Capítulo Uno

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La música ruidosa aumentaba a cada instante y hacía duplicar mi mal humor.

Creí que trabajar en un club nocturno sería buena idea, devuelvanme al día en que tomé este trabajo y denme un tiro.

Dejé la bandeja con vasos en el mostrador y esperé a que sean llenados, el humo de los cigarrillos nubla mi visión y causa que arrugue la nariz.

Suri se acercó igual de cansada que yo, sus ojeras parecían de muerto, amarró su cabello castaño y se dejó caer sobre el mostrador.

—No entiendo cómo permaneces intacta —comentó al bostezar.

—Detesto estar con mal aspecto.

Nos conocimos en el trabajo y de todas las demás chicas ella es la que más me agrada.

—Oye bombón —la llamó un sujeto—. Trae dos cócteles.

—Bombón tu maldito trasero —contestó molesta.

A eso me refiero cuando digo que me agrada.

Tomé la bandeja y seguí con mi turno, muchos hombres adinerados venían por el show de una mujer que forma parte de su círculo social.

Eso fue lo que dijo el dueño del lugar, la mujer quiere sorprender al hombre que le gusta.

—Damas y caballeros con ustedes la señorita Zero.

Las aplausos resonantes me hicieron doler aún más la cabeza.

Era bonita además de moverse increíblemente en ese tubo, sentía la música y cada movimiento era firme pero a la vez delicado.

—Mujer —de pronto un golpe en mi trasero me tomó de sorpresa—. Trae esos tragos que me muero de sed.

No me pagan lo suficiente.

Si causo un disturbio seré despedida.

—Pues muerete, le harías un favor al mundo.

Se levantó y agarró mi brazo con brusquedad, la bandeja cayó causando un gran estruendo y llamando la atención de todos.

Antes de si quiera darme una cachetada le di un pisotón para que me soltara, parecía un gorila salvaje.

Sin medir su fuerza me empujó, caí sentada pero aún así fue un potente impacto.

Inesperadamente un golpe lo mandó lejos, un hombre vestido de traje negro se acercó y me ayudó a levantarme.

Su cabello es peculiarmente parecido al mío, es cómo ver una copia mía pero con la piel un tan oscura al igual que los ojos.

—¿Estás bien?

—Y-yo...si, estoy bi-bien.

Qué le pasa a mi boca que hablo como tartamuda.

Sonrió y posó su mano sobre mi cabeza.

Me parecía alguien conocido pero estoy segura que es la primera vez que lo veo.

—Deberías buscar un nuevo trabajo y librarte del acoso.

—Es fácil decir eso cuando eres millonario.

—Puedo ayudarte si gustas.

Fruncí el ceño y sin dudar le di una cachetada.

—Te equivocas si piensas que soy ese tipo de mujer.

—Qué carácter.

—No te daré sexo por unos miserables billetes.

—Aguarda, me malinterpretaste, puedo darte un trabajo decente.

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