Dreams [Rinney]

03

Robin abrió los ojos para ver aquel teléfono negro que no dejaba de distorsionarse.

- Joder, ¿quieres parar? - Dijo molesto, como si el teléfono le fuera a obedecer.

- ¿Parar el qué? - Esa voz tomó al chico por sorpresa, haciendo que se levantara al instante y retrocediera.

Al verlo, pensó al instante en comida.

- Tengo hambre, quiero comida. - Le dijo al mayor, más como una orden que como una petición.

- ¿Como están tus ojos? - Preguntó el Raptor ignorando lo dicho por el contrario.

- Mal. Me duelen.

- Bueno.. - El mayor se levantó. - no puedo traerte nada de comer asi que tendrás que esperar. - Caminó hacia la puerta.

- Si no has venido para traerme comida, ¿se puede saber por qué has venido? - Replicó con enfado.

- Solo para verte. - Esas palabras hicieron que Robin pasara de enfadado a perturbado. - Solo quería verte. - Y con esas palabras dichas como si estuviera a punto de llorar, el Raptor cerró la puerta y apagó las luces.

El momento en el que se fue, Robin logró reaccionar y asimilar finalmente las palabras de aquel hombre, haciendo que el chico retrocediera hasta chocar contra la pared a pesar de que el Raptor ya no se encontrara ahí con él.

Robin, asustado y tratando de calmar su respiración, metió su mano en su bolsillo, agarrando fuertemente la linterna en forma de nave espacial. Aquello fue un simple impulso, pensó que quizás agarrando ese pequeño objeto lo ayudaría a calmarse, un pensamiento bastante acertado ya que logró sentirse, aunque sea, un poco mejor.

📞•••

El teléfono sonando despertó a Robin.

- Joder, puta electricidad estática. - Se acomodó en el colchón esperando a que el teléfono dejara de sonar y tratar de dormir otra vez.

El teléfono no dejó de sonar por lo que Robin finalmente se levantó a descolgarlo.

- Mira electricidad estática, puedes irte bien a tomar por culo. - Desahogó su rabia como si el teléfono tuviera alguna culpa.

- Hey- Al escuchar una voz al otro lado del teléfono Robin colgó inmediatamente, retrocediendo unos cuantos pasos.

El teléfono volvió a sonar por lo que Robin volvió a acercarse a descolgarlo y a colgar rápidamente.

Volvió a sonar, solo que esta vez de una forma más intensa, haciendo que el chico cediera y contestara al teléfono.

- No cuelgues. - Dijo la voz al otro lado del teléfono.

- Vale pero, ¿quién eres y como me puedes llamar?

- No recuerdo mi nombre.

- ¿Qué? ¿Se puede saber como te has podido olvidar de tu propio nombre?

- Es lo primero que pierdes.

- ¿De que coño me estas hablando? ¿Lo primero que pierdes cuándo? - Robin parecía estar perdiendo la paciencia con aquella voz desconocida.

- Tu sabes cuando.

- Si lo supiera no te lo preguntaría.

La voz al otro lado del teléfono no contestó por lo que Robin suspiró.

- Vale, no sabes como te llamas. ¿Sabes al menos quien soy yo? Por algo habrás llamado.

- Nos conocimos una vez. Tu brazo es fuerte, deberías aprovecharlo. - A Robin le tomó unos segundos recordar.

- Oh, ¿eres el chino que me propuso jugar al béisbol? - Dijo sin pensar mucho en sus palabras.

Robin había ido a ver el partido de béisbol de Finney pero después del partido había un chico que no dejaba de quejarse sobre el lanzamiento de Finn y de que por su culpa su equipo perdió. Robin empezó a insultarlo y terminaron en una pelea la cual Robin ganó noqueando al chico con su brazo. Bruce, quien presenció la pelea, le dijo a Robin que su brazo era fuerte y que debería aprovecharlo en algo mejor como jugar al béisbol.

- ..¿Qué?

- Ah, perdón, era la única forma en la que podía saber a quién se refería Finn cuando hablaba de ti.

- ¿Finney?

- Si, él, me dijo que eras un gran jugador.

- Su brazo es impresionante. - Esa frase hizo que Robin se quedará unos segundos en silencio.

- Tío, ¿qué te pasa con los brazos? ¿Es un fetiche entre vosotros los chinos? - Soltó como si nada, Robin era un chico que definitivamente no tenía filtros.

Unos segundos de silencio después Arellano recordó el nombre del chico al otro lado del teléfono.

- ¡Ya me acuerdo! Te llamas Bruce Yamada, ¿no? - Dijo como si hubiera descubierto la cura del cáncer.

- Si, Bruce. Soy.. soy Bruce. Tu brazo es fuerte, deberías aprovecharlo.

- Vale.. Oye, ¿el teléfono también sonó cuando estabas aquí?

- Si, pero ninguno de nosotros lo escuchó, solo tú. El Raptor también lo escucha pero no quiere creerlo.

- ¿Y para qué llamas?

- Tu brazo es fuerte, deberías aprovecharlo. - Dijo por enésima vez aquella frase.

Robin no contestó, ya le estaba empezando a molestar que la persona al otro lado del teléfono sonara como un disco rayado repitiendo lo mismo una y otra vez.

- Oye. - Habló nuevamente Bruce.

- ¿Vas a decir que mi brazo es fuerte y que debería aprovecharlo? Si es eso, permíteme decirte que ya lo has dicho como otras mil veces más. - Soltó, harto de la obsesión de Bruce con su brazo.

Esa respuesta hizo que Bruce se pensara dos veces lo que iba a decir.

- Hay una parte del suelo del pasillo donde las baldosas están sueltas, excava hacia abajo. Yo lo intenté pero no tuve suficiente tiempo para excavar hasta el otro lado.

- Vale, retiro lo dicho, puedes hablar todo lo que quieras sobre mi brazo pero contéstame esto primero. ¿Yo tendré tiempo para excavar hasta el otro lado?

Bruce se quedó en silencio y se escuchó el teléfono colgar.

- ¿Hola? ¿Bruce? Joder, contéstame, ¿estás ahí?  - Al no recibir respuesta, colgó el teléfono. - Que cabrón, cuando me vuelva a llamar y empiece a hablar sobre mi brazo le pienso colgar. - Dijo Robin ofendido.

📞•••

Finney se despierta agitado por su sueño.

El sueño iba sobre la vida de Bruce, desde que era un bebé hasta cuando es secuestrado por el Raptor.

Después de lo que parecían recuerdos de la vida de Bruce se puede ver a Robin empujando una puerta negra de una casa de ladrillos rojizos mientras pide ayuda.

Finn se levanta de la cama, decidido a encontrar aquella casa de ladrillos rojos.

📞•••

Robin encuentra fácilmente las baldosas de las que hablaba Bruce y las rompe para seguidamente empezar a excavar. La tierra que saca del agujero la tira por el váter.

Mientras tanto Finn busca desesperadamente la casa que vió en su sueño pedaleando en su bicicleta.

Arellano, cansado de excavar, tapa el agujero con una de las alfombras que hay al lado del váter y vuelve al colchón a descansar.

Finney, muerto de frío en aquella oscura noche, decide volver a casa y tratar de soñar algo más detallado que le ayude a encontrar a su amigo.