Capítulo 23 👑

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Luca

Miré la hora en mi reloj que marcaba más del mediodía. El tren partiría en treinta minutos directo a Florencia. Mi plan era disfrutar con Alayna esta semana antes de regresar a mi fatídica vida dónde me esperaban obligaciones. Ya no quería prolongar ningún asunto pendiente. Matar a Fernando era el principal objetivo y había lanzado el primer ataque. Le di la autorización a Gian de publicar unas fotos comprometedoras a la prensa. Mañana estaría en todos los titulares de Italia.

Ojalá pudiera estar cerca para verlo desmoronarse. Era una lástima que me perdiera un momento tan importante, pero cualquier sacrificio valía la pena si eso significaba que estaría perdido en los labios de Alayna.

—Bajaste de peso—comenté y bebí un sorbo de vino blanco—. Y mucho.

Alayna masticó despacio la hamburguesa que había ordenado para ella. Era dueña de su cuerpo, por supuesto, pero sabía que la depresión tenía mucho que ver aquí. Estaba más pálida y las ojeras eran notables.

—Ahora entiendo porque pediste tanta comida—resopló—. Es suficiente para alimentar a un ejército. No me voy a comer todo eso.

Puse un brazo en el respaldo de su silla y la acerqué más a mí. El perfume que emanaba era tan dulce como su sabor.

—¿En qué hemos quedado? Te necesito sana si voy a follarte todos los días de la semana—Hablé en su oído y arrastré mi nariz por su cuello—. Tu apetito sexual es bastante exigente.

Un escalofrío recorrió su piel.

—Está bien, tú ganas—cedió, masticando otro pedazo—. Has ganado todas nuestras batallas.

La sonrisa se expandió por mi rostro.

—Encontré el secreto para destruir a la gran Alayna Novak.

—Nunca fue un secreto que tú eres mi mayor debilidad. Sabes cómo llegar a mí y tomas ventaja.

No lo negué.

—Te encanta que me aproveche de ti—Mordí el lóbulo de su oreja—. Te encanta que te lleve al límite.

El pulso en su cuello se aceleró.

—Sí.

Incliné su rostro y la besé lento. La había tocado más de la cuenta las últimas horas. Estaba constantemente sediento de ella y no iba a disculparme. Cuando me puse intenso, Alayna se apartó y retomó su comida como si no me hubiera afectado ese beso. Yo era un adolescente de nuevo en su presencia. La camarera regresó y colocó el postre sobre la mesa. Dos potes de helados.

—¿Cómo es la vida en Palermo? —preguntó Alayna—. ¿Laika aún sigue viva?

—Fue madre hace algunos meses. Tuvo varios cachorros con otro doberman.

Alayna tosió.

—Lindo.

—Gian conservó a dos y yo también. Si antes era aterradora ahora mucho peor. Ser madre la hizo más territorial.

—¿Crees que me recuerde?

—Oh, sin dudas. Ella no olvida a las personas que le agrada.

—¿Qué sucedió con los demás?

—Luciano y Kiara son novios. Gian y Liana siguen juntos—respondí—. Mi madre ha tenido citas y Amadea decidió jubilarse.

Hizo un mohín.

—Qué pena, me hubiera gustado comer sus croissants. Nadie los prepara como ella.

—Podemos visitarla en Florencia cuando quieras.

El Rey Oscuro [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora