Capítulo 2: Posthac pugna superesse

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De ahora en adelante lucha por sobrevivir

El joven mestizo de lobo se abalanzó desde unos arbustos sobre un Korokroko adulto que comenzó a saltar y a chillar, sin embargo no lo iba a dejar escapar, ya que desde hacía unas horas llevaba siguiéndole el rastro por el bosque junto a Yuri.

El ave de forma redondeada y plumas brillantes corría con sus dos largas patas dando  relinches y brincos para escapar de su agresor tumbándolo,  y con una increíble agilidad esquivó dos flechazos que Yuri le arrojó en lo alto de un saliente.

Preocupada por el trayecto que estaba tomando el ave durante su huida la mestiza comenzó a correr detrás de ellos, ella vio que se dirigían hacia el territorio de los feroces Rogrejos, unas bestias de forma de roca y ojos de cangrejo que eran una amenaza por su  afilada mandíbula llena de varias hileras de dientes.

— ¡Roy, para al Korokroko! — Le gritó

El mestizo de lobo que se sujetaba con las plumas del Korokroko tiró hacia él con todas sus fuerzas hasta hacerlo tambalear sobre el terreno pedregoso, pero este tenía la suficiente agilidad para no tropezar, y asustado, comenzó a alejarse más rápidamente del alcance de Yuri.

— ¡Maldición! — Exclamó el chico al caer sobre el barro cuando el Korokroko dio un blinco más fuerte. De repente vio a Yuri adelantarlo en mitad de su carrera para alcanzar al ave. Pero esta vez la joven mestiza fue por un atajo entre los árboles y alcanzó a la bestia lanzándose ella. Sosteniéndose encima suyo, sacó un puñal de su cinto y lo hundió en su cuerpo hasta perderlo de vista bajo las plumas. La bestia chilló de dolor y calló adolorida, desplomándose muerta en el suelo.

— Que buena cacería, Fiera. — Celebró el mestizo acercándose al Korokroko y lo pisó con el pie para comprobar que estaba muerto.

« Eres muy ágil usando el puñal, un poco más y se nos habría escapado porque ya no tenía fuerzas para correr.

Yuri guardó el arma con una amplia sonrisa y comenzó a atar las patas del animal con una soga.

— Ja, te dije que no se nos escaparía, bobo. — Alegó con suficiencia mientras hacía el nudo.

— ¿Quién se lo quedará esta vez? — Inquirió el joven mestizo.

— Llévatelo tú, tienes una familia más grande y nosotras somos solo tres. Además, mi hermana ha dejado de comer carne porque dice que no quiere alimentarse de los animales a los que ha cogido cariño.- Añadió con sorna.

— Wow gracias. — Observó el mestizo con entusiasmo.

— No hay de que Roy, venga voy a ayudarte a llevar esto. — Indicó mientras ataba los dos lados del animal a una resistente vara.

— Voy.

Ambos mestizos avanzaron a través de las profundidades del bosque con la carga de la cacería. Conforme avanzaban los caminos eran más espesos, y la luz del sol se iba menguando hasta que apenas se filtraba a través de las copas de los árboles. Cuando llegaron a un camino más despejado, a Roy le llamó la atención una trampa humana de cuerda completamente visible que estaba colocada en mitad del sendero.

— Los humanos son cada vez más obvios.— Se mofó el mestizo.

— Si pero a que no te atreverías a acercarte. — Bromeó Yuri.

— ¿Me estás retando? — Exclamó el joven mestizo sintiéndose ofendido y dejando a Yuri con el Korokroko se aproximó al camino para demostrarle su valentía.

« Claro que puedo, no soy un miedica.

La mestiza empezó a reírse por los gestos de burla que hacía su compañero frente a la trampa del camino, hasta que acabando la broma volvió hacia ella para retomar el trayecto.

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