Capítulo Cinco

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Idiota.

Soy idiota, no debí besarlo, ahora por su culpa mí cara está en todos los periódicos, incluso soy noticia internacional.

Me recosté sobre la mesa maldiciendo mi vida y sobre todo mí estúpido accionar negligente.

Es cuestión de tiempo para que me encuentre, una vez que esté bajó sus garras será imposible librarme.

¿Qué hiciste Irasue?

Yo no pedí venir al mundo para luego estar endeudada hasta el cuello.

—¿Ya terminaste con tu drama?

—No moleste señor Toga.

—Deseo una tarta de limón.

—Se terminó.

—Una limonada.

—No hay.

—¿Helado de limón?

—Tampoco.

Comenzó a irritarse y divertida seguí con el juego.

—Un late de limón.

—Hace minutos se llevaron el último.

—¡Limones, dame unos malditos limones!

—Nos llegan la siguiente semana.

—Bien —suspiró cansado y estresado, seguro el trabajo es duro con él—. Hazme un sándwich de carne con verduras.

—¿Cocidas o crudas?

—Cocidas.

—¿Carne de res o cordero?

—Ambos.

—¿Aderezos incluidos?

—Sólo ketchup.

—¿Lo desea con papás fritas?

—Por favor, Irasue, ¡sólo dame el sándwich, me importa poco como esté! —tocó su frente y por un momento se tambaleó.

Asustada corrí a sostenerlo pero no pude detener su caída que también me afectó, cayó sobre mis piernas evitando golpearse la cabeza.
Su frente ardía peor que caldera caliente.

—¡Señor Totosai! —grité lo más fuerte que pude.

—¿Qué pasa?, ¡mi señor! —soltó asustado al verlo en el suelo—. Dios mio ya se nos murió.

—Se desmayó, está enfermo.

—Debemos llevarlo al hospital.

—No es tan grave.

—¡Se acaba de desmayar!

—Pero su vida no corre peligro, necesita una ducha fría.

Totosai condujo peor que un demente, se pasó las señales de tránsito y casi atropellada a un hombre, todo porque Toga tiene fiebre.

Me sorprendió ver que no tiene casa propia pero vive en uno de los hoteles más lujosos del país que obviamente son de su propiedad, subimos hasta el último piso donde Totosai abrió la puerta, es el único que tiene una copia de la llave.

Los escoltas lo llevaron hasta la tina donde lo bañaron y cambiaron, me dediqué a preparar un poco de sopa pero al momento de prepararla me di cuenta que me pasé de sal.

Soy mala para la cocina pero buena para repostería.
Para solucionar el problema de puse más agua pero perdió el sabor, sin medir puse nuevamente más sal.

Mi celular se prendió mostrando la llamada entrante de Suri, le escribí brevemente lo sucedido.

—Suri —dije al contestar.

Romance Inoportuno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora