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Yoongi sonrió al ver a su hijo correr en su encuentro.

– ¡Papi! – gritó el infante.

El pequeño niño no se dio cuenta de la piedrita que se encontraba cerca de él, por ir muy emocionado. Solo sintió el golpe en sus rodillas y en sus pequeñas manos un poco de ardor.

Yoongi al ver a su hijo en suelo fue a su rescate, se detuvo al ver como otro niño de la altura de su pequeño lo ayuda a levantarse, sintiendo ternura de ver como su Jungkookie se aguantaba las ganas de llorar.

– ¡Kookie! – llego corriendo hasta él, su amigo Tae, – ¿No te lastimaste? – pregunto preocupado.

– Yo creo que no – respondió en cambio Jungkook, mientras escondía su mano, detrás de él.

– Yo creo que sí, ¿Me dejas ver tu mano? – pidió.

Algo avergonzado saco su mano y se la enseño dejando ver una pequeña raspadura. Taehyung de su mochila saco una bandita con un dibujo de un extraño corazón con sonrisa, y se la coloco en su herida con mucho cuidado.

– Yo siempre me caigo y por eso mi papi me guarda en mi mochilita estas banditas para ponerme en mis heridas – le dijo con su peculiar sonrisa cuadrada, – Hasta mañana Kookie.

Se despidió de él con un beso en su mejilla y se fue corriendo al ver a su papá Jin en el portón. Dejando a un muy sonrojado Jungkook.

Yoongi se acerco despacio hasta su hijo. Él vio todo a una distancia prudente, feliz de que su Jungkook tenga un amigo.

– ¡Hola Kookie! – le hablo.

– ¡Hola papi! – abrazo a su padre, – Papi creo que eshtoy enamorado.

Le dijo y se dejó caer dramáticamente a los brazos de su padre, mientras soltaba un sonoro suspiro. Sacándole sonoras risas a Yoongi.

– ¿Cómo así, pequeño? – preguntó Yoongi.

– Shí, esh que Taetae esh muy bonito y me dio un besho. ¡Un besho! – gritó Jungkook.

El chiquillo seguía desparramado en los brazos de su progenitor, Yoongi ya había empezado a caminar a su auto, que estaba estacionado en un lado de la escuela.

Después de un intercambio de palabras decidieron ir al pequeño restaurante favorito de Jungkook, donde para el niño, servían el mejor Kimchi y Bulgogi del mundo.

Después de almorzar ambos se dirigieron a la empresa de Yoongi, donde el mayor trabajaría y a Jungkook lo mantendría en una oficina no tan grande, que mando a acondicionar con juguetes y una mesita pequeña con sillas en donde su pequeño haría sus tareas o jugaría, mientras él termina su día laboral.

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Jimin estaba exhausto, amaba enseñar a sus niños, pero a veces tenían sus días malos, donde no querían hacer caso y hoy fue un día de esos.

Daba gracias al cielo que hoy no tendría que ir a su otro trabajo, donde le hacia de bailarín. Sus días para trabajar ahí eran los martes, jueves, sábados y eran opcionales los domingos.

Le gustaba bailar, y el dinero que ganaba en ese trabajo lo usaba para pagar los gastos médicos de su madre en el hospital y pagar la deuda de su padre, y lo que ganaba siendo maestro eran para sus gastos personales y una que otra medicina para su progenitora.

Su padre.

Ese hombre al que su madre le dice que llamara padre, no lo quería ni ver en pintura y como no, después de que se enterara que era un doncel, su padre le había dicho que el perdió un hijo, porque no quería a un intento de mujer como uno.

Mi bailarín GoGo ||YOONMIN||③Donde viven las historias. Descúbrelo ahora