LO QUE ME CONTARON DE MI MADRE.

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EL JUICIO DE RAQUEL.

CRECIENDO ENTRE LOBOS.

CAPÍTULO 8

Después de vivir con Erika por un mes, se daba cuenta de con cuanta frecuencia le hablaba de mi madre, quería saber si ella estaba bien.

Así que Erika, trató de que me
reuniera con mi madre Eva, desde ese día, buscó en la cárcel en donde estaba presa, quería una cita para una visita.
Bueno, aquella tarde, Erika regresó a la casa, había estado en la cárcel, tratando de hablar con mi madre, tenía una cara de tristeza, cuando la ví, enseguida le pregunté:

- ¿Qué pasó Erika? ¿Qué supiste de mi madre? -
Sin mucho ánimo, Erika abrió los brazos abrazándome, por un momento, no hubo palabras, hasta que ella mencionó:
-Vamos adentro Raquel, nos sentaremos en la sala, para contarte lo que me dijeron de tu madre. -
Ingresamos a la casa, yo tenía mi sonrisa, quería escuchar todo sobre mi madre Eva, así que, nos sentamos en el sillón de la sala.
Erika, sacó una cajetilla de cigarros Cáncer Filters 100's. M.R. Enseguida, se colocó uno en sus labios,
prendiéndolo con un encendedor, sacando el humo y comentando:
-Por lo que me dedico, conozco unos policías de la judicial... -
Se quedó pensativa mirándome, fumó de nuevo su cigarro, sacando el humo, veía mi cara de alegría, así que continuó diciendo:
-Te diré la verdad, por mucho que duela Raquel... no te puedo mentir, mi hija. -
Yo, agitando un poco la cabeza a los lados, le contesté:
-No importa, cuéntame lo que ha pasado con mi madre Eva. ¿Esta ella bien? -
Ante mi pregunta, Erika, como nerviosa, sacaba de nuevo el humo del cigarro, ahora, explicándome:
-Después de matar a tu padre, tu madre Eva, ese mismo día llegó a los separos, de ahí la procesarían a una prisión, o la llamada "la grande".... -

El policía Abel Domínguez Huerta, levantó la vista, miraba ingresar a un policía con una mujer a los separos, enseguida, se escuchó cerrar la reja, retirándose el policía del lugar, ni siquiera saludo a Abel, quedando un poco obscuro en el lugar, en donde estaba la mujer.
Quien tenía la cara de asustada, trataba de abrir más los párpados, para ver mejor ese lugar, respiraba agitada, pues no sabía lo que pasaría con ella.
En una taza, el café se disolvía en el agua caliente, mientras la cuchara, daba de vueltas en la taza, haciendo ese sonido tan conocido.
El policía judicial, de nombre Abel, estaba mirando fijamente a esa mujer, despacio bebió de su café caliente, mostrándole una sonrisa fingida, acercándose despacio a la reja, con esa sonrisa en su rostro, ahora, le
preguntó:
- ¿Qué pasa chula? Dime... ¿Por qué estás aquí? -
Era una mujer, de uno sesenta de estatura, de cabello largo de color negro, de piel morena, unos ojos cafés, de nariz respingada, labios delgados, tenía puesto un vestido de color blanco, salpicado de sangre, unos zapatos bajos, de color blanco, que mostraban gotas de sangre.
-Amiga, yo soy policía de la judicial, y me dedicó a sacar las confesiones, antes de meterlos a la cárcel. -
Ella espantada, levantó su vista, era un hombre de uno ochenta de estatura, de espaldas anchas, cabello negro, ojos negros que la veían fijamente, era de nariz fina, labios
gruesos, tenía una camisa negra, con una porta armas y una pistola en esta, un pantalón de mezclilla azul, y unas botas negras, que lo levantaban otros cinco centímetros más.
-Vamos mujer, dime. ¿Por qué estás aquí? En poco tiempo te meterán en la grande. -
La mujer, giró su cara, tratando de mirar en esa obscuridad. Explicándole:
-Mi marido, todos los días me golpeaba, me violaba enfrente de mi hija, y además, manoseaba a mi hija de diez años, y... el maldito quiso violarla, yo solo traté de defenderla... -
El policía, sabiendo porque estaba la mujer allí, se acercó un poco más a ella, con su taza de café en su mano derecha, bajaba su sonrisa, ahora, la miró de arriba para abajo, barriéndola completamente, y le preguntó:
- ¿Qué hiciste mujer? ¿Qué fue lo que hiciste? -
Eva, con mucho miedo, buscó las palabras en su mente, expresando:
-Soy inocente... yo solo defendí a mi hija, porque, Rodrigo la quería violar. -
-Así dicen todos, "soy inocente", "soy inocente", vieras que vivimos en un país lleno de puros inocentes. -
La mujer tragó saliva, con temor estaba tratando de explicarle:
-Ingrese a la recámara de mi hija Raquel. Mi marido Rodrigo, la tenía acostada sobre la cama, y ella estaba completamente desnuda, le abría las piernas para violarla...
yo... yo... al ver esto... lo apuñale con un cuchillo. -
Abel, escuchándola, muy tranquilo, de su ropa sacó una cajetilla de cigarros Cáncer Filters 100's. M.R. lo puso en su boca, encendiéndolo con un encendedor, y sacando el humo diciendo:
-La cagaste mujer, te comprometiste hasta el cuello. -
Bebió su café caliente y fumó de nuevo su cigarro, ahora, levantó su mano derecha, y prendió un pequeño foco, mirando mejor a la mujer, preguntándole:
- ¿Cómo te llamas, mujer? -
Ella, muy temerosa, bajó la vista lastimándole la luz, como pensando un poco el responderle, enseguida, miró directo a la cara del policía, contestándole:
-Soy... Eva... Rivas de León... -
El judicial, dibujó una sonrisa en su rostro, diciendo:
- Eva Rivas de León, pues estas bien pinche jodida, bien pinche jodida, Eva Rivas de León, dime mujer...
¿Cuántos años tienes? -
-Veintiséis años. -
Respondió de inmediato. El policía sonrió, mirándola de nuevo de arriba para abajo. Diciéndole:
-Oye Eva, solo una pregunta muy personal, dime. ¿Coges rico? ¿Te sabes mover en la cama? ¿Sacudes rico las nalgas, cuando estás bien ensartada? -
Al escuchar estas palabras. Ella sorprendida le preguntó:
- ¿Eso, que tiene que ver con mi situación? -
El judicial sonrió, mirándola directo a los ojos, preguntando:
- ¿Qué tiene que ver? ¿Qué tiene que ver con tu situación? Bueno, te informo Eva, que aquí hay golpes o hay caricias.
La pregunta es... ¿Qué quieres recibir de mí? ¿Los golpes o las caricias? -
Ante la pregunta, ella, enseguida protestó, expresando:
-Soy inocente... lo que hice, lo hice por defensa a mi hija, Rodrigo la querían violar. -
-Eso dices tú, Eva, mira, tu hija Raquel, ahorita está con los del gobierno, y ellos ya la revisaron de cabo y hasta el rabo, y la noticia que me dieron, es que ella no está violada, su panochita está intacta, al igual que su pequeño culito.
No le metieron, ni el pinche dedo, así que, esto no prueba nada, de lo que tú dices.... que la estaban violando, porque no hay pruebas. -
Eva, tragando saliva, asustada y con nervios le trató de explicar:
-Si no le pasó nada, fue, porque cuando yo entré a la recámara. Rodrigo apenas la iba a violar, ya la había manoseado... la tenía desnuda y abriéndole las piernas, yo lo vi, y fui a la cocina por el cuchillo... -
-Pero, la situación aquí, es que no hubo violación Eva. Tu hija está bien, tú mataste con un cuchillo a tu esposo, y por la espalda, por esto, como mínimo, te darán de treinta,
a treinta y seis años en la prisión. -
Ella, se quedó fría, ante estas palabras, trataba de defenderse, expresando:
-Él, quiso violar a mi hija, Rodrigo
intento violarla. ¿No me escucha? Yo solo la defendí. -
El policía, la miró esbozándole una sonrisa, fumó su cigarro, preguntándole:
- ¿Quieres una medalla al valor por
eso? Por asesinar por la espalda a un hombre. Ya te dije, que no hay ninguna violación, fue un asesinato a sangre fría, estás chingada, bien pinche jodida, pendeja. -
Eva, asustada y triste, bajó su vista, expresando:
-Usted no lo entiende, Rodrigo era un borracho, un golpeador y abusaba de mí y de mi hija, por años. -
-Por eso te pregunto, Eva. ¿Quieres una medalla al valor? Mira esto. -
El policía, le mostró un papel, diciéndole:
-Firmaras una hoja Eva, en donde declares, que lo hiciste con alevosía y con ventaja, que ya tenías planeado
matar a tu marido. -
Ella, estaba agitando despacio su cara como negando, enseguida, protestó, diciendo:
-Eso no es cierto oficial... yo solo defendí a mi hija Raquel. ¿Qué quería que hiciera? Ponerme a un lado de él, con los brazos cruzados, para ver como la violaba, y después de que hubiera sangre, y escuchará sus gritos de dolor. ¿Ya podía matarlo, por estarla violando? -
El oficial sonrió expresándole:
-Pudiste salir de tu casa, ir a las calles para buscar a la policía, nosotros estamos para servir, y para proteger a los ciudadanos, que eso no se te olvide, pinche asesina de
mierda. -
Abel sonriendo, caminó unos pasos y encendió otro foco, que había en esa habitación, ahora, mirando Eva a un hombre, que estaba amarrado de las manos hacia el techo, estaba completamente desnudo, tenía sangre en la cara, con un ojo totalmente cerrado, con sangre en su boca, que escurrió en su pecho.
Tenía una cuerda atada a cada pie, manteniéndole las piernas separadas, se le veían moretones entre las piernas, que de seguro fueron hechos por las fuertes patadas, que recibió de los policías.
Ahora, el judicial, fumó su cigarro, sacó el humo y enseguida tiró la
colilla al piso, muy tranquilo le explicó:
-Mira Eva, a este pendejo, lo trajeron porque andaba robando en el transporte público.
Obviamente, como todas las personas, que son inocentes en este país, él dijo, que no era cierto, así que lo golpe un poco para que confesara, y dijera la verdad.
Le di unos toques en los huevos, unas buenas patadas, y ahora, hasta acepto el secuestro y la violación de una niña, que había desaparecido allá por la terminal "el parque", hace unos tres días. -
Eva, mientras escuchaba, con la boca abierta miraba al hombre, quien contrabajos respiraba, después de su golpiza. Abel con una sonrisa, le comentó:
-Nuestros métodos son buenos Eva, en cuanto él, llegué a la grande, lo van a violar los internos, por hacerle eso
a una indefensa niña, y él, se matará solo, por las chingas que le den en la grande. Sé que se va a suicidar el pobre pendejo, tendrá el culo destrozado. -
Eva, sorprendida, expresó:
-Pero, eso no es cierto, él, es inocente de ese cargo, dices, que robó en el transporte público, por eso está aquí. -
El policía, volvió a sonreír ante lo que escuchaba, explicándole:
-El pendejo, ya firmó todas sus confesiones, así que de ratero, en vez de estar unos meses en la cárcel, se va a la grande por la violación de una niña inocente.
Y déjame decirte, que le desbarató todo su bizcochito, y su pequeño fundillito, el cabrón se lo volteó por
completo, desangrándose la creatura por la cogida que le dieron.
Te confieso Eva, ya buscamos al que violó a la niña, pero, parece que se lo tragó la pinche tierra, así que para quitarnos de encima a los familiares, y a los pinches periodistas, pues ya encontramos al pinche culpable...
míralo ahí está el ojete.
Pero, no te preocupes por él, la pregunta que importa aquí es.
¿Qué quieres para ti Eva? Aquí si gritas, nadie te va a escuchar, ni nadie va a buscarte, así que puedo colgarte
del techo, golpearte hasta cansarme, puedo violarte tu panochita, y darte hasta por tu culito.
Y... además, puedo darte unos toques en el bizcochito y en tus pezones.
Dime pendeja. ¿Eso es lo que quieres cabrona? Sufrir. ¿Quieres sufrir? -
Mientras Abel hablaba, lentamente se acercó al hombre, y con una máquina de toques eléctricos, le descargo uno en los huevos, mirándolo brincar al sentir la descarga eléctrica.
Ahora, se giró el policía, mirando a la mujer, directo a la cara, preguntándole:
- ¿Esto es lo que quieres para ti, mi flaquita? -
-No. -
Contestó enseguida Eva, con mucho miedo, agitaba su cara como negando. Abel sonrió, mirándola a la cara, diciéndole:
-Has de tener bien rica tu papayita, déjame mamarte tus tetas, y nos conocemos más, tu y yo. -
Mientras hablaba el policía, abrió la reja, ahora, expresando:
-Déjate acariciar tu cuerpo Eva, son mejores las caricias, que los golpes, o ¿Te gustaría estar en el lugar, de ese pinche pendejo? -
-Pero, yo lo que hice, fue por salvar a mi niña, de esa violación. -
El policía, miraba la ropa blanca de la mujer con sangre de su víctima, ahora, comentándole:
-Eva, escucha esto. No hay familiares de tu lado, ahora, tu cuñado Ramón, tendrá la custodia completa de tu
hija Raquel. -
Al escuchar esto. Eva abrió grandes los ojos expresando:
-No, no por favor, no se la den a él. Porque, Ramón me odia a muerte, y querrá hacerle daño a mi hija. -
El judicial, volvió a mostrarle una sonrisa, esa sonrisa hipócrita que no daba confianza, preguntándole:
- ¿Qué le puede hacer a la niña? Dime. ¿Qué le puede hacer? -
-La va a golpear, porque yo maté a su hermano. -
Ante estás palabras, el policía sonrió, agitando su cara, comentándole:
-No pasa de que le pegué con un cinturón, tal vez, tú no sabes, pero, Ramón es mi compadre, ese hijo de su puta madre, es mi compadre, aquí, ya lo han traído dos veces, por violar a unas niñas.
Mira, aquí entre nos, es el que buscan por violar a la pinche escuincla esa, que por cierto, la dejó muy golpeada de su carita y de su cuerpo, pero, ya tengo a este hijo de puta en su lugar, por ahora, mi compadre ya está a salvo. -
Al escuchar esto. Eva se quedó muda, sintió un escalofrió viajar por su columna vertebral.
Abel sonrió de nuevo, y continuó, explicándole:
-Es mi compadre Ramón, y yo no lo puedo dejar aquí encerrado, para que lo violen y lo maten en la grande.
Así que lo saqué de ese pedo, ya dos veces, pero, ahora, él, tendrá a tu hija Raquel, en su casa bajo su custodia.
Y él, podrá divertirse con ella a sus anchas, gozará de ese delicioso cuerpecito, me imagino, que le abrirá sus piernitas, y gozará de su pequeño bizcochito, si ella se resiste, le golpeara la cara para domarla. -
-No... no ayúdeme, que no se la den a mi cuñado. -
-Dime Eva. ¿A dónde ponemos a tu hija, Raquel? Tú no tienes parientes, y Ramón y Araceli, son los más cercanos, y si no sabías, te cuento esto... -
- ¿Qué? -
Preguntó, con una cara de preocupada. El policía, encendió otro cigarro, sacando el humo, y dueño de la situación le explicó:
-Que Araceli le gustan las mujeres, a ella, la culparon la segunda vez, que trajeron a Ramón, que juntos violaron a una niña.
Pero, la neta, Araceli se mocho bien rico conmigo, le di por donde quise y como quise, para ser mi comadre, movía el culo con ganas de que saliera de esa bronca, y tú Eva, te haces la pinche mojigata. Dime...
¿Cómo puedo yo ayudarte? -
Eva, escuchándolo, puso su vista en el hombre que estaba muy golpeado, ahora, volvió a mirar al judicial, expresando:
-Si me dejo hacer algo contigo. ¿Cómo me ayudarías? -
El policía sonrió, al saber que podría "comerse esas nalguitas", estaba contestándole:
-Primero, me agradecerás con tu boquita, de que no te daré una chinga como a ese pendejo, que está ahí, dos, quiero que sepas Eva, que apenas tú tienes cuatro horas aquí, y ya alguien está pagando un buen billete, porque te maten en la grande... -
Eva asustada, inmediatamente expresó:
-No, yo quiero salir de aquí, y estar con mi hija Raquel, para poder cuidarla. -
El policía, fumó su cigarro, y se terminó su café, ahora, explicándole:
-La situación es que, tu hija Raquel, se va con Ramón y con Araceli, y tú te vas treinta y seis años en la cárcel, tal vez, te den treinta años, si tienes suerte, estas muy jodida Eva.
¿Qué hacemos pinche bizcochito? ¿Qué hacemos papayita? Porque yo no veo, que te quites los pinches calzones por tu hija.
Entonces, que Ramón se divierta con tu pinche hija, ya se acostumbrará a que la abran de nalguitas, y se "tragué" la leche por su fundillo, porque también hasta donde sé, mi compadre Ramón, se quedará hasta con la casa de su hermano Rodrigo, tú sabes, el muerto al pozo, y el vivo al gozo. -
- ¡No! No deje que le entreguen a Raquel, a mi cuñado Ramón. -
-Yo puedo intervenir, y que se quede Raquel en una casa del gobierno, con otras niñas, que no tienen quien los
ayude, pero, te lo advierto Eva, que ahí, sus nalguitas queda a la suerte, porque tengo amigas, como Paola. -
- ¿Paola? ¿Quién es Paola? -
-Es una amiga, que es policía de la municipal, ella va a esos lugares, y saca a pasear un sábado a las huérfanas. -
-Que buena mujer, que se preocupa por los desamparados. -
Comentó de forma inocente Eva, mientras Abel sonreía, después escuchándose una carcajada:
-Ja jajá ja jajá. Paola saca a esas niñas, porque ella es una pinche lesbiana, mamá panochas, a esa pinche gorda, le gustan las niñas, las
lleva a su casa y se divierte con ellas, todo el puto día.
La cabrona les hace todo lo que quiere, yo no puedo ir y quitarle a tu hija Raquel, si ella la escoge para divertirse su fin de semana, y enseñarle sus malas mañas. -
Eva, escuchaba esto con la boca abierta, una mujer policía, que entraba a esas casas hogar, y sacaba a las niñas para abusar sexualmente de ellas.
- ¿Qué voy hacer? Ella allá sola y...
y yo, estoy aquí encerrada. -
-Lo peor que hiciste Eva, fue matar al pobre de Rodrigo, la cagaste gacho, porque pudiste largarte a otro estado con todo y tu pinche hija, desaparecer de su vida. -
Hubo un silencio, mientras Eva, con sus manos se limpiaba las lágrimas de sus mejillas, expresando:
-Lo intenté una vez, nos fuimos y Rodrigo nos encontró, a puros golpes me regresó a mi casa, me violó enfrente de mi hija, a quien también golpeó con el cinturón, solo tenía
Raquel seis años, lo intente...
hasta que... pude matarlo. -
-Pues sí, pero, no te darán tu medalla al valor pendeja, fuiste una estúpida, y ahora, tu hija estará allá afuera con Juan de la chingada, acariciándole la panochita, o golpeándola, a su antojo, y tú, solo te podrías en la pinche cárcel. -
El policía, dejó la taza su café sobre un viejo escritorio, miró a la mujer directo a la cara, expresando:
-Anda, déjame tocar tu cuerpo hacerte mía. Se me acaba la paciencia, y te daré a escoger entre los golpes y las caricias, pero, te advierto Eva, cuando estés bien puteada, te bajaré los calzones, y me comeré tu panochita, y me deslecharé en tu fundillito.
Porque, hasta ahora, no se me ha ido un bizcochito de aquí, sin que yo me lo coma a mi antojo, me encanta darles por el culito, abrirlas de nalgas bien rico. -
Eva, bajó las manos, quedando en silencio, miraba hacia el piso, el policía, despacio dio unos pasos acercándose a ella, sintiendo la mujer las manos del policía tocar sus brazos, besó sus labios, sintiendo manosear sus senos y sus nalgas, mientras los besos continuaban, la ropa caía poco a poco a sus pies, expresando:
-Estarás mejor desnuda, que con esa pinche ropa toda salpicada de la sangre de tu esposo, vamos, se buena y dame otro beso, mi putita. -
Eva, estaba quieta, muy quieta, sus lágrimas se escurrían por sus mejillas, trataba de no sentir esas sucias caricias, parecía que solo era un maniquí, y su mete estaba muy lejos, preocupada en su pequeña hija Raquel.
