Leuksna

Capítulo 11:

En aquel pasaje perdido entre la espesura del bosque, la luz del día se filtraba tenuemente por algunas de las ramas de los árboles que se amontonaban entre sus copas, y la soledad era tan callada que solo se escuchaban las voces de Nene y el Flaw en su intento de socorrer a la Ninfa transformada en Yuri que yacía al pie de uno de los árboles.

El Flaw revoloteaba sobre la Ninfa, murmurando las únicas palabras que apenas podía pronunciar mientras trataba de atender la terrible herida que cubría el pecho de la criatura, pero esta vez no parecía surtir efecto, por mucho que el Flaw tocaba a la Ninfa, su pecho perforado no se curaba y de él manaba sangre azulada en abundancia.

- ¿Qué está pasando? ¿Por qué no se recupera? – Preguntó Nene con un semblante preocupado. Y finalmente queriendo ayudar, desgarró una porción de tela de su propia camisa para atarla alrededor de la herida y detener de una vez la hemorragia. – Creo que solo nos queda una opción, tenemos que llevarla a la aldea.-

Tomando a la falsa Yuri del suelo, la cargó sobre los hombros y volvió sobre sus pasos orientándose por el rastro de sangre que había seguido para dar con ella. También la costumbre de pasear por los caminos enraizados del bosque le había ayudado a dar con el paseo más corto y probablemente más seguro hasta el refugio. Cuando llegó, se escondió detrás de los troncos de los árboles hasta que los soldados que hacían guardia se alejaron, y haciendo una carrera hacia la casa de ceniza, se coló por la puerta trasera, cerrándola de un portazo.

- ¡Verna, Ven deprisa! - Bramó conforme saltaba al salón principal, causando que esta se asomara rápidamente por uno de los cruces del pasillo principal.

- ¿¡Has encontrado a Sussu!? ¡Oh, por el círculo divino. ¡¿Que le ha pasado?! -

- No, no es ella ¡pero necesita ayuda! – De repente sintió un gran peso sobre sus hombros y una explosión de esporas se extendió por todo el salón mientras el hechizo de la Ninfa se desvanecía de golpe, mostrando a la criatura que era realmente.

- ¡Monstruo! – Exclamó Verna aterrorizada, viendo como Nene tumbaba a la ninfa sobre el sofá con todas sus fuerzas para no dejarla caer al suelo.

- ¡Te lo explicaré! ¡Luego te lo explico! Pero por favor, tienes que curarlo.- Exclamó hacia Verna, quién tratando de comprender lo que estaba sucediendo, se había sentado sobre el reposabrazos de un sillón.

- Si descubren que hemos ayudado a una de esas criaturas del bosque podríamos meternos en problemas.- Musitó con un gesto de preocupación. – Está en la lista de normas del refugio, de las que estableció Don Corvo, y el confiaba en nosotras, confiaba en mi.- Se reiteró levantando la cabeza sin saber qué hacer.

- Verna.- Interrumpió Nene conforme tomaba sus hombros con las manos y la sacudía para sacarla de aquel trance de dudas que se habían amontonado en su cabeza, alejándola por unos segundos de ellas. – Ésa criatura del bosque me pidió ayuda, no puedo simplemente dejarla sin más.- Dijo con determinación mientras clavaba la mirada en ella.

- Eres una ingenua Nene.- Respondió Verna en tono de desacuerdo, pero mientras hablaba su frase fue interrumpida por la voz profunda y débil de la Ninfa desde el final del Salón.

- Se dónde está la mestiza.- Habló, causando que las dos la miraran a la vez. – Los blasfemos de Suneuss la capturaron en el bosque y ahora es su prisionera.- Añadió tratando de recostarse sobre el respaldo del sofá, presionando con una de sus cuatro manos la tela empapada de sangre que Nene le había puesto para cubrir su herida.

Aquellas palabras habían congelado a las mestizas, quienes fijaban su mirada en aquella criatura antes de que sus ojos volvieran a encontrarse.

- ¿Qué son los Los blasfemos de Suneuss? – Preguntó Nene, viendo como su compañera se levantaba finalmente del asiento y se dirigía de vuelta al pasillo para recoger unos cuantos tarros llenos de hojas tiernas y botellas de aceites esenciales, este conjunto de recipientes eran tan coloridos y brillantes como los árboles del bosque, dando la sensación de que tenían una vida propia.