Capitulo 1. La unificación.

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Capitulo 1: La unificación del dolor, miedo y poder.

El silencio era sepulcral, nadie se atrevía a hablar en lo absoluto, la situación era alarmantemente desastrosa, la imagen del Kyubi arrasando con la aldea permanencia fresca en sus mentes. Nadie tenía ni la mas mínima duda de que pocos lograrían dormir hoy. El recuento de cadáveres ni siquiera había empezado y ya podían sentir el dolor en sus cabezas, aunado a la incertidumbre de lo que pasó con el zorro de las nueve colas y el hecho de que su Hokage no haya llegado solo aumentaba la tortura silenciosa.

“¿Dónde se supone que está Minato?”. Cuestionó Tsume Inuzuka quien fue la primera que tuvo el valor para hablar.

“¿Cómo se supone que vamos a saber eso? No lo hemos visto desde que apareció en ese sapo para enfrentar al Kyubi”. Respondió contundente Fugaku Uchiha.

“Mira quien habla, si no recuerdo mal no te ví en toda la aldea mientras el Kyubi destruía todo a su paso”. Tsume recriminó en lo bajo. Nadie se perdió del tono de voz incriminatorio.

“¿Qué estás sugiriendo?”. Fugaku entre cerró los ojos cruzándose de brazos.

“Lo que estoy tratando de decir es que- “

“Suficiente”. Shikaku Nara habló en un intento de que la situación no subiera de gravedad. “Acusarnos unos a otros no va a resolver nada, lo último que necesitamos hacer es discutir en un momento así”.

“Estoy de acuerdo con Shikaku”. El líder del clan Aburame, Shibi habló. “No podemos permitirnos ser emocionales, tenemos que usar la razón y la calma para hablar”.

“Lo que necesitamos es que venga Minato a decirnos que pasó con el zorro”. Tsume interrumpió al instante.

“Minato no vendrá”. Todos llevaron su atención a la áspera voz de Danzo Shimura.

“No me digas que crees que el Kyubi lo mató”. Chouja Akimichi interrogó.

“Lo que creo… es que algo lo hizo morir”. Danzo respondió, un segundo después se escuchó el rechinar la puerta.

“Lord Hokage”. Inocihi Yamanaka fue el primero en saludar. Sin embargo, ni él ni nadie recibió una respuesta.

Un suspiro cansado fue lo único que salió de los labios de Hiruzen Sarutobi. “Minato está muerto”. El silencio absoluto volvió de inmediato a la habitación, sonó tan fuerte en sus oídos que todos ignoraron el bulto que cargaba el Tercer Hokage, menos Danzo.

El sonido de un bebé llorar llamó la atención de los presentes que se habían mantenido congelados ante la noticia.

Hiruzen miró con gran tristeza al bebé rubio en sus brazos, una lágrima resbaló por su rostro hasta caer en la mejilla del recién nacido. “Lo siento tanto Minato… Kushina”. Hiruzen pensó para sus adentros.

“¿Qué pasó Hiruzen?”. Danzo casi exigió una respuesta.

Hiruzen se tomó unos segundos para meditar su respuesta. “El Cuarto Hokage murió sellando al Kyubi, usó un Jutsu prohibido que le quitó la vida”.

“Puedo suponer que el zorro está atrapado en ese niño”. Shikaku sugirió.

“Es así, Minato invocó a la misma Parca para hacerlo. Este niño es la razón por la que la aldea sigue en pie”. Sarutobi habló con sinceridad.

“¿Qué es lo que vamos a hacer?”. Danzo solicitó una respuesta.

“Primero, darles un entierro digno a todos los que han muerto en esta noche tan caótica, después de eso comenzaremos la reconstrucción de la aldea y- “.

Sarutobi no pudo terminar cuando su compañero decidió intervenir. “No me refiero a eso”. Hiruzen supo de inmediato a donde iba a llegar la conversación. “El jinchuriki, ¿Qué haremos?”.

“Creo que la respuesta es clara, dejarlo tener una vida normal”. Hiruzen habló con seriedad.

“Sabes muy bien que ese niño no tendrá una vida normal, no puedes simplemente alejarlo de su naturaleza- “.

“¿Qué naturaleza?”. Sarutobi casi rugió. “Este niño no va a crecer como una maquina sin sentimientos”,

“No estás pensando con claridad Hiruzen, Danzo tiene un punto y lo sabes”. Koharu comentó.

“Ni si quiera sabes el nombre del niño y ya lo estás apoyando”. El Hokage dijo con molestia.

“Tienes que ser prudente, es la mejor opción para él y para la aldea”. Homura sugirió subiendo sus gafas.

El arrebato de opiniones de un momento a otro dejó a los lideres de los clanes totalmente pasmados, sin tener el valor para interdferir en la discusión de los altos mandos de la aldea.

“¿Cuál es su nombre?”. La pregunta de Danzo realmente tomó por sorpresa a Hiruzen, aunque no lo dejó ver.