¿Qué sería de su pequeña niña? ¿Cómo viviría sola, sin que nadie la protegiera?
-Vamos inclínate en el escritorio, párame tus nalgas putita. -
Comentó el judicial, acariciando ese cuerpo con lujuria, en obediencia total, Eva se inclinó, sintiendo sus senos tocar la fría superficie del escritorio, sintiendo como Abel, con ambas manos, le abría las nalgas, sintiendo el garrote comenzar entrar en su bizcochito.
-Así... así trágatelo puta, estas rica pinche zorra. -
Decía Abel, mientras su garrote se metía hasta el fondo de la caliente panochita, con ambas manos, la agarraba de la cadera, moviéndose
tratando de sacar placer de ese cuerpo.
-Puta insaciable, te lo devoraste todo, eres una golosa. -
El policía, se meneaba detrás de Eva, durante varios minutos talló su gruesa tranca, en ese delicado orificio de placer, manoseándole todo el cuerpo, tratando de tener más placer.
Mientras Eva, solo se movía ante los empellones que recibía entre sus nalgas. La mujer estaba acostumbrada a ser violada, su mente estaba en algún otro lugar, mientras su esposo la ultrajaba diciéndole:
-Muévete pinche piruja, trágatelo pendeja, pinche puta, chúpalo pinche perra insaciable. -
Todo se repetía en otra situación, el judicial, con lujuria acariciaba todo el cuerpo, metiendo y sacando el garrote de ese bizcochito, dándole algunas nalgadas, que retumbaban en la habitación.
Cuando Eva parpadeó, sin darse cuenta, ya estaba acostada sobre el escritorio, mirando al policía besarle y lamerle la cara, mientras desesperado, en su calentura, movía su cadera, tratando de sacar placer del cuerpo de esa mujer.
-Tienes bien rica tu panochita. -
El policía, apresuró los caderazos, sintiendo caliente, ese bizcochito lo estaba deslechando, mientras sus manos le agarraban los senos, apretándolos con fuerza lastimándola, pero, ella no se quejaba ni de dolor o de placer.
- ¡Me vengó pinche puta! ¡Me derramó, putita! ¡Ah! ¡Ah! -

Al saber esto que le hicieron a mi madre Eva, enseguida protesté, enojada estaba diciéndole a Erika:
-Si el mentado policía, la violó en los separos. ¿Por qué me entregaron a mi tío Ramón? -
Muy seria, Erika contestó:
-Ese policía era su compadre, sabía que entregándote, vengaría Ramón la muerte de su hermano Rodrigo.
Ahí encerrada, hicieron lo que quisieron con tu madre, Eva, la violó varias veces, y unos días después, la mandaron a "la grande".
Mientras, que tú, te escapabas de tu casa, ella seguía sufriendo.
-Pero quiero que sepas, y me duele mucho decírtelo... -
- ¿Qué? -
Erika fumó su cigarro, sacó el humo y expresó:
-Que tu madre Eva, murió antes de cumplir el mes en prisión, como dijo el judicial, "alguien" pagó, para que la matarán, le dieron veinte puñaladas en su cuerpo, las mismas que ella le dio a Rodrigo. ¿Qué raro no? -
Después de decir estas palabras, hubo un silencio entre las dos mujeres, hasta que yo, con dolor expresé:
-De seguro, Ramón pagó, porque la matarán. -
-Creo que así es mi hija, supe que Ramón pagó a su compadre Abel, quien ordenó, a unas de las internas acabar con tu madre, y la apuñalaron varias veces. -
Estaba yo, con la boca abierta, mientras mis lágrimas escurrían por mis mejillas, mi madre Eva, estaba muerta, y yo, no hice nada por ayudarla, sentí en mi corazón furia,
odio y ganas de matar.
Erika, me abrazó fuerte, mientras yo
respiraba profundo, doliéndome el pecho como una puñalada, si, a mi corta edad, quería venganza, venganza de los que nos hicieron tanto daño.

Esta historia continuará...
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EL JUICIO DE RAQUEL "creciendo entre lobos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora