QUINCE: "NO TODO ES SIEMPRE COMO LO DESEAMOS"

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Los tres salieron de la sección prohibida y se dirigieron nuevamente a la mesa en la que anteriormente estaban. Newton se sentó al lado de Quiles y Henry en frente de él. Los tres estaban bastante nerviosos, incluso algo sudorosos. Los dos muggles se miraron entre sí, como si pudieran hablar por telepatía. Creyeron que se entendían, pero, oh vaya que estaban equivocados. Henry estaba nervioso pero de una forma buena, porque quizás habían encontrado el camino de vuelta a casa. Mientras que Quiles estaba aterrorizado, es decir, él sí quería volver a casa, allí estaban su familia, su mejor amigo quería volver, allí estaba su vida completa. Pero por alguna razón, se sentía a gusto aquí, como si hubiera vivido toda su vida lejos de su hogar y ha finalmente vuelto.

El platinado abrió el libro nuevamente, en eso sintió al castaño acercarse más a él, eso lo puso mucho más nervioso. Tragó saliva intentando deshacerse del nudo de su garganta y suspiró, pensando que eso auydaría a que sus mejillas vuelvan a su color natural.

— No entiendo la letra. — Susurra con el ceño fruncido, para después girar la cabeza  y enfrentarse al rostro de Newt. Oh no, no sus hermosas pecas y perfectos pómulos, sus labios resecos y gruesos. Oh no, oh no, oh no.

El rizado le da una mirada de reojo algo rápida, antes de pedirle permiso y sacarle el libro de sus manos con sumo cuidado. Quiles no dejó de mirarlo mientras todo esto pasaba, y ahora que el castaño debía leer el manuscrito, era una perfecta excusa para mirarlo detalladamente y apreciarlo como la verdadera belleza que era.

El azabache se levanta y se pone al otro lado de Newt, haciendo que este quede en medio de los dos jóvenes. El rizado lee unos segundos para él antes de hacerlo en voz alta.

— "Antes de leer este libro, te recomiendo que estés solo, no se saben as consecuencias que puede llegar a tener." — El rizado se gira a mirar a los dos jóvenes y enseguida se levantan.

Caminan a paso rápido para salir de la inmensa biblioteca en busca de algún lugar privado. Los dos muggles más que nada seguían al mago, ya que él era el único que tenía idea de la estructura del colegio y sus lugares.

— Hay un lugar, solamente espero que siga. — Susurra el castaño, saliendo al gran patio.

Los dos chicos miraban a su alrededor atónitos y, para ser honestos, algo asustados. El colegio Hogwarts era definitivamente aterrador en la oscuridad. Aún así, el platinado estaba emocionado por esto, su sueño frustrado era haber tenido la oportunidad de estudiar en una institución mágica.

— Por aquí, síganme. — El rizado les llama la atención mientras se mete en un pasillo, más angostos que los del colegio, pero que aún se podía pasar con comodidad.

Entonces es cuando al platinado le hace un click el cerebro. Estaban yendo al lugar secreto de Newt de cuando estudiaba ahí.

Suben unas pocas escaleras y vaya que el lugar era pequeño, apenas entraban los tres ahora como adultos. Quizás si fueran niños entrarían mejor. Habían un par de cajas de maderas apiladas, mucho polvo tanto por encima de estas como en el piso de madera oscura, la luz entraba por una mediana ventana la cual tenía barras de metal, que daba hacia fuera del colegio, se podía ver el bosque desde ahí. Hermoso. También había unos dos o tres baúles también, Quiles se preguntó por un segundo que habrá ahí pero no le dio mucha importancia cuando el castaño habló.

— Aquí pasaba la mayoría de mí tiempo cuando estudiaba en Hogwarts. Cuidaba a mis criaturas y a mí mismo. Se puede decir que no encajaba muy bien. — El de saco azul suspira, mirando el lugar con nostalgia, recordando aquellas tardes que se refugiaba en este pequeño cuarto, asilándose de los demás alumnos. — Bueno, a lo que vinimos.

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