Capítulo 4

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Al fin llegó la tan esperada noche y tal como debía ser, todo salió de maravilla.

Si bien el niño había estado nervioso esta tarde, luego de su pequeña charla obtuvo la seguridad necesaria para ir a recibir su don con la frente en alto. Y por eso todos estaban aquí ahora, en la habitación del pequeño maravillados con toda la nueva decoración.

Antonio había recibido el don de hablar con los animales, lo cual personalmente a Brenda le parecía espectacular. Mucho mejor que lo que le había tocado a ella, ya que si tuviera ese regalo podría entender a las ratas que a veces le hacían compañía en su habitación (las cuales tenía que ocultar a cada rato de su mamá porque no estaba bien que una jovencita tuviera ratas de amigos).

En el momento en que llamaron a una foto familiar se sobresaltó un poco pues no lo esperaba, pero se acercó tímidamente yendo tras sus primos con dirección al centro, donde estaban los demás.

Al tomar la foto, todos quedaron con sonrisas enormes presumiendo sus habilidades con orgullo, pero ella no se sentía cómoda en lo absoluto, así que solo sonrió forzada en una esquina sosteniéndose el brazo y haciendo el signo de paz con la otra mano. En la foto Brenda quedó alejada de la familia en un rincón, casi como si una parte de la imagen fueran ellos y la otra ella, sin relacionarse entre sí. Cualquier parecido con la realidad era pura coincidencia.

Las felicitaciones y elogios continuaron sin parar, con todo el mundo fascinado por el nuevo don Madrigal, quitándole la oportunidad de darle sus propias felicitaciones a su primito, pero esto no le molestaba. Estaba feliz por él y por la familia, de verdad, sin embargo se sentía fuera de lugar, como si en ese cuadro perfecto de alegría ella simplemente no encajara. Para colmo, una molesta punzada en su cabeza estaba comenzando a formarse poco a poco. Quizá era la música alta, o quizá el cansancio emocional del día combinado con las visiones que hizo después de que dejara de hablar con Toñito, el punto es que el dolor en su cabeza aumentaba gradualmente.

Mientras los demás bailaban y rumbeaban dichosos, ella aprovechó la oportunidad para escabullirse fuera de la habitación directo al patio de Casita que estaba por fortuna completamente solo. Bajo las escaleras que la casa había puesto esta tarde y se sentó en la última masajeando sus sienes para amortiguar el dolor punzante y a su vez concentrarse en algo más que le evitara pensar en el sentimiento de rechazo y la ansiedad que le daba estar rodeada de gente. La bendita música no estaba ayudando en nada.

De la nada sintió como el escalón en el que estaba sentada temblaba. Creyó que era Casita dándole ánimos pero al mirar el escalón noto que era un temblor constante que se replicó rápidamente hacia los escalones superiores y luego a las barandas de los balcones haciendo que la macetas se movieran — ¿Casita? — se levantó de su lugar mirando intrigada la casa buscando el significado de esto cuando un estruendo de algo quebrándose captó su atención. Camino apresurada al centro del patio donde había una teja rota que acaba de caer del techo 

— ... ¿Qué? — el asombro de la joven no duró mucho porque al tocar la teja el dolor en su cabeza se disparó, ahora en una sensación conocida "No, no no, ahora no, hace tiempo que no me daban". Cerró los ojos fuertemente intentando evitar que la visión involuntaria llegara a su cabeza pero fue inútil. Al abrirlos, estos brillaban de un verde intenso y frente a ella noto como una telaraña de grietas se extendía rápidamente por el patio, subiendo las escaleras, pasando por el cuadro de su abuelo Pedro y luego hacia cada una de las puertas de su familia.

Giro la vista hacia la torre donde estaba la ventana con la vela y desde allí en el primer piso vio como las grietas llenaban la pared en acecho de la vela hasta que la alcanzaron y su llama se apagó por completo junto con las puertas de su familia, incluida la suya. La casa temblaba descontroladamente y Brenda no pudo mantenerse de pie. No sabía si era un temblor real o era parte de la visión, no había arena, por lo que estaba ciega al presente, solo viendo todo de verde. Realidad y futuro estaban mezclados en este momento para ella.

La profeta y el hombre de lentes verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora