DOCE: "ACUDIENDO A UN SUPERIOR"

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Newt ya sabía todo. Le explicaron con el mayor detalle posible pero sin pasarse de información que consideraron que sería peligrosa. Respondieron algunas preguntas y dudas del castaño y luego se quedó callado y mirando por la ventanilla por el resto del viaje. Cuando a ambos chicos les dio hambre fue en el único momento que Scamander desvió la mriada del afuera para darles dinero. El viaje fue tranquilo pero incómodo. Una vez llegan, ambos jóvenes están muy emocionados, parecían niños chiquitos con muchos dulces y sus juguetes preferidos. Newt sonrió ante eso, pero lo disimuló.

Caminaron hasta un lugar donde habían muchos botes y se las arreglaron para subirse a uno sigilosamente y remar hasta el gigantesco colegio.

— Es hermoso. — Quiles susurra. Sus ojos brillaban y hasta amenazaban con dejar escapar algunas lágrimas que, obviamente, el platinado se negaba a dejar salir, no quería parecer ridículo incluso ahora que el mago entendía.

— Es enorme. — Henry susurra en respuesta con un poco de miedo. El azabache era muy analizador y miedoso, al contrario de su mejor amigo quien era totalmente arriesgado.

Newt los mira por unos segundos antes de poder hablarles.

— Tranquilos, no se perderán, estarán conmigo todo el tiempo. — El castaño hace que Quiles se voltee a verlo. El platinado le regala una gran sonrisa que derritió, de alguna forma, al castaño. Se sonrojó y miró a otro lado. Newt se preguntaba que carajos le pasó y por qué reaccionó de esa manera, pero enseguida se deshizo de ese pensamiento.

Unos minutos más remando y Newt, que había viajado tantas veces en bote, bajó primero y los ayudó a bajar. Primero a Henry, quien estaba desesperado por pisar tierra de nuevo. Luego a Quiles. Cuando sus manos hicieron contacto, sintió un pequeño cosquilleo en su espalda y pudo jurar que se le hizo piel de gallina. Debe ser el frío, él pensó. Sus mejillas estaban algo rositas y la sonrisa de Quiles no ayudaba en nada. Apenas el platinado tocó tierra de nuevo, Newt se alejó de él haciendo una simple seña de "síganme".

— ¿Sabes qué le pasa? — El más bajo le susurró a su amigo, mirando como el castaño se alejaba rápidamente y de forma casi torpe.

Quiles lo examinó y sonrió.

— Ni idea. — Le susurra y se apresura a seguir al mago.

Cuando entran al colegio, ambos muggles se sorprenden de que no haya nadie.

— Newton.

Ambos jóvenes gritaron como nunca en su vida por la repentina aparición de un cuarto, hasta saltaron hacia atrás casi cayendose.

— Dumbledore. — El castaño saludó a un señor de igual estatura que él pero más viejo, casi pelado y con barba.

Ambos hombres se saludan con un apretón de manos y una sonrisa, mientras que el platinado y el azabache miran desde atrás del de saco azul. Esto parece notarlo el señor mayor, ya que cuando los ve alza una ceja. Newton se voltea y carraspea, haciendo un pequeño ademán con su mano, indicando que ambos jóvenes se pueden acercar. Obedecen.

— Dumbledore, ellos son Quiles y Henry.  — Newt se remoja los labios. Se sentía nervioso por la aprobación de su ex-director. — Ellos...

Scamander es interrumpido por Dumbledore.

— Mejor vamos a mi oficina.

Ambos jóvenes notaron como el castaño pareció suspirar de alivio. Los tres siguieron al hombre. Subieron unos cuantos pisos y se pararon en frente de una especie de aguila de oro. Albus dijo que no cabían los cuatro. Henry rápidamente se ofreció para subir primero junto a él, siguiendo con su plan de niño de primaria en juntar a su amigo y al chico que le gusta. Cuando se había posicionado junto al aguila de oro y Dumbledore, notó como el platinado tenía un color carmesí suave en sus mejillas. Sonrió, viendo como los futuros-amantes desaparecían de su campo de visión gracias a que la plataforma del aguila iba subiendo.

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