“Naruto… Naruto Uzumaki”. Los más perspicaces de la sala supieron en un instante lo que significaba, para alivio de Hiruzen todos fingieron que lo ignoraron.

Danzo se puso de pie en silencio y se acercó al niño para poder verlo mejor, lo examinó por unos breves momentos y pudo notar el gran parecido a sus dos padres. “Este chico… va a cambiar al mundo entero”. Danzo no se perdió de vista la mirada acusadora de Hiruzen. “No por el kyubi, no por su apellido, hay algo más que hará este mundo sacudirse hasta los cimientos”

“Nunca ha sido alguien que crea en las corazonadas, Danzo”. Hiruzen habló perdiendo un poco de la rabia en su voz.

“Pero tú sí, y estoy seguro de que puedes sentir algo en él”. Danzo se acercó a la puerta poniendo su mano en la manija. “Dejemos que el tiempo pase, será la decisión del chico".

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6 años después.

Un pequeño niño rubio caminaba torpemente por las carreteras de tierra del pueblo de la hoja, consigo cargaba un pequeño conejo blanco, le gustaba pasear y maravillarse con la arquitectura de su aldea, el color de los edificios, escuchar el mover de las hojas gracias al viento, el olor de aromas deliciosos por todas partes, beber del agua fresca y limpia de los ríos, Konoha era un lugar precioso s sus pequeños ojos azules llenos de esperanza junto a su amigo peludo, justo alzó la vista para ver algo que lo maravilló más que cualquier otra cosa, el enorme Monumento Hokage, los rostros tallados en piedra de los legendarios ninjas de la hoja lo dejaron sin aliento, él los admiraba, él quería ser como ellos. ¡No! Él iba a ser mejor que cualquier Hokage. ¡No! Él iba a ser mejor que cualquier Kage en la historia. Con ese último pensamiento corrió a toda velocidad a las escaleras que llevaban a la roca tallada, sin embargo, cualquier anciano podría ver la tristeza en sus ojos, fue el hecho de que no pudo ignorar las miradas de desprecio de los aldeanos que llenaron sus ojos de tristeza, rápidamente desapareció cuando sintió la nariz de su conejo urgando en su mejilla riendo nerviosamente.

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“Adelante”. Hiruzen indicó a la persona que había tocados su puerta momentos antes, el invitado abrió la puerta al escuchar la invitación. “Danzo”. El halcón de guerra entró a la oficina del Hokage, observó la montaña de papeles que su viejo amigo tenía por montones en su escritorio. Miró por la ventana para ver un pequeño rubio correr a las escaleras que llevaban a la cima del monumento, cargando a Karu consigo. “¿Qué te trae por aquí?”. Hiruzen cuestionó sacando una pipa de su cajón.

“Pronto inicia la academia, muchos de los herederos de clan entrarán a la misma clase posiblemente”. Danzo no dijo mucho más.

“Así es, Naruto también va a entrar este año, quedan solo dos meses”. Sarutobi exhaló el humo de su pipa.

“Dos meses, es poco tiempo para hacer que un niño no caiga en absurdos ideales”. Danzo se apoyó con las dos manos en sui bastón. “Seré claro y directo, vine aquí para hablar de Naruto”.

“De ninguna manera, ya sabes la respuesta, no voy a dejar que metas a ese chico en un programa sin alma”. Hiruzen espetó con seriedad.

“Déjame hablar, por favor”. Danzo solicitó de forma calmada. “Hemos fallado Hiruzen, ambos, tú has fallado, yo he fallado, puede que seamos opuestos, pero no somos enemigos, los dos buscamos proteger esta aldea, Tobirama Sensei lo pidió antes de irse a morir”. La mirada acusadora de Hiruzen se volvió una de nostalgia. “Creo que debemos ayudarnos mutuamente con ese chico, no hay sol y luna, no hay blanco ni negro, tú eres bueno y malo, yo soy bueno y malo, en mayor o menor medida, pero existe en cada persona”. Danzo hizo un gesto silencioso a Hiruzen, Sarutobi se puso de pie interesado por ver lo que miraba Danzo a través de la ventana. Lo que vió lo hizo sonreír, el pequeño Naruto subia las grandes y largas escaleras poniendo todas sus fuerzas, de repente el rubio tropezó y se estrelló contra la piedra, sin embargo logró subir a su conejo para no lastimarlo. Hiruzen observó preocupado la situación, para su sorpresa Naruto se puso de pie, sacudió el polvo de su ropa, se limpió el sudor de la frente y se quitó la sangre que escurría de su nariz, después de eso Naruto siguió subiendo las infernales escaleras con renovado valor y coraje, el conejo parecía estar mirando estrellas. “Te lo dije hace años, ese chico tiene algo más allá del kyubi o sus genes, tiene la capacidad de querer ser imparable". Ambos amigos miraron al niño subir las escaleras con todas sus fuerzas.

Naruto: El Conquistador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora