CAPÍTULO 2

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1

IRINA
El golpe se produjo por chocar contra un pequeño muro.

Miro hacia afuera del vehículo y noto que la gente en la calle se ve interesada por acercarse y saber qué sucedió.

Qayