Capítulo 19:

729 49 47
                                    

Carlo y Beatrice nacieron hace siete años en un pacífico pueblo en las costas de Italia.

La madre de ambos murió al darlos a luz, y su padre se encargó de cuidar de ambos.

Realmente Beatrice no recuerda mucho a su papá, pero Carlo si.

Su papá se dedicaba a la pesca, que era el negocio que mantenía en pie a ese pequeño pueblo, y era servicial con su comunidad.

Aquel pueblo no tenía nada de especial, era pequeño y un poco pobre, pero por lo menos la gente del lugar era amable y servicial, era una característica del lugar.

Carlo ayudaba a su papá con la pesca desde que puede caminar, su sueño era tener un barco enorme y vivir ahí con su papá y con su hermana, quería pescar y viajar por toda Italia, pelear con los mares, y disfrutarlos a más no poder con su familia, comer muchos camarones, y tener una pecera con un pulpo en el barco.

Era un sueño complicado por su posición económica, pero bastante lindo a ojos de su papá.

Realmente era un sueño bastante imposible, la pequeña familia vivía al día con lo que ganaba, tanto que había semanas en las que solo comían del pescado que no se vendía para poder sobrevivir.

Un día, todos esos sueños se vieron aplastados.

Mientras Carlo y su papá pescaban algo lejos de la costa, una fuerte tormenta los atrapó a ambos en medio del mar.

Carlo aún lo recuerda vívidamente. El barco en el que pescaban se había roto, un remolino de mar iba a trágaselos a ambos, pero su papá por salvarlo lo aventó al mar con una tabla para que remara a la costa, siendo la única forma para que por lo menos el sobreviviera.

Su padre fue claro, "Cuida a tu hermana". Fueron las ultimas palabras de aquel viejo pescador antes de ser tragado por un remolino de mar, palabras que quedaron tatuadas en el pequeño y dolido corazón de Carlo.

Ese día, Carlo solo sobrevivió de milagro, llegó a la costa con su tablita por la mitad, y casi muriendo de hipotermia.

Para ambos hermanos fue un golpe muy duro que su papá haya muerto, ambos amaban demasiado a ese carismático señor, y Carlo pensaba que no quería seguir viviendo si no tenía a su papá a su lado.

Igualmente morir no era una opción, Carlo tiene una misión mucho más importante que su propia vida, tiene que proteger a su hermana, tal y como se lo pidió su papá.

Carlo se obsesionó con eso de cuidar de su hermana, pensaba que solo por eso estaba vivo, y pensaba que si no podía cumplir ese deseo, su papá sentiría vergüenza de el.

Carlo necesitaba mantener su honor en alto y cumplir esa promesa, Beatrice tiene que ser muy feliz o su vida no serviría de nada.

Al morir su padre, Carlo siguió pescando para mantenerlos a ambos. Con lo que Carlo pescaba y vendía, podían muy a penas hacer que su casa tuviera agua y luz, mas no alcanzaba para comprar comida, por lo que solo comían del pescado que no se vendía en el día.

A Beatrice nunca le molestó esto, le gustaba el pescado, y su forma de ayudar era manteniendo su casita en orden.

Beatrice no ayudaba a su hermano con la pesca porque ella no sabía pescar, además, su padre siempre le dijo que las niñas no debían trabajar, cosa que Carlo respetó. Beatrice tenía prohibido acercarse a pescar.

Por mas que Carlo no comiera y necesitara ayuda, respetó el deseo de su padre de que Beatrice no debía de trabajar, solo debía ser feliz y ya.

Igual, este estilo de vida no duró mucho. Después de algunos meses del accidente, se corrió el rumor por un despistado turista de que dos hermosos niños huérfanos vivían solos en aquel pueblo costero.

Secuestrado en RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora