DOS: "NUNCA ES TARDE PARA DESESPERARSE"

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Henry fue el primero en despertar. Estaba todo escuro y frío, ya no estaba la comodidad de su cama y lo tibio de sus frazadas. Estaba duro. Se sentó con un gran mareo y miró alrededor. Estaba en un callejón, inmediatamente su cerebro se inundó de pensamientos negativos, quizás lo habían secuestrado, quizás violado y abandonado en un lugar, quizás lo intentaron asesinar y salió mal.

Divisó la cabellera platinada de su mejor amigo, sin pensarlo dos veces se acercó. Quiles seguía desmayado, se encargó de saber si estaba respirando o no.

— Quiles, ¡Quiles, por favor, despierta! — Lo sacudía como nunca antes había sacudido algo. El platinado no emitía ni sonido ni movimiento.

Henry estaba muy asustado, estaban en un lugar totalmente desconocido, tenía frío y mucho miedo. No quería estar solo, si estaba ahí con su mejor amigo, necesitaba que este lo acompañe. Quería volver a casa, quería estar en su cama nuevamente, acostarse y, posiblemente, dormir.

Quiles no abría los ojos y Henry entró en desesperación. Captó algo que no había visto antes, la salida del callejón. ¿Debería salir y pedir ayuda? Claro que debía, que pregunta estúpida, pero le daba miedo dejar al platinado ahí solo, tirado.

El azabache se queda junto a su amigo, intentando despertarlo lo más antes posible antes de que oscurezca. Él estaba en pijama, en cambio Quiles estaba más presentable. Hacía frío, mucho frío, al menos para él que estaba desabrigado. Ya no sentía la punta de sus dedos y el cemento bajo sus rodillas le dolía. Había apoyado a Quiles en su pecho, con un brazo agarrándolo del torso y el otro acariciando su cabello. Los pelos del platinado estaban bastantes suaves y era lindo de acariciar. Por un momento pensó en buscar basura por ahí para abrigarlos del frío, quizás así sufrirían menos y no se agarrarían una gripe y... ¡Quiles se movió!

— ¡Quiles! — Henry reacciona enseguida, sacudiéndolo nuevamente. No quería que se dejara de mover y estuviera ahí por quien sabe cuánto tiempo más.

El azabache siguió repitiendo el nombre del chico sobre él, moviéndolo e intentando que reaccione. Funcionó. Quiles se sentó rápidamente con una mano en la cabeza. Tenía un dolor increíble. Sus ojos pesaban, sentía que su cabeza iba a explotar y todo su cuerpo era bastante pesado. Tenía ganas de volver a acostarse en la cómoda cama de su amigo y ¿dónde está?

— ¡Henry, ¿dónde estamos?! — El platinado grita, volteándose a él y aturdiéndose a sí mismo.

-— ¡No lo sé! — Henry estaba al borde del llanto. Quizás sí estaba exagerando.

El rubio se voltea y mira la entrada del callejón, levantándose del suelo y acercándose a su amigo para ayudarlo a hacer lo mismo. El rubio lo estaba dudando bastante, es decir, si hace dos segundos estabas en tu cama y ahora despiertas en un callejón silencioso, ¿qué haces? Tendrías que salir a buscar ayuda, a orientarte y volver a casa, ¿no? ¿llamar a la policía? No estaba en sus planes quedarse ahí esperando a que alguien los encuentre, aparte, olía muy mal el lugar y ellos mismos también.

Entonces, sin pensarlo mucho más, tira de Henry -este siendo un total cobarde- para poder salir de ese oscuro pasillo maloliente.

Se podría decir que Quiles era el más valiente de los dos.

La luz se hizo presente en sus ojos obligando a entrecerrar los mismos, el sol les estaba quemando las retinas. ¿Cuánto tiempo habían estado tirados ahí en la oscuridad? Otra pregunta añadida al cerebro del más alto -Quiles-.

Ahí es cuando observó todo a su alrededor. Era extraño, muy extraño. Todo parecía muy anticuado, incluyendo la vestimenta de las personas que pasaban por allí; algunos ignorándolos y le resto mirándolos con extrañez, pues claro, no era normal que dos jóvenes adultos estén merodeando por ahí, uno en pijama y otro en vestimenta muy... moderna, sumando que estaban sucios y -muy- probablemente olían mal.

— Quiles, ¿qué está pasando? — La voz de su amigo azabache lo saca de su trance, obligándolo a mirarlo. Henry tenía una cara expresando su claro temor. Quiles también estaba asustado, sim embargo, no lo demostraba tanto como él.

— Ni idea donde estamos, Henry, pero hay que volver a nuestras casas. — Ambos asienten bastante seguros de sí mismos. Obvio que querían volver a sus hogares.

Empezaron a caminar muy lentamente por la calle. Era raro, nunca habían estado aquí en sus vidas, no al menos que ellos recordaran. La gente no paraba de mirarlos raro, otros los miraban mal, de forma fea.

Henry miraba a todos lados perdido, atemorizado, intimidado, etc. Puras emociones negativas, la verdad. Él era el miedoso del dúo.

Mientras Quiles también miraba, no, no, él observaba. Analizaba cada rincón, cada grieta en el piso, la apariencia de cada local y lo que comerciaban; el cielo, sus nubes, el clima -hacía menos frío que en el callejón, pero no les molestaría estar tan abrigados como la gente que veían-; la vestimenta, características físicas y su comporte. Eran demasiado... rectos, a su parecer. Henry y él iban desarreglados, curvados y no caminaban como ellos. Las mujeres ponían un pie frente al otro al caminar, movían levemente sus caderas y balanceaban sus brazos al caminar, algunas estaban abrazadas de, el rubio supone, su marido.

— ¿Y dónde...? — Henry, nuevamente, lo saca de su trance, ni siquiera lo deja terminar de hablar.

— Creo que ya sé qué está sucediendo, Ry. — La mirada del rubio solo causa más desesperación en el azabache.

Definitivamente estaban en problemas.

hOLA handkwkwk BIENVENIDXS AL CAP DOS DE MULTIVERSE IIIIIII al fin JAJSJAJA

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hOLA handkwkwk BIENVENIDXS AL CAP DOS DE MULTIVERSE IIIIIII al fin JAJSJAJA.

en fin, me gusta mucho hfbdksk. perdón porque es re corto krkej.

¿parte fav?

¿parte menos fav?

espero que estén teniendo lindo día/tarde/noche. ♡

love, L.

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