17

157 1 15
                                    

17 | Una tarde interesante.

Violet

—Ya estamos. Vamos, pasa.

Me adentré en el apartamento de Caleb con curiosidad después de que él abriera la puerta y fuera detrás de mí. Sin contar a Tyler, era la primera vez que iba a la casa de alguien que no fuera Liam y me daba un poco de miedo no saber cómo reaccionar. Últimamente tenía miedo de muchas cosas.

La estancia era bonita. Con lo poco que sabía de Caleb, me di cuenta de que era muy de estilo. Cómodo, sin demasiados colores distintos, ventanas que iban desde el suelo hasta el techo y, por supuesto, con una sala que parecía ser la que él usaba para entrenar.

—Bueno, yo voy a darme una ducha. Si tienes hambre, coge lo quieras de la cocina —Esbozó una sonrisa de lado a lado—. Puedes sentirte como en casa, astéri mou.

—Vale. Gracias —Yo también sonreí un poco. Solo un poco—. ¿Me puedes decir qué significa...?

—Ya te lo diré después.

Ni siquiera me dio tiempo a replicar antes de que él desapareciera de mi vista. Unos segundos después escuché el ruido de la ducha e insulté a Caleb mentalmente.

—¡Capullo!

Bueno, también lo insulté de forma verbal.

Me puse a divagar por el piso con curiosidad. Observé a todos lados y vi que tenía una estantería con algunos libros. Evidentemente, fui hacia allí. Tenía clásicos —que no eran de mi gusto— y también algunos de romance o misterio. Pero me detuve en uno de ellos. Uno que conocía muy bien puesto que lo había releído un montón de veces. Bajo La Misma Estrella de John Green. Estuve un buen rato caminando de un lado a otro hasta que, al final, decidí coger ese.

A Caleb no le molestaría, ¿verdad?

Me llevé el libro conmigo al sofá sin pensarlo mucho. Al contrario que el mío, el suyo no tenía frases marcadas ni anotaciones de ningún tipo. Me dio curiosidad ese detalle. Era totalmente lo opuesto a mí. Yo siempre marcaba mis libros. De cualquier modo, comencé a leer con calma y el sonido del agua corriendo me acompañó durante aquel tiempo. Leí cinco capítulos cuando, por el rabillo del ojo, capté la figura de Caleb a unos cuantos metros de mí.

—Estás cómoda, por lo que veo. ¿Qué estás leyendo?

—Un libro de tu estantería. Espero que no te moleste.

—Claro que no le molesta, Violet. Ya te lo he dicho: puedes sentirte como en casa —Se acercó con calma hacia donde yo estaba y enarcó una ceja cuando se fijó en el libro—. Bajo La Misma Estrella. Fue el libro que me tiraste a la cara aquella vez que entré por la ventana de tu casa para disculparme contigo, ¿te acuerdas?

¿Que si me acordaba? No, para nada. En aquel momento no me había detenido a observar el libro que le había tirado a Caleb. No me importaba. Había sido una especie de mecanismo de defensa.

—No... no me acordaba.

—Yo sí —admitió con un toque orgulloso en su voz—. Suerte que no llegaste a darme. Me habría dolido bastante. Y a ti seguramente te habría importado, pero te hubieras hecho la dura fingiendo que seguías enfadada conmigo.

Cuando las estrellas se apaguen ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora