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Robin, sentado en el sucio suelo, miraba fijamente el teléfono esperando una llamada de Bruce hasta que el sonido de la puerta abriéndose lo asustó. Se levantó y retrocedió inmediatamente, asustado de aquel hombre con máscara el cual en su última visita confesó que bajo solo a verle, algo que lo aterrorizó.

Cuando la puerta terminó de abrirse y Robin ya se encontraba con la espalda pegada a la pared, se pudo ver al Raptor con una bandeja de comida en las manos.

- Te traje el desayuno.

- Apuesto a que le has puesto algo. - Lo acusó Robin.

- Solo le puse.. - miró hacia el plato de comida y volvió a levantar la mirada. - sal y pimienta. - Terminó su oración y rió para después agacharse, centrando su vista en la bandeja y dejándola en el suelo.

- No me pienso comer esa mierda, seguro lleva.. droga o algo.

- Ahh, cómete la comida, no te la comas. - Volvió a mirar al menor. - Ya estás aquí abajo, ¿para qué querría drogarte?

Como respuesta de esa pregunta Robin pensó lo peor que se le pudiera ocurrir y le dieron aun menos ganas de comerse aquella comida.

Finalmente el Raptor se levantó y se fue, pero sin cerrar completamente la puerta, algo que Arellano notó al instante y caminó rápidamente hacia la puerta.

Cuando estaba a punto de abrirla, el teléfono sonó. Sin pensarlo dos veces, fue hacia el y contestó.

- No vayas arriba. - Dijo la voz al otro lado del teléfono.

- Vale pero, ¿ni siquiera vas a disculparte por haberme colgado, Bruce? Te iba a dejar hablar sobre mi brazo si llamabas para disculparte pero solo quieres impedirme escapar, ¿te gusto o algo? - Robin es una persona bastante recorosa por lo que no tardó ni un segundo en reclamarle a la persona al otro lado del teléfono haberle colgado pensado que era Bruce.

Unos segundos de silencio después la voz habló.

- ¿Quién es Bruce?

- ¿No eres Bruce? Pero si fue él el que me llamó antes.

- No conozco a ningún Bruce.

- El que juega al béisbol, ¿cómo no vas a conocer a Bruce? - Arellano estaba realmente confundido.

Yamada era un chico bastante conocido en aquel lugar por ser un hijo, un estudiante y un jugador de béisbol excelente. Era considerado un chico bastante perfecto ya que incluso era atractivo, ¿qué no tenía ese chico?

- Aquí no jugamos al béisbol.

- Vale, entonces.. ¿quién eres?

- No lo recuerdo.

- ¿Jugabas al fútbol o algo que sirva para saber quién eres?

- Repartía periódicos. - Confesó, siendo ese uno de los pocos recuerdos que le quedaban.

A Robin le tomó un tiempo pero logró recordar quién fue el chico desaparecido que repartía periódicos.

- Eres Billy, ¿no? Billy Showalter.

- Tal vez.

- Vale Billy, ¿por qué no puedo ir arriba?

- Es una trampa, te está esperando con ese.. maldito cinturón. - Lo último lo enfatizó con enfado. - No dijo que te pudieras ir así que, si lo intentas, te castigará pegándote con ese cinturón hasta que te desmayes. Y duele, duele muchísimo.. llorarás y le suplicarás que pare como todos lo hicimos, pero él no parará.

Se escuchó el sonido del teléfono colgar pero Robin ni siquiera se tomó el tiempo para quejarse de ello, simplemente colgó el teléfono y se sentó en el colchón mientras las palabras de aquel repartidor de periódicos daban vueltas y vueltas por su cabeza.

Dreams [Rinney]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora