Capítulo I

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Mitsuki en verdad intentó buscar soluciones diferentes a la drástica decisión que había cruzado por su cabeza hace una semana atrás, cuando todas las piezas encajaron y al fin pudo quitarse la venda de los ojos. Realmente no quería hacerlo, pero recordar todas las reuniones fallidas que había tenido con los directores de las pocas instituciones educativas que ofertaba su pequeño pueblo le provocaba un desesperante dolor de cabeza.

Dio una calada a su cigarrillo, se inclinó hacia adelante en la baranda de seguridad del balcón de su habitación y cruzó los brazos sobre ella mirando hacia el cielo que empezaba a matizarse en tono naranja y rojizo.

Podía escuchar desde ahí de forma distorsionada el sonido encerrado de la música que Katsuki estaba escuchando en su habitación. No entendía por qué prefería hacer ruido con ese parlante portátil y no utilizar los audífonos, tal vez eran cosas de chicos que ella no entendía completamente, por más joven que se sintiera.

Chicos, la palabra retumbó en su cabeza hasta rebotar como una pelota entre dos paredes de una habitación vacía. Hacía eco cada vez menos intenso y la dejaba pensar con claridad, pero en su pecho todavía existía algo que se oprimía hasta doler.

Sí, ahora Katsuki era su hijo y debía aceptarlo como merecía. Por años lo había obligado, técnicamente, a vestir como algo que no sentía correcto, y ahora que podía decir que comprendía la mayor parte de las cosas que estaban pasando, tenía que aceptar verlo vestir pantalones holgados para chicos y camisetas con logos algo extraños.

Debía admitir que se veía muy bien. Sus facciones femeninas seguían apreciándose bajo ese aspecto rudo que pretendía poseer, y se enmarcaba en su cabello aún largo y sus grandes pechos. No podía negar que estuvo confundida cuando ofreció a Katsuki un corte de cabello más acorde y se negó; al sentir el alivio en su pecho, Mitsuki comprendió que aún le costaría un poco adaptarse al cambio de situación que empezaba a envolverla, y que resultaría más difícil de lo que creyó. Pero lo intentaría.

Claro que lo haría.

Un paso a la vez, Mitsuki, se había dicho para mantener la calma.

Quizás Katsuki también lo había entendido y solo le estaba brindando tiempo para asimilarlo.

Dio la última calada a su cigarrillo antes de apagarlo contra la baranda y dejar la colilla en el borde. El recuerdo de las reuniones volvió de pronto a su cabeza y la hicieron fruncir el ceño.

No estamos de acuerdo con sus condiciones, señora.

Sería un escándalo para los padres de familia, señora.

Los alumnos no se sentirán cómodos con la situación, señora.

Mitsuki mascó saliva ante el coraje y la indignación, ¿qué había de complicado en permitir que Katsuki asista a su institución utilizando el uniforme de los chicos?

—¿Cuál es su maldito problema? —masculló cerrando los ojos. Todos eran unos idiotas, unos malditos idiotas.

Y luego llegaba a su cabeza otra situación no tan alejada del contexto principal. Katsuki.

En la escuela que apenas hace unos días había mandado a la mierda había una chica, una chica que a Katsuki le había gustado desde que la conoció. Y ella había sido la fuente principal del problema que terminó con Katsuki encerrado en su habitación sin deseos de salir o conversar.

El mismo día del retiro Katsuki había aceptado las exigencias de su madre por confesarle todo lo que sucedió, alegando a lo vulnerable que se encontraba en ese momento. Y Katsuki le confesó la verdad de los hechos.

Corazón azul |KatsuDeku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora