A la mierda la visita de Cecilia Bolocco, su alma estaba destrozada. No tenía tiempo de hacerse cargo de los asuntos de Don Armando con la presentadora chilena.
Cuando ella llegara simplemente la atendería y le diría que se fuera, que Don Armando tardaría más tiempo en llegar y que había pedido despedirla de la manera más cordial. Claramente no podía dejarlo de esta forma, cabe acalarar que Betty no tenía nada en contra de los homosexuales, simplemente no permitiría una doble canallada, una doble e incluso triple humillación.
Torturada en lo sentimental, en lo laboral y ahora incluso su dignidad y "poca cara" habían sido destrozadas en cuestión de unas cuantas cientas palabras en esa carta.
Armando Mendoza regresaba de la reunión con Claudia Elena Vásquez y los representantes de MacroTéxtil. Acababa de cerrar un negocio excelente, garantizando la cálidad de las telas e insumos y, cómo no, también la cálidad y el éxtio de la próxima colección.
Ahora mismo solamente quería hablar con Betty y contarle la excelente noticia para poder conversar sobre las siguientes proyecciones y rectificar los costos de producción. Además, Cecilia Bolocco estaba en su oficina, sería una lástima no hablar con esa belleza.Sin embargo, cuando llegó a su oficina la hermosa presentadora chilena ya se había marchado. Armando suspiró pesadamente, bueno, era una lástima... Aunque, había notado que Betty estaba algo... extraña, por no decir más.
Tan pronto se sentó en su silla, recibió una llamada desde Palm Beach; era Mario, quien necesitaba comunicarse urgentemente con él para hablar sobre la empresa, sobre Betty y... coquetear por un rato.
Armando Mendoza era sin duda un hombre reservado sobre esto, si bien era un matador y todo un Romeo cuando de mujeres se trataba, por alguna razón intercambiar ese tipo de miradas con su mejor amigo y confidente le hacia sentir un cosquillero frío recorrerlo por toda la espalda y un ligero sudor en las palmas de las manos. Por eso siempre aplastaba esa pelota anti-estrés, para calmar los nervios.- Armando Mendoza - Se escuchó por la línea, esa característica voz descarada y sarcástica.
- Mario - Armando contestó, sus dedos pasaban entre algunos papeles que estaban en su escritorio, su garganta cosquilleaba.
- Mi presidente, ¿Cómo estamos por allá? ¿Cómo va con... Betty? - Betty... por alguna razón decir o escuchar el nombre de esa pobre mujer le hacía sentir una punzada en el corazón. Armando no odiaba a Betty, la estimaba, la veía como un amigo más pero, también reconocía que se iría al infierno por esto.
- Todo va bien, Betty está en su oficina, no se preocupe. - ¿Oficina? Vaya hueco en el que estaba metida, ¿Siquiera eso podía ser llamado una "oficina"?
Aunque no podía verlo, Armando pudo notar claramente como Mario asintió despreocupadamente, aún así, bajó la voz dos tonos. - Bueno, escúcheme atentamente. En mi oficina le he dejado un paquetico en donde están todas las cosas que debe darle a Betty durante esta semana. Por favor, no deje que ella lo vea y no se le vaya a olvidar.
Armando miró al techo, odiaba cuando Mario le hablaba de esa manera, como si fuera un tonto con mala memoria. Igualmente asintió, bajando aún más su propia voz. - Sí, entiendo.
Mario dejó salir lo que aparentaba ser una carcajada, sus dedos jugaban con el cable del teléfono como una tonta enamorada. Así era él, le gustaba ser un tonto frente a Armando. - Oígame mi presidente, no se vaya a enamorar de Betty... mejor piense en mi cuando la bese o... recuerde mi voz cuando le haga el horror. - Bromeó pero, de todas maneras se escuchaba esa pizca de un temor incesante y una inseguridad gigante.
Armando suspiró, podía escuchar ese quebranteo en la voz del otro hombre, ¿enamorarse de Betty? No, jamás podría, no cuando no paraba de imaginar a un Mario Calderón destrozado. Ya le estaba haciendo daño a mucha gente, no quería lastimar a más personas, no quería lastimar al hombre al que ya le había jurado tanto. - Está bien.
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Dobles aclaraciones / Armando x Mario
FanfictionCuando la asistente de presidencia, Beatriz Aurora Pinzón Solano, recibe el paquete de la oficina de uno de sus jefes, Mario Calderón, decide revisar el contenido por la curiosidad que su amiga Sandra hizo despertar en ella, queda sorprendida, asqu...