Pov Tn
Llevaba viviendo ya en Gravity Falls al menos dos años, unos cuatro años después del incidente del Weirdmaggedon. Aunque yo por supuesto solo había logrado averiguar que alguien muy poderoso fue capaz de poner patas arriba la ciudad, aterrorizándola. Hasta que dos gemelos de doce años lo derrotaron. Algo patético si me preguntas, pero bueno. Hasta ahora, nadie me había dicho el nombre del terrible villano, con miedo a que el solo hecho de decir su nombre lo traería de vuelta a la vida. Y por supuesto, me había metido en un par de problemas con las autoridades, no obedeciendo a la ley de 'Aquí no hay nada que ver', pero gracias a unos hombres que pasaban por ahí la segunda vez, esto no pasó más que de un aviso amable. Estas personas se habían presentado como Stanford y Stanley Pines, los orgullosos tíos de los niños que salvaron la humanidad. Me defendieron, explicándoles a los policías que tan solo era una niña con sed de conocimiento (aunque ya con casi 18 años, era básicamente una adulta). Tras una larga charla del por qué no debería de indagar en cosas que no me convienen saber, me dejaron ir, además, los hermanos pines (los adultos) me recomendaron cuando nadie nos veía que me pasara por la cabaña del misterio, uno de ellos murmurando que sería bueno que los gemelos tuvieran alguna amiga más.
Ya han pasado dos meses desde esa interacción, y por fin me había decidido a ir a la tan famosa cabaña del misterio. Había tardado tanto en ir porque realmente quería descubrirlo todo yo sola, sin necesitar ayuda de nadie más, pero al no ser posible, una ayudita no venía nada mal.
Caminando por un sendero del bosque que supuestamente me llevaría al hogar de los héroes, tenía la sensación de que me observaban fijamente. Cada paso que daba activaba mi alerta del peligro, pero eso no tenía sentido, en este bosque sólo había pájaros y algún que otro ciervo. Decidí ignorar los constantes pensamientos de salir corriendo, y como cualquiera haría, seguí adelante, tarareando una de mis canciones favoritas. Miré mi móvil durante un momento. Mi padre preguntaba que dónde estaba. Suspiré y volví a apagarlo. Ya era lo suficientemente mayor como para que me preguntaran dónde había ido cada cinco minutos.
No tardé mucho en llegar, siguiendo los carteles que alguien había colocado en los árboles. La cabaña era de troncos de madera, de dos pisos y con cristales que tenían un triángulo como ventanas. 'Huh, ese triángulo está en todos lados', pensé. Había dos puertas, una para los turistas que llevaba a la tienda de regalos y otra que era la entrada principal. Entré por la primera puerta, y lo que veía me fascinó. Había mucha variedad, desde criaturas obviamente falsas hasta una pistola magnética, que seguramente también sería falsa. Iba a preguntar solamente por los antiguos dueños de la tienda, que parecían haber decidido pasar otro verano en esta cabaña, aunque ahora hubiera nuevo personal. Para parecer amable, busqué algo que comprar.
Ya pasados diez minutos siendo incapaz de decidirme por algo que elegir, encontré detrás de unos llaveros de ojos con alas un colgante de forma triangular con un ojo en medio. Es como si la vida me pusiera delante esta especie de illuminatis, por lo que al fin me convencí de cogerlo e ir a pagar.
En la caja había una pelirroja muy guapa con una camisa verde y una gorra de un pino azul. Parecía unos dos o tres años mayor que yo.
-Eh, ¿hola?- dije, intentando que me prestara atención. Y funcionó, pues levantó la mirada del teléfono para ahora mirarme a mí.- Me encantaría comprar este colgante.
Dejé el objeto en la mesa, y ella me sonrió cálidamente.
-Quédatelo gratis, nadie aquí compra cosas triangulares. Además, te quedaría muy bien.- me guiñó un ojo y pude sentir mis mejillas sonrojarse de la vergüenza.
-Muchas gracias, uh... Wendy.- leí la etiqueta de su camisa y le sonreí. Pero no olvidaba a lo que había venido.- Los señores Pines me dijeron hace tiempo que si quería respuestas, viniera aquí, ¿puedes llamarlos o algo?