PRÓLOGO

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La primera vez que Katsuki le preguntó a su madre por qué ella no tenía el cabello corto como sus amigos en la escuela, Mitsuki le respondió que podía cortarlo un poco si no le gustaba.

Mitsuki vio a su hija sonreír emocionada cuando terminó de cortar su largo cabello hasta dejarlo un poco más arriba de los hombros. A los ojos de ella, su hija era muy feliz.

Katsuki tenía cinco años.

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Cuando Katsuki le preguntó por qué los niños la trataban diferente en la escuela, ella le dijo que solo procuraban ser cuidadosos con ella por ser una niña. Katsuki frunció el ceño y desaprobó la respuesta negando cruelmente a su madre, dijo entonces:

—Pero yo no me siento como una niña, yo quiero ser como ellos, yo quiero ser un niño.

Mitsuki solo le sonrió y revolvió su melena, comprendiendo que su pequeña niña se encontraba en una de esas etapas confusas que formaban parte del crecimiento.

Katsuki tenía siete años.

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—Odio usar esta falda, mamá. Quiero usar pantalones para la escuela.

Mitsuki frunció el ceño confundida y un tanto preocupada, se acercó a ella y le acarició la mejilla susurrando:

—Hazlo por mí, como un favor especial, ¿De acuerdo?

Katsuki solo asintió. En recompensa, Mitsuki se deshizo de varios vestidos y faldas que le había comprado y en su lugar colocó varios pantalones de colores oscuros, como lo había deseado Katsuki.

Ella se veía feliz, aunque frunciera el ceño cuando se alistaba para ir a clases.

Katsuki había cumplido los nueve años.

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Apenas faltaban dos meses para que Katsuki cumpla diez años.

Fue un domingo por la mañana, cuando Mitsuki decidió que hacía un buen clima como para tener un día de campo en el parque natural de su pueblo, que su hija hizo un comentario que dejó a Mitsuki pensando por varios días.

—Hoy en la escuela hablamos sobre las diferencias entre los niños y las niñas. Según la maestra, yo soy una niña—Mitsuki sonrió a su hija y asintió mientras acariciaba su cabello corto—. Pero no me siento como una niña. Las niñas son lindas y no me desagradan, pero no siento que sea como una niña.

Mitsuki frunció el ceño en confusión, dejó de acariciar los cabellos de su hija para mirarla detenidamente, la frustración de no comprender lo que estaba sintiendo se reflejaba en el rostro de su hija. Y ella tampoco sabía cuál era la respuesta que esperaba escuchar.

—Dios quiso que seas niña, la niña más linda que la gente puede llegar a conocer.

—¿Y si Dios se equivocó, Mamá?

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Un día Mitsuki fue llamada a la escuela de su hija, directo a la sala de reuniones donde ya la esperaba un padre de familia, un chico de trece años que ella reconocía como compañero de su hija, el Director de la institución y Katsuki. Su hija, con ojos y mejillas enrojecidas, cabello enmarañado y la mano derecha cubierta por un paño con hielo, mantenía la mirada fija a la ventana y una expresión de coraje en el rostro. Mitsuki respiró profundo, la imagen que tenía frente a sus ojos solo gritaba problemas, problemas, problemas, y dejaba como única culpable a Katsuki, que se negaba a mirarla directamente a los ojos.

Corazón azul |KatsuDeku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora