Capítulo IV

391 79 21
                                    

Katsuki se despertó a las cinco de la mañana de un domingo bastante calmado, un mal sueño del que no recordaba más que la adrenalina recorriendo sus venas lo había despertado jadeante e inquieto. Sentado en el centro de su cama observó la puerta de su habitación, fue consciente de dónde se encontraba un par de minutos después.

El silencio del vecindario era un ruido fuerte dentro de su cabeza. En el pueblo que hace poco abandonó era diferente, había voces, pisadas, a veces los perros ladraban con fuerza a cualquier cosa y la bulla de su madre en la cocina le quitaba el sueño. No se quejaba de haber despertado temprano, después de todo estaba acostumbrado, pero en esta ocasión la razón había sido diferente y le había dejado un sabor de boca amargo.

Restregó sus manos contra sus ojos para espabilar el poco sueño que le quedaba, miró hacia el gancho en la pared donde colgaba su nuevo uniforme y resopló con fastidio, sus días de descanso habían terminado y a la mañana siguiente estaría caminando hacia su nueva escuela.

Durante toda la semana se dedicó a recorrer las diferentes calles que podría usar para llegar a la estación, tomó por dos ocasiones el tren que ocuparía desde ese momento y conoció las instalaciones de la institución.

Era una escuela grande tanto en su extensión como en su infraestructura. Tenía un modelo algo extraño, pero parecía conveniente. En una ocasión llegó en la hora de salida y pudo ver los grandes grupos de estudiantes que se dirigían hacia diferentes direcciones. Al ser una ciudad más grande que su pequeño pueblo era de esperar que el cuerpo estudiantil sea extenso, Katsuki sintió frustración.

Pronto él sería parte de ese montón.

Sintiendo que volver a dormir sería imposible decidió que su día empezaría temprano.

Se levantó en dirección al baño, encendió la luz y pasó de largo hacia la ducha. Las noches de verano siempre eran calurosas, pero las prefería por encima del frío nocturno de invierno.

Le tomó quince minutos estar listo y preparando el desayuno para él y su padre, quien seguía durmiendo. Katsuki detestaba hacer ruido en la cocina por lo que sus movimientos eran casi silenciosos y precisos, su padre definitivamente no sabría que él ya se encontraba despierto.

A las siete de la mañana encendió el televisor con el volumen bajo y se sentó a desayunar, la comida de su padre la cubrió con la intención de dejarlo dormir hasta la hora que viera conveniente, después de todo era su día de descanso.

Comió con calma, mirando de vez en cuando hacia el balcón o a la nada, aún sentía una inquietud en su pecho con relación al sueño que no recordaba, tal vez era mejor así.

Vio un par de capítulos más de la serie que había encontrado y luego se dirigió a su habitación. Con lápiz y papel en la mano escribió una nota a su padre que dejó sobre la mesa y junto al desayuno, indicaba que saldría por un momento y regresaría a la hora del almuerzo.

Siendo las ocho y treinta de la mañana, Katsuki salió en ruta indefinida.

Cerró la puerta y caminó con las manos metidas en los bolsillos de su jogger gris. La camiseta que decidió usar en esa ocasión era una de las que había comprado la semana pasada en compañía de la pequeña chica que apenas y conocía. Midoriya Izuku.

Fuck you, decía en letras blancas, y así se sentía ese día. Que se joda todo el mundo.

.-.-.

Desde la estación de trenes caminó por diez minutos hacia un parque por el que había pasado un par de veces los días anteriores. El sol aún no golpeaba con intensidad y el calor era soportable. En algún punto de su trayecto ingresó a una tienda de conveniencia y compró una bebida energética que bebió poco a poco.

Corazón azul |KatsuDeku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora