Capítulo 30 👑

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Luca

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Luca

Cuando llegamos a la mansión fue un absoluto caos. Alayna intentó convencerme de que era muy capaz de caminar, pero no lo permití. La cargué en mis brazos mientras la llevaba a mi habitación. Mi familia esperaba en la sala. Madre nos miró con horror y Kiara se cubrió la boca con las manos. Isadora estaba pálida. Agradecía que Thiago no estuviera presente. Había mucha sangre.

—¡Dios mío, Luca! —exclamó madre—. ¿Qué ha sucedido?

Sostuve a Alayna contra mi pecho y me dirigí a las escaleras.

—Las explicaciones las daré después—Miré a Luciano que era el único cuerdo—. Llama al médico.

Vi la preocupación en sus ojos azules.

—¿Dónde está Gian?

—No lo sé—respondí. Alayna se quejó en mis brazos—. Llama al doctor Medina. Ahora.

Él no presionó. Sabía que Alayna era mi prioridad en esos momentos.

—¿Necesita algo, señor? —Fabrizio se atravesó en mi camino.

—Asegúrate de que la bodega esté limpia y busca a Gian. ¡Qué alguien traiga una botella de whisky!

Kiara se apresuró a la cocina.

—¡Voy! —gritó.

Subí las escaleras sin decir nada más y metí a Alayna en mi habitación. La llevé al baño y la senté sobre el retrete. Tenía un kit de primeros auxilios con todos los elementos necesarios. Me lavé las manos con agua tibia y agarré un montón de vendas. Ella se había quitado mi chaqueta.

—Voy a retirar la bala, el médico se encargará de la sutura—expuse, poniéndome de cuclillas frente a ella. Tomó una respiración profunda, apretando los dientes—. Dolerá y mucho.

Su sonrisa arrogante pretendía demostrarme que no le dolía.

—No es la primera vez que me disparan. Te dije que estaré bien.

Cristo, que ella lo tuviera tan normalizado era doloroso. Sabía que había sido torturada y estuvo sometida a cosas peores, pero eso no impediría que me preocupara. Merecía ser tratada con cuidado y delicadeza. Miré de nuevo la herida sangrante y me tensé. No era superficial. Se veía peor de lo que imaginaba.

—La bala no tiene una salida, no puedo hacerlo—expliqué—. Es peligroso.

Alayna apretó los dientes.

—Nada de cirugía.

—Alayna, no seas terca—Toqué su piel y vi el sudor corriendo por su frente—. Es demasiado arriesgado que yo lo saque.

Kiara entró al baño y me entregó la botella de whisky. Miró a Alayna con preocupación.

—¿Puedo hacer algo más por ustedes?

El Rey Oscuro [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora