- Parte III : Raphael -

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"No sé si lo has logrado" era la frase preferida de la Madre Superiora cuando cualquiera de las hermanas afirmaba haber hecho algo, lo que sea que esto fuera.

— He conseguido un excelente brillo en el Santísimo sin tener que usar abrillantadores—.

— He ayudado a las señoritas a realizar sus deberes en menos de cuatro horas—.

— He aplicado más de diez ollas en la hornilla pequeña sin descanso—.

— He bañado a las siete bebés en menos de lo que han tardado puliendo la biblioteca—.

"No sé si lo has logrado" respondía ella muy altiva y cargada de sonrisas en los labios que se estancaron específicamente ahí, quitando la motivación de quienes habían ido a reportarse esperanzadas de recibir un halago por sus arduos esfuerzos.

En esta ocasión, me acerqué ya que me habían obligado a hacerlo. Mostré orgullosamente la pintura que realicé en pro de conseguir fondos para el hogar, había pintado en tela "de desecho" ya que era un trapito de cocina que tenía más agujeros que trapito, mis herramientas fueron los restos de bolsas que quedan al abrir nuestros alimentos que se usan de guarniciones, y las tinturas provenían de los suaves colores de nuestros vegetales y algunos de los detergentes que usábamos; por otro lado, lo había enmarcado en palillos hechos de enrollar las etiquetas y otros papeles en desuso, no era demasiado firme por lo que lo cubrí con engrudo hecho del medio kilo de harina en el que se encontró pulgón. La Madre lo tomó entre sus manos y esperó que le diera mi comentario para deshacerlo con fiereza al responderme el suyo, pero no lo hice.

— ¿Lo hiciste tú? — preguntó sorprendida

— Sí, madre — contesté con todo el cuidado que pude para no dar comentario alguno al respecto de mi obra de arte

— ¿Qué opinas al respecto de esto? — preguntó levantando el trapito para que todas lo vieran. Yo pensaba que era hermoso, ya que fue hecho de residuos con mi mejor inspiración: San Rafael.

— Pienso que es útil — no opiniones, un hecho aislado bastará.

— ¿Cómo le diste utilidad? — Extendió mi obra de arte para devolvérmela.

— Lo haré — afirmé.

— No se si lo has logrado, Beth, no hemos ganado nada con él — respondió insensiblemente, me dedicó una sonrisa y yo mostré un gesto horrendo de desagrado

— Por supuesto que no lo he logrado — respondí hosca — no salimos para nada, el mundo está esperando para comprar mi arte y yo no puedo mostrárselos — suspiré para callar mis demás comentarios, las hermanas me miraban entre aturdidas y amedrentadas, mientras que algunas de las chicas me mostraban el pulgar levantado.

— No faltes el respeto a la Madre — pidió casi en un grito Bonny

— Que bueno que ya me voy — dije en un susurro alejándome de ellas al ir hacia mi silla decorada.

— No es un hecho — me respondió la Madre Superiora haciendo que me detuviera en seco — necesita mi autorización así que de ser tú yo me comportaría, Beth, ¿qué castigo vas a darte por esta horrible falta de respeto?—

Abrí la boca con sorpresa y volteé a verla aún con el rostro muy expresivo en referencia a lo sucedido.

— No le he faltado al respeto — afirmé, segura de mis acciones

— Pero lo hiciste, Beth, y ahora debes tener una penalización— su álgida sonrisa me calaba los huesos, su penetrante mirada me horadaba el cartílago en los huesos y me sentía temblar

RaphaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora