque sólo fuera por un rato procurábamos ir a comer o tomar café juntos.


Era un poco inquietante lo fácil que era acostumbrarme a que fuera parte de mi vida otra vez, pero no pensaba sacrificar lo que estaba sucediendo por miedo.


Tenía la esperanza de que poquito a poco, iba a ir sintiéndome más segura de nuestra relación y que mi ansiedad se debiera sólo a que la situación era muy nueva todavía para mí.


Arián, sin embargo, parecía sentirse muy cómodo a mi lado desde el principio, se le daba muy natural tomarme de la mano cuando caminábamos por la calle, saludarme con un beso, poner su brazo al rededor de mis hombros sin siquiera darse cuenta de que lo hacía. A mí esos gestos todavía me hacían dejar de respirar, pero obviamente eso no significaba que me fueran desagradables.


Seguíamos sin negar o confirmar los rumores de nuestra relación, no mencionábamos al otro en público ni subíamos fotografías juntos, pero tampoco estábamos escondiéndonos. No teníamos nada que ocultar, pero nos reservábamos el derecho a mantener nuestra vida privada privada.Parecía estar funcionando, incluso si nos llegaban a ver juntos ya habíamos dejado de ser una novedad y la gente prefería dedicarse a algún otro escandalo.


Yo había decidido dedicarme a mi propia plataforma y no buscar más colaboraciones de ese tipo por el momento.


A pesar de que la había descuidado un tiempo por mi trabajo con la editorial había crecido considerablemente gracias a la publicidad gratis.No era una idea que me agradara, pero tampoco podía hacer nada para evitarlo, de cualquier forma los que llegaron sólo para enterarse de chismes de mi vida personal iban a dejar de seguirme después de un tiempo o a quedarse por mi contenido y mientras tanto las estadísticas iban a jugar en mi favor. Si no podía controlarlo, cuando menos debía sacarle el mejor partido posible.

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