𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓾𝓷𝓸

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"𝑼𝒏𝒂 𝒄𝒂𝒅𝒆𝒏𝒂 𝒕𝒂𝒏 𝒈𝒓𝒂𝒏𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒂"

La noche estaba cayendo, el frío y la humedad invadieron el bosque haciéndole más terrorífico de lo que ya parecía a simple vista

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La noche estaba cayendo, el frío y la humedad invadieron el bosque haciéndole más terrorífico de lo que ya parecía a simple vista. Ni un sonido, eso era lo extraño del bosque, ningún animal iba y venía, ni los árboles se movían por la brisa a comparación de su piel que se erizo por la ráfaga de viento.

Este bosque es sin dudar el más terrorífico de la tierra media. Pensó mientras sujetaba fuertemente sus muñecas.

Ya llegaba la hora.

Movió sus pies en un ligero trote para quizá lograr calentar sus piernas entumecidas por tal clima del bosque que más que bosquejo parecía páramo.

El plan es simple, igual que todas las noches, Rioh.

Paso 1: Entrar sigilosamente a la espesura del bosque.

Paso 2: Tener cuidado con las trampas, mucho cuidado.

Paso 3: Identificar un lirio azul.

Paso 4: Extraer cuántos pueda.

Paso 5: Volver al pueblo sin ser descubierta.

Y claro, no acercarme demasiado a la frontera de no ser necesario.

Un perfecto plan de cinco pasos. Ya lo había realizado días atrás, podía decir que incluso meses, aún cuando ya había llevado más de cincuenta lirios a la casa de su señora, ella seguía empeñada en conseguir más. Como quiera que sea, cada flor descontaba un 1% de su deuda, lo que significaba que con cada pétalo recogido quedaba cada vez más libre de de dicha mora, y finalmente sería libre en todo su esplendor. Esa idea le emocionaba y le hacía cosquillas en la nariz y la panza.

Sin embargo... Aún le quedaba un horrible sabor en la boca. Todo esto, por más que lo mirará desde distintas caras era absurdamente complicado y hasta ridículo. ¿Por qué conseguir tantos lirios? Y ¿Por qué específicamente del bosque más peligroso del mundo? Eso era algo que no le encajaba totalmente aunque no realizó pregunta alguna u objeción a su señora, después de todo no estaba en posición de llevar la contraria. Aún no.

Suspiró y detuvo su trote pequeño para ajustar su muñequera, también tiró de los cordones de su cinturilla de cuero y la ajustó aún más hacía su torso de manera que se sintiera más cómoda y segura. Se aseguró de tener junto a su cadera su bandolera de cuero desgastada y vieja y también de tener a mano sus dos dagas gemelas que había utilizado solo un par de veces. Asegurando todo dió un continúo respiro más profundo, abrió y cerro sus manos articulandolas y convenciendose de que necesitaba aquella planta, dió un paso segura, y luego otro y otro hasta pasar la frontera que separaba el bosque Negro del bosque común.

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⏰ Última actualización: Jul 29 ⏰

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