UN GIRO EN MI VIDA.

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EL JUICIO DE RAQUEL.

CRECIENDO ENTRE LOBOS.

CAPÍTULO 20

Pero, entre más le entraba esa gruesa vergota, más se le despertaba su lujuria en su cuerpo, que riendo ser saciada por completo, ya estaba con los ojos en blanco caminando descalza entre las nubes.

Yo, con mi mano derecha, tuve que agarrar el consolador, y masturbarme yo misma, queriendo alcanzar mi orgasmo, porque ahora, Verónica estaba trabada, volando de placer, tragándose su consolador entre las piernas, que seguían escurriendo de puro placer.

- ¡Vamos! ¡Perra! ¡Vamos! Son como cuatro pulgadas que nos quedan, solo cuatro. ¡Ah! ¡Que placer! ¡Ah! ¡Ah! -
Gritaba quejándose Erika, quien ya le temblaban las piernas, pero, no paraba de caderear ni un momento, dándole con su mano nalgadas a Verónica.

Quien gritó, al sentir otro delicioso escalofrió, recorrer todo su cuerpo, la muy puta, estallaba en otro caliente orgasmo, estando bien ensartada, llegaba nuevamente al clímax.

- ¡Me! ¡Ah! ¡Mi Dios! ¡Me vengó! ¡Ah! ¡Ah! ¡Mi panochita! ¡Ah! ¡Ah! -

Erika, con su cara al rojo vivo, con sus manos, le acariciaba las enrojecidas nalgas de Verónica, todavía le daba de caderazos sin detenerse, en menos de treinta segundos, también sintió un calor recorrer todo su cuerpo, explotando en su saturado bizcochito, ya se derramaba estando conectada por el enorme consolador con Verónica.

Podía ver, como mi hermosa Erika, retorcía los ojos y entreabría la boca, si, ya caminaba descalza entre las nubes.
- ¡Ah! ¡Que rico! ¡Ah! ¡Me! ¡Vengó! ¡Ah! ¡Me! ¡Ah! -
Ante tales gritos, yo miraba a Verónica que a pesar de ser de piel morena, estaba con la cara al rojo vivo, tenía los ojos perdidos, y su cuerpo brincaba por sus interminables orgasmos, viniéndose una y otra vez, haciendo gestos, y con ambas manos, apretaba la colcha con fuerza.

Mientras yo, con mi mano derecha, me metía y me sacaba el consolador, masturbándome todo el bizcochito, con mi otra mano, me apretaba con fuerza uno de mis pezones.

Ahora, bajé las piernas, enseguida, las apreté muy fuerte, sintiendo un delicioso calor invadir todo su cuerpo, alcanzando en ese momento mi éxtasis, uniendo mis gritos al de sus mis amantes.

- ¡Ah! ¡Me estoy! ¡Ah! ¡Que rico! ¡Ah! ¡Ah! -
Verónica comenzaba a reaccionar, abriendo sus ojos, al ver a escucharme venirme, rápido colocó, su boca en mi bizcochito, mientras yo, con mi mano derecha, no dejaba de meter y sacar su consolador.

Verónica con su lengua, me lamia el clítoris, haciendo más intenso mi culminación, las tres nos derramábamos juntas, era tan delicioso venirse una y otra vez, Erika me enseñó todo ese delicioso placer.

Ahora, Erika muy despacio, se empezó a hacer para atrás, sacándose el consolador de su panochita, le señaló:
-Nos... nos faltaron cuatro... cuatro pulgadas del consolador Verónica. -

Cuando Erika, le sacó por completo el consolador de su bizcochito.
Verónica volteó su cara para mirarla, la papayita estaba abierta.
Erika sonrió y con sus dos manos, ahora, jaló con cuidado el consolador, sacando cada gruesa pulgada, liberándole todo la panochita de Verónica.

- ¡Ah! ¡Despacio! ¡Ah! ¡Mi bizcochito! ¡Ah! ¡Ah! -
Se quejó Verónica, al sentir salir cada pulgada liberando su papayita, se colocó su mano, tratando de sobárselo, pero, solo brincó, al sentir ese delicioso toque eléctrico entre sus piernas, todo su bizcochito estaba muy sensible al tacto, después de esta deliciosa venida, en donde subimos a las nubes, una y otra vez.

- ¡Oh! ¡Mi Dios! Sí que estaba grueso y largo el consolador. ¡Oh! Cuanto placer sentí en mi cuerpo. -
Se quejó Verónica. Yo mirando su cara de placer, le expresé:
-Es delicioso, te digo que nosotras ya nos habíamos ensartado antes, Erika es mi maestra sexual, nos venimos unidas bien delicioso, es toda una maravilla en la cama, mi madre". -

EL JUICIO DE RAQUEL "creciendo entre lobos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora