Capitulo 8:

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Al final, no había encontrado una salida, ni siquiera una ventana en la planta baja, todas las ventanas tenían un barandal que me impedía salir. La casa era tan grande, me perdí 3 veces simplemente en la planta baja, y no pude tomar el valor para investigar en la planta alta, tenía miedo de lo que pudiese encontrar. Se que suena absurdo, pero creo qué hay más personas secuestradas como yo, y aunque no fuera así, tengo miedo. Ojos que no ven, corazón que no siente. Prefiero no saber nada de lo que pueda pasar aquí.

Después de haber investigado por toda la planta baja, me he metido a una ventana en particular. Era una ventana que sobresalía de la pared exterior, estaba algo alto, pero saltando podías llegar ahí. Era una ventana que no tenía vidrio, pero si tenía ese particular barandal que tenían todas las ventanas, tenía una cortina, que si la cerrabas, podrías confundir esa ventana con una normal, pero si la cerrabas contigo dentro de esta, parecía como si hubieses desaparecido, o por lo menos así me hizo sentir cuando la cerré. Era un lugar estrecho, pero estando ahí, me sentía como si mis problemas no existieran. Era como una pequeña terraza, aunque era obvio que la ventana no estaba diseñada para serlo, era simplemente una ventana que de seguro se veía hermosa en el exterior, pero que no resaltaba mucho en el interior, también era acogedora por que no tenías que encorvarte para estar ahí, era el lugar perfecto para estar solo, y además tener esa suave brisa del bosque.

Aunque no lo parezca, creo que tengo mucha suerte. Mis amigos migrantes me habían contado muchas cosas cuando estaba en México, a muchos la palabra "Secuestro" les era familiar de una manera muy cercana. Me contaban que cuando te secuestran, te encierran en una habitación pequeña, descuidada y olorosa, llena de cucarachas y de parásitos, te golpean hasta que prefieres simplemente morir, y no te dan de comer en varios días. Otros me contaban que los ataban a una silla y les metían agua mineral con limón en la nariz, y los obligaban a hablar sobre el paradero de otros migrantes para matarlos a todos. Por suerte, no me han golpeado a morir y no tengo agua mineral en mi nariz, es una suerte ¿No? Tal vez mis amigos se burlarían de mi si a esto lo llamo secuestro. Pero, si esto no es un secuestro, entonces, ¿Por que me siento así? ¿Por que me siento tan incompetente? ¡Quiero a mi mamá! Quiero a mis hermanos, que me digan que todo está bien, que besen mi frente y me protejan, como siempre lo habían hecho ¿Por que tengo que darme cuenta hasta ahora de lo importantes que son para mi? ¡¿Que me costaba simplemente conseguir un trabajo?! Si hubiera buscado más, si tan solo hubiera puesto más de mi parte, cualquiera me hubiera contratado a pesar de la minoría de edad, pero como siempre, tenía que ser una carga para todos. Ellos estarán mejor sin mi, ya no tienen que cargar conmigo.

Gruesas lágrimas salieron de mis ojos, el sentir que no soy útil para nadie, aunque sea un alivio, igual duele. No se por que estoy triste, es muy bueno que nadie dependa de mi, pero me duele que nadie me necesite, me duele no haber dejado una huella. Los que más me necesitaban eran esa familia de estadounidenses, pero ni siquiera era tan necesario. Nunca pude entenderlos, pero se que me despreciaban. Siempre me miraban de esa forma tan despectiva, y siempre me hablaban en inglés a propósito para hacer relucir mi ignorancia, pero a pesar de todo eso, aunque sea un poco, en verdad los extraño. Ojalá que esa carne que había sacado a descongelar antes de que me secuestraran no se haya echado a perder. También espero que esos secuestradores hayan cerrado la puerta de esa casa, o que alguno de esos estadounidenses haya llegado a tiempo para cerrarla. Y que nadie se haya metido a robar por mi culpa.

Respire hondo y deje que el fresco aire natural que pasaba me diera un poco de tranquilidad. No quiero que me vean llorando, no merecen mis lágrimas. Cuando pude dejar de llorar, abrí las cortinas y salte al piso, volví a cerrar las cortinas de mi nuevo lugar seguro y me incorpore un poco.

No muchos segundos después, el gorilón de antes, el que creía que quería comida mexicana, me miró así como agradecido con el cielo. Tenía una cara de que su vida se había salvado. El estaba jadeante y sudoroso, pero pareció sentir un gran alivio cuando me vio.

Rápidamente, el gorilon me ha tomado fuerte del brazo y ha gritado.

—¡l'ho trovato! (¡Lo encontré!)—Gritó con un gran alivio en su tono.

No se que ha gritado, pero en cuanto ha dicho esto, unas fuertes pisadas se aproximaban hacia nosotros. No se lo que era, pero tenía un profundo miedo a lo que se acercaba, y no era para menos. Alair, con una cara que demostraba un enojo desbordante, se ha acercado a nosotros. Incluso el gorila tenía miedo, su mano había temblado.

Levante la mano para saludarlo, pensando que con el que estaba enojado, era con el gorila, pero en cuanto iba a pronunciar palabra, una fuerte bofetada había recaído sobre mi. Tan fuerte que incluso casi caía al suelo, pero por suerte, el gorila me tenía agarrado del brazo.

—Te crees muy listo ¿verdad?—Amablemente, el gorila me ha ayudado a incorporarme de nuevo, debería aprenderme su nombre.

Alair me miró esperando una respuesta, pero la verdad no había entendido nada, lo único en lo que pensaba era que me dolía mi mejilla, y más en la parte donde me había pegado con el anillo, incluso puedo saborear un sabor metálico en mi boca.

—¿Te vas a hacer el tonto?—Alair, sin piedad alguna, ha vuelto a abofetearme con la misma fuerza de antes, pero esta vez no caí al suelo, ya que mentalmente estaba preparado para otra bofetada.

—¡Yo no he hecho nada!—Grite, y Alair me ha tomado del cabello y me ha arrastrado hasta mi mayor temor, la planta alta de esa casa.

Forcejee para no dejar que hiciera lo que quisiera conmigo, pero fue mala idea hacerme el valiente en las escaleras. Alair, soltó mi cabello, pero me empujó por lo que llevábamos subido de escaleras. Mi cuerpo rodó hasta el primer escalón. Mis piernas, mis brazos, mis costillas, incluso mi cabeza dolía, pero esto no parecía interesarle mucho a Alair.

Alair bajo las escaleras y retomó el agarre que tenía en mi cabello. Con mis manos pude sobrellevar mi peso, yendo colgado del brazo de Alair. Pensé que no aguantaría más, veía todo borroso, y no era capaz de diferenciar en donde me dolía, sentía que ese era mi final, pero por suerte, cuando mis brazos no pudieron más, habíamos llegado.

Era una habitación enorme, o tal vez la veía así por que la observaba desde el piso. Era una habitación con muchos muebles y decorada con un hermoso papel tapiz color sepia que a simple vista se veía costoso.

Alair, sin cuidado alguno, me cargo y me aventó a la enorme cama. Era tan suave, o tal vez ya estoy delirando, pero siento como si fuera una nube. Era un lugar lindo, esa colcha café combinaba con el color sepia de las paredes, al igual que esos suaves almohadas blancas y ese piso de alfombra color blanco. Todo parecía tan bien cuidado, se podía ver el empeño en hacer la habitación, lástima que esta sería mi nueva jaula.

Alair me miraba detenidamente, me sonreía con autosuficiencia, y se acomodó, poniendo mi cabeza en su regazo, sin moverme mucho.

—Eres lindo cuando no hablas—Susurro Alair, y puso su mano en mi frente, para quitar el cabello que tenía en esta—Y mas lindo cuando no te mueves—Alair peinaba mi cabello con sus dedos, era aterrador, pero me sentía más en un sueño que en mi realidad—Por lo menos, ahora lo pensarás dos veces antes de intentar escapar de esta casa.

Quería correr, levantarme, volver a mi escondite secreto, pero mi cabeza duele, mi cuerpo duele, solo quiero dormir, pero tengo miedo. Miedo de quedarme dormido y estar atado a una silla, con agua mineral en mi nariz, y que el me pregunte dónde está mi familia para poder ir a matarlos.

Inevitablemente, mis ojos se cerraron, aún luchaba conmigo mismo para no dormir, pero mi falta de voluntad era demasiada, caí dormido en el regazo de mi verdugo.

Secuestrado en RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora