Narrador P.O.V
El fuego iluminaba todo el claro, y una ráfaga de viento se hizo presente en el lugar haciendo que la protagonista tuviera que usar más fuerza de la necesaria para mantenerse quieta y no salir volando.
Al poco tiempo, el fuego desapareció junto con la estatua, dejando en su lugar a un chico de unos veinte años de pelo rubio, un ojo amarillo junto a su respectiva pupila de gato (su otro ojo estaba cubierto por un parche circular. Su piel era morena y llevaba un traje negro, una camisa amarilla y una pajarita del mismo color que el traje. Sin darse cuenta de que había alguien más donde estaba, comenzó a reír de forma maniática, sus manos tocando su cara de una manera no muy gentil.
Tn, confusa y algo asustada por todo lo que había pasado y el comportamiento de este ser, se dio la vuelta para salir corriendo, pisando una rama en el proceso. El chico, que estaba de espaldas a ella, se dio la vuelta, su risa parando y ahora una expresión seria en su cara. Sus piernas temblorosas, como si se le hubiera olvidado caminar, dieron unos pasos hacia la chica. Ella, con la intuición de que el desconocido le haría daño, agarró las llaves de su bolsillo y se las puso entre los dedos, la parte afilada señalando hacia el rubio. En cuanto él se acercó más, con los brazos alzados a la altura de los hombros como si un dios se estuviera presentando, Tn golpeó con todas sus fuerzas su cara con las llaves, haciendo que la cabeza del loco se girara hacia la izquierda, sangre saliendo de la nueva herida de su mejilla. Aunque al parecer esto no le molestó, pues deslizó su dedo índice por el lado golpeado de su cara, manchándolo de sangre y dirigiéndolo a su boca, donde una lengua afilada limpió el líquido carmesí.
'Repulsivo', pensó la adolescente, asqueada por las acciones del contrario, quien había decidido mantenerse a una distancia prudente de la humana.
-¡Ow! ¡El dolor me encanta, es divertido!- pareció decirse más a si mismo que a Tn. Recobró la postura en dos segundos y una sonrisa encantadora se plasmó en su rostro, del cual la herida había desaparecido en unos minutos.
-¿Y qué ser paranormal se supone que eres tú?- preguntó ella, cruzando los brazos. Aún no había bajado la guardia. El tipo acababa de lamer su propia sangre y de decir que el dolor era divertido.
-¡Mi nombre es Bill, Bill Cipher!- contestó gritando y dando una leve reverencia a la vez que se quitaba el sombrero para saludar. Cayéndose en el proceso.- ¡Tener piernas de carne es difícil!
Desde el suelo, Bill observó a la chica que le había liberado de su prisión voluntariamente. Parecía ser una humana joven, de ojos verdes y pelo negro. Su ropa estaba algo manchada, como si antes hubiera estado escapando de algo y ramas la hubieran llenado de suciedad. Por lo que descartó que fuera uno de sus súbditos que había encontrado una manera de rescatarlo.
-Qué eres, ¿un bebé?- Guardó su arma (las llaves) de nuevo en el bolsillo del pantalón y ayudó al de ojos de gato a levantarse. Era obviamente alguien mentalmente inestable y le dio bastante pena que no pudiera apenas mantener el equilibrio. No parecía tener malas intenciones. Acababa de salir de una estatua, ¿qué es lo peor que podría hacer? ¿El apocalipsis? Pff. Tan sólo era un tipo raro. Aunque, si tenía que volver a golpearle, lo haría. - Mi nombre es Tn Ta.
-Eso es evidente. Yo lo sé todo.- murmuró lo último. Si quería llegar a algún lado, debía de comportarse lo más normal que pudiera.- Ahora dime, preciada humana a la cual no haré daño... (o si). ¿Te gustaría hacer un trato conmigo?
La pelinegra le miró con una ceja alzada. ¿Un trato? ¿Con él? No.
-Lo siento, pero ya es tarde y mañana debo madrugar. Son las...- Intentó buscar su móvil, pero este había desaparecido. 'Mis padres van a matarme si se enteran'.