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No entendía por qué le temblaban sus piernas. Se había repetido a si misma mil y una veces que todo estaría bien, que Arlo le diría lo que esperaba oír, y que se darían cuenta del error en el que estaba John. Y que con un poco de suerte, entre los dos lograrían convencer al pelinegro de desistir en su plan de acabar con la jerarquía, y en la posibilidad de no lograr su objetivo, de neutralizarlo. Pero temblaba.

Temblaba cuando abrió los ojos en la mañana y se dio cuenta de que no había dormido. Temblaba cuando se puso su uniforme y estuvo en la primera clase del día. Temblaba cuando fue a buscar a Arlo, para pedirle hablar en privado. Y ahora seguía temblando.

¿Sería rabia? ¿O impotencia? ¿O miedo?

¿Por qué sentía miedo? Arlo era su amigo, y era amigo de Rei. Lo que John decía del rubio no coincidía con la imagen que Remi tenía de su amigo. Mas, en la oscuridad de la noche, se la pasó pensando y recordando, poniendo en tela de juicio lo que creía sobre Arlo. Pensó en sus actos como rey, y cómo defendía firmemente una jerarquía que su propio hermano había tratado de abolir. También pensó en John. Ahora, en plena luz del día, se sentía mal por haberlo demonizado tanto, en un intento desesperado de desacreditarlo. Solo había una forma de saber la verdad detrás de todo el asunto, y era hablando a solas con Arlo.

¿Estás bien? Te ves demasiado pálida, me estas asustando.

La chica no respondió. Se metió en el salón vacío teniendo la mirada inquisitiva de rubio sobre su cuello, y espero pacientemente a que Arlo cerrara la puerta.

Tenemos que hablar... Es importante.

La seria expresión facial de su amigo no cambio en lo absoluto. Se paró de frente a Remi, y comenzó a examinarla de pies a cabeza.

No volviste a salir como superhéroe, ¿verdad?

La pelirrosa cerró los ojos y enterró sus uñas en sus palmas.

Arlo... ¿Hay algo que quieras contarme sobre cierto acontecimiento en las Turf Wars?


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Oye pequeña, te quiero presentar a alguien.

¡No me llames pequeña, ya tengo 13!

Remi hizo un pucherito, inflando las mejillas.

¡Discúlpeme, señorita! Este chico de aquí se llama Arlo. Y es solo un poco mayor que tú.

Hola.

La pelirrosa observó curiosa al amigo de Rei. Era inusualmente alto.

Hola, me llamo Remi.

Lo sé, Rei no para de hablar sobre ti.

¡Culpable de los cargos!

Los dos más jóvenes se rieron de las gracias de Rei. Pasaron esa tarde conociéndose entre sí. Remi comprendió rápidamente por qué el rubio se ganó tanta confianza de parte de su hermano. Podía ser frío e inexpresivo, pero no indiferente, y era una mezcla de características que le resultaron bastante curiosas a la chica.

Después de visitar una feria de juegos y pasar a comer a una pizzería, Remi y Rei iban a volver a casa. Se había hecho tarde, y cada uno debía volver a su lugar, pero la pelirrosa no podía volver sola.

Puedo cuidarme sola...

No puedes.

No te entrometas, Asslo.

Remi VS el universo unOrdinaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora