⭐Capítulo 8: miedo.

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Todas las noches Jael se dirigía al límite con la esperanza de encontrar al Ángel en el camino, o al menos de pie frente a los árboles y aunque al llegar no lo encontraba no perdía la esperanza para verlo después de la próxima canción.

—Tengo miedo —murmuró como hablando para ella misma.

Jael se paseaba por el interior de la pequeña casa de Doya, miraba las paredes de troncos como buscando algo entre ellos.

—Te imagino sintiendo todo menos eso —respondió Doya que estaba sentado en una especie de silla construida con troncos.

—Hay muchos Rebeldes aquí, y aunque todos me agradan, incluyéndote —añadió con una media sonrisa— no quiero estar aquí para siempre ¿Y si no estoy lista?

—Lo estarás, hace demasiado tiempo que nadie ha fallado en saltar, cada vez que alguno de nosotros ha fallado pues... un error menos que comenten los nuevos Rebeldes.

Jael parecía no estar muy segura, ignoraba las palabras de Doya que le trataban de transmitir tranquilidad, seguía viendo las paredes mientras se apretaba las manos sin parar. Doya le había explicado muchas cosas, lo primero que le había contado al llegar la segunda noche era que los Rebeldes Alados habían sido en realidad unos Ángeles y que habían sido diseñados por Azmon con el propósito de cuidar a los humanos habitantes de la Tierra. La Tierra, a ese lugar iban los Rebeldes que saltaban, saltar no era otra cosa que dejar a Hogar y sus alrededores para ir al mundo de los humanos, seres vivos muy parecidos a ellos, solo que no poseían alas, y aunque Jael se sintió muy sorprendida al saber aquella gran diferencia se impactó aún más al saber que tenían completa libertad de hacer lo que quisieran, libre albedrio le llaman, y aunque un Fiel podía ir al límite del Bosque sin ser capturado por los Rebeldes Alados no podía hacer otra cosa que seguir la rutina de siempre. Jael soñaba con ir a ese mundo, pero tenía que asegurarse de aprender todo lo que fuera necesario antes de ir, no solo porque no quería estar en la Tierra sintiéndose perdida, sino porque solo había un intento para saltar, solo uno y eso era aterrador, si no lograba hacerlo se quedaría para toda la eternidad yendo entre el Bosque y la Gruta, ningún Rebelde podía intentar saltar de nuevo, por eso se habían llamado ellos mismos Rebeldes Cautivos, estaban atrapados.

—Aún así tengo miedo —insistió.

—Todavía falta para ello, más ahora que has decidido esperar al nuevo Rebelde —opinó Doya.

—Lo sé.

—Eres única de verdad, Jael, todos somos diferentes claro, pero hay algo en ti que no he visto en nadie más.

—¿A qué te refieres? —preguntó con cierto nerviosismo— ¿Es algo malo?

—Claro que no —respondió Doya casi burlándose de ella—. Tu eres... eres casi humana, es como si se hubieran equivocado al enviarte a este lugar, nunca has sido una Fiel, por lo que me contaste estoy seguro, solo tuviste miedo al principio, un miedo minúsculo que no te impidió encontrar este lugar el primer día de tu existencia, por eso me rehuso a creer que tengas miedo de saltar. Será muy fácil para ti, créeme. La única razón por la que aún no saltas es porque... —dijo e hizo una pausa como para encontrar las palabras adecuadas o para agarrar valor—, no he querido que lo hagas, solo falta enseñarte a volar y te confieso... que no he querido hacerlo.

—Pero, ¿qué dices? —preguntó Jael como si estuviera decidiendo entre enojarse y sorprenderse.

—Estás más que lista —reveló—, hace tiempo lo estás, te lo iba a decir la noche en que llegaste preguntando si había llegado un nuevo Rebelde, te iba a contar la verdad y te iba a pedir que te quedaras, pero entonces dijiste que ibas a esperar al Ángel y decidí no decirte nada.

—¿Por qué? —preguntó Jael sorprendida y sentándose frente a Doya en otra silla de troncos.

—Son dos razones, la primera es porque quiero creer que eres el inicio de una gran rebelión —confesó—, pero no hay nada que lo pruebe, es solo una idea que tengo. Verás, aunque estoy condenado a estar en este lugar quisiera que todos saltaran, cosa que no tiene sentido alguno —observó soltando una carcajada— porque cada vez que un Fiel se rebela y salta traen a otro más, es un ciclo sin fin que no puede romperse —finalizó entre risas que servían de camuflaje a una muy profunda tristeza.

—Es horrible —dijo Jael moviendo la cabeza en forma de negación—, Hogar es horrible. No entiendo como todos soportan hacer lo mismo todos los días y noches, todos están ciegos, pero me cuesta creer que de verdad sea de ese modo, tal vez solo tienen demasiado miedo.

—Me gustaría encontrar alguna forma de romper ese ciclo. Me pregunto si Kam, Rai, Lab y Zam han notado mi ausencia, me parece muy curioso lo que me has dicho tú y todos los otros que se han rebelado.

—¿Qué cosa? —preguntó Jael con curiosidad.

—Todos los Fieles han sido reemplazados, y si hoy tu saltaras al sonar la trompeta habría un nuevo Ángel ocupando tu lugar, pero a mi... a mi no me han reemplazado.

—No comprendo —dijo Jael ladeando la cabeza.

—Kam, Rai, Lab, Zam y Doy.

—¿Doy?

—Yo, mi nombre verdadero es Doy, yo era en Vigilante que estaba siempre al lado de Zam.

Jael abrió sus ojos a su máxima expresión y se dio cuenta del espacio vacío al lado de Zam y se preguntó porque no lo había notado antes.

—Hace mucho que dejé de preguntar por ello, me di cuenta de que no me reemplazarían nunca, he estado esperando que alguno de los Vigilantes encuentre este lugar, pero no ha sido así, yo he sido el único en rebelarme y fui el primero en Hogar.

—¿Qué? —preguntó Jael en un susurro casi impredecible.

—Cuando crucé el límite de Hogar caminé sin detenerme hasta encontrar el verdadero límite, no tenía idea de nada, así que fallé y me encontré de nuevo en el bosque. Mi túnica había cambiado, supe al instante que no era el mismo y que no podía regresar. Encontré la entrada a esta Gruta una noche y decidí ocultarme allí, tenía miedo de ser descubierto, me quedé demasiado tiempo sin moverme de lugar. Estaba más que asustado, me sentía aterrado, y me llevó muchas trompetas y canciones aceptar de que en realidad no corría peligro alguno.

—¿Estuviste mucho tiempo solo?

—No tienes idea, pensé que estaría solo por la eternidad.

Jael no supo que responder.

—Ya deberías de regresar.

—Sí —respondió como si aquello fuera el peor de los castigos.

—Te veré después de la próxima canción.

—Aquí estaré —dijo Jael sonriendo sin demasiado ánimo, siempre que tenía que regresar decaía. 

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⏰ Última actualización: Aug 19, 2022 ⏰

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[4] El Ángel Rebelde © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora