Cloe es madre soltera, la relación con su ex esposo termino muy mal, ahora está intentando reorganizar cada pieza que perdió de ella misma mientras intenta ser una buena madre para su hija.
Paul es un hombre de negocios, exitoso y con un alto estatu...
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Dije que estaba bien, pero no era cierto. No quiero guardar secretos solo para poder tenerte. - Cruel Summer, Taylor Swift.
Cloe D'Angelo.
Mi ojo izquierdo arde por culpa del dolor; las lágrimas no dejan de brotar haciendo que mi vista se nuble por completo; mis piernas temblorosas apenas y se pueden mover. Tengo que salir de este lugar. Veo mí alrededor, a simple vista pareciera la escena de un asesinato.
La cama está hecha un desastre, las almohadas tiradas en el suelo, gotas de sangre manchan las sabanas blancas; las flores que había recibido esta mañana de mi padre están deshechas a mí alrededor. El ambiente es terrorífico.
—¡¿Piensas que puedes engañarme?! —Grita— ¿Quién te ha mandado estas jodidas flores?
Un sabor metálico inundó mis labios cuando los aprieto al recordar como termine así. La sangre y las lágrimas ocultaron el hermoso maquillaje que me había realizado por mi cumpleaños.
Todo por culpa de unas flores.
No, todo por culpa de Samuel.
Me arrastro por el suelo frio, repleto de pedazos de vidrio y pétalos de flores azules. Con todas mis fuerzas me levanto del suelo sentándome en la cama, un quejido sale de mis labios cuando me siento en la cama. Nunca pensé que la noche de mi cumpleaños número veintiocho fuera a terminar así; abrí la primera gaveta de la mesa de noche al lado de mi cama sacando un pequeño espejo.
Mis ojos se llenan de lágrimas al ver mi cara llena de sangre, apenas podía reconocerme.
Ya se estaban formando hematomas visibles alrededor de mis ojos y labios. Mi ojo izquierdo está lleno de sangre, no podía abrirlo por completo, mis labios partidos temblaron. Tire el espejo al suelo decepcionada.
¿Qué hubiese pasado si no lo hubieran llamado?
¿Cómo estaría ahora?
Los pensamientos, me revolvieron el estómago, me acurruque en la cama sollozando, el dolor cada vez era más intenso, no puedo quejarme porque un simple movimiento hace que mis músculos duelan.
¿Por qué llego a tal extremo?
—¿¡Por qué!? —Solloce—. ¿¡Por qué me hizo esto!?
Nadie te va a escuchar Cloe. Nadie te escucha.
Lo que más me duele es en la forma en la que termino todo. Todo fue un malentendido, pero él nunca escucha, nunca me presta atención.
Pero es mi culpa. Es todo culpa mía por no explicarle. Él estaba confundido.
Solté un gran suspiro, pensando lo que haría ahora, obviamente saldría de la casa y lo dejaría, lo denunciaría ante las autoridades y haría que pagara todo lo que me ha hecho durante todos estos años.
