Capítulo VII

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—La pizza con piña se inventó en Canadá.

—El signo de arroba es sólo una "a" en medio de un círculo.

—Los cacahuates son legumbres.

—Las hormigas sobreviven al microondas.

—El agua de los lagos es de las lluvias que se estancan, con el paso del tiempo se purifican solas.

—¿Eso es cierto?

—No tengo la más mínima idea, me lo acabo de inventar

Katsuki dio un ligero empujón en el brazo de Izuku mientras ella reía por haber conseguido engañarlo.

Ambos estaban tumbados sobre el césped con los ojos fijos en el inmenso azul del cielo. Katsuki escuchó a Izuku suspirar a la vez que se acomodaba en su lugar, el césped crujió bajo ella y le advirtió del movimiento. Él giró la cabeza para encontrarse de frente con los grandes ojos verdes de la chica. Se veía feliz, tan tranquila y en paz consigo misma que no creía posible haberla visto llorando hace apenas una hora. Levantó su mano derecha y deslizó la yema de sus dedos sobre su mejilla, intentando borrar un camino de lágrimas que ya no existía.

—Te ves fea—dijo con voz burlona mientras recibía un puchero de su parte—. Tienes la nariz roja y los párpados hinchados. Además, ¿eso es moco?

Izuku se alejó inmediatamente cubriendo su nariz y boca por instinto, con las mejillas bañadas de vergüenza y el pánico reflejado en sus ojos. Katsuki carcajeó por tal reacción, no pudiendo guardarse más la mentira. La chica enojada se lanzó hacia él y pellizcó su brazo.

—¡Eso es cruel! -gritó.

—Pero pudo ser cierto. Hace poco me dejaste la manga de mi abrigo toda mojada de tus mocos.

—¡Eran lágrimas!

—Como sea. Eres una llorona.

—Insensible, cuando tengas un perro que reencarne hasta volverte a ver no quiero saber que has estado llorando.

Katsuki largó un suspiro lleno de resignación. Tal vez debió esperar esa reacción de parte de Izuku, quizás el ingenuo fue él.

—Era sólo una película, no tenías razón para llorar durante todo el camino hasta acá, ¿Sabes cuántas miradas juzgadoras tuve que aguantar?

—Si hubieras llorado conmigo habría sido diferente. Insensible.

—Llorona.

—Desalmado.

—Corazón de pollo.

—Corazón de cerdo.

—¿En serio? ¿Hasta ahí llega tu imaginación? Mal, muy mal.

Izuku golpeó el hombro de Katsuki mientras tomaba impulso para levantarse, un par de pasos la alejaron del rubio y él, aun riendo por haberla hecho enojar, la siguió.

—Vete, no quiero verte ahora-dijo sin dejar de caminar, Katsuki ignoró su pedido y continuó caminando detrás, con las manos en los bolsillos de su pantalón y la mirada hacia el cielo—. Te dije que no me sigas.

—El carrito de café está en esta dirección, no te sigo, tonta.

Izuku se detuvo y dejó pasar al rubio a su lado para que siguiera hacia el pequeño carrito de café que había mencionado, mordió su labio inferior y restregó ambas manos en su abrigo de lana a la altura de su abdomen.

Estaba haciendo frío y sus manos estaban congelándose, podía sentir la punta de su nariz helada. Quería un café con leche bien caliente, pero no quería que Katsuki la acusara de estarlo siguiendo, estaba enojada.

—Te compraré uno si vienes hasta acá— Izuku miró a otro lado con la dignidad floreciendo en su puchero—. Ah, tiene pan de leche recién horneado.

Tal vez no estaba tan enojada como para no poder perdonar lo bruto que podía ser Katsuki. Volteó a verlo, él le sonreía con su típica actitud burlona, pero ella, en los dos meses que llevaba de conocerlo, sabía que debajo de eso había una disculpa. Ella le sonrió y él volteó rápido para hacer el pedido al encargado del pequeño puesto ambulante.

Izuku miró la espalda de Katsuki, en esa ancha chaqueta de cuero y bajo el abrigo de tela existía cubierta una fina espalda de tez pálida que ella había podido ver apenas una vez, y unos abultados y bondadosos pechos que todavía recordaba rebotando al salir de las vendas.
Quizás ahora estaba usando el binder que le regaló una semana después de ese accidente, e imaginarla con él hacía que le latiera el corazón de forma acelerada.

Tal vez empezaba a hacer un poco de calor.

Katsuki la miró de reojo, las mejillas sonrojadas y la mirada perdida en la nada le provocaron gracia. Era muy obvio por el doble abrigo que llevaba que ella odiaba el frío, al igual que él, pero en ese momento y con esa actitud juraría que estaba muriendo de calor.

El sonido del celular de Izuku sacó a ambos de sus pensamientos, ella revisó la pantalla y respondió la llamada alejándose unos pasos de Katsuki hasta darle la espalda. Él solo se volteó para tomar el pedido.

Con los vasos herméticos en sus manos y una bolsa con panes de leche calientes entre sus dedos se giró y caminó hasta Izuku, quien ya se encontraba cerrando la llamada. Ella se volteó y sonrió tímida a Katsuki.

—Este es tuyo—susurró Katsuki con la voz gruesa y suave de siempre. El calor en las mejillas de Izuku volvió en un tono carmín. Ella le agradeció mientras extendía su mano y disfrutaba del cálido contacto— ¿Se enojó?

—Un poco, te manda saludos.

—Por supuesto que lo hizo—dijo con sorna mientras levantaba su vaso de café americano—. Buen intento.

—Lamento que esto sea incómodo para ti.

—Él es un idiota. No te disculpes en su nombre. Supongo que tienes que irte.

Katsuki miró hacia otro lado ignorando el largo suspiro que lanzó Izuku. Había sido una buena tarde, pero el novio de su amiga la estaba esperando y él no debía demorarla un segundo más.

—Quiero ir a ver las luces de navidad, ¿vamos?

Izuku sujetó el antebrazo de Katsuki y fue deslizando suavemente hasta aferrarse a su mano, en ella le brindó un apretón suave que ganó la atención de Katsuki. Él la miró con duda, ella se sintió ligeramente mal, pero cuando le sonrió como solo él sabe hacerlo, ella se olvidó de la amenaza de su novio y caminó feliz colgada del brazo de Katsuki.

Porque ella quería mucho a su buen amigo Bakugo Katsuki.

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Subí desde el celular este capítulo y necesitaba arreglarlo. 

Es corto y da paso a un salto de tiempo, en el siguiente capítulo se verán los espacios que han quedado vacíos. 

Nos vemos en el siguiente capítulo abejitas :3

Corazón azul |KatsuDeku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora