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—No hay un solo nombre de pueblo que pueda pronunciar —dijo SeokJin mientras miraba un recuadro del mapa de las tierras altas escocesas y de las Hébridas Interiores. Seguía pronunciando las Hébridas mal a propósito, y estaba volviendo loco a Jungkook.

Jungkook echó el brazo sobre los hombros de SeokJin, reclinándose en su silla. Tenía los pies apoyados en una maleta. Habían volado a Glasgow vía una infernal escala de dieciocho horas en Islandia, y ahora esperaban en reclamación de equipaje a que NamJoon y su cita se unieran a ellos. Estaban un poco por detrás del resto de la familia Jeon, que había decidido aceptar la oferta de Theodore Stanton de volar en su jet privado. SeokJin no había podido salir del trabajo a tiempo para hacerlo o Jungkook lo habría hecho.

—No hace falta pronunciarlo —dijo Jungkook—. Al parecer, los Stanton son dueños de toda la puta isla.

SeokJin sacudió la cabeza.

—Jet privado, isla privada, fuerza de seguridad privada. Estoy empezando a pensar que SeHun está muy por encima de su cabeza.

Jungkook gruñó, y una sensación de inquietud revoloteó a través de él otra vez.

—Ojalá hubiera podido hablar con él un poco más antes de que saliera de Filadelfia. NamJoon se va a enojar porque no sé más de lo que está pasando.

SeokJin suspiró.

—No, en serio. NamJoon va a matarme.

 SeokJin se echó a reír.

—Quizá esta cita que traiga lo haga comportarse.

—O al menos le mantendrá distraído —murmuró Jungkook.

Unos minutos después, Jungkook vio a NamJoon abriéndose paso entre la multitud. Se levantó para ir a su encuentro, pero se detuvo en seco cuando reconoció al hombre que caminaba con NamJoon.

—¡Doc! —Gritó, y envolvió a Jimin en un abrazo cuando se acercaron—. ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

—Dijiste que trajera una cita y un arma —dijo NamJoon con una sonrisa torcida—. Así que traje una cita con un arma.

Jungkook rió y dio un paso para dar un abrazo a NamJoon también. SeokJin estrechó sus dos manos.

—¿Cómo fue el vuelo?

—El vuelo fue bueno. La seguridad dura —dijo Jimin.

Jungkook frunció el ceño. Si NamJoon y Jimin no habían podido traer sus armas, su viaje había sido inútil.

—¿Os han puesto problemas con el equipo?

 NamJoon sacudió la cabeza.

—No, no, no —dijo Jimin antes de que NamJoon pudiera responder—. Las armas, los cuchillos y las malditas gafas de visión nocturna o lo que sea que tuviera están ahí, esos permisos pasaron bien. Era a él a quien no dejaban pasar.

SeokJin se echó a reír a pesar de que obviamente no quería hacerlo.

—¿Por qué no?

—¿Cómo son las nuevas máquinas? Toman una foto cuando estás ahí, ¿verdad? — Dijo NamJoon, levantando los brazos por encima de la cabeza—. La puta metralla en mi muslo hace que parezca que tengo algo afilado en mi bolsillo. Seguían diciéndome que vaciara mis bolsillos, y yo estaba como, "¡No puedo!"

Jimin se echó a reír.

—Le hicieron bajar los pantalones. Se ganó silbidos.

—¡Tuyos! —gritó NamJoon.

Jimin se rio más fuerte. NamJoon puso los ojos en blanco mientras Jungkook y SeokJin se reían.

—De todas formas —dijo NamJoon—. ¿Cuánto tiempo tardaremos en llegar?

Bola&Cadena || #8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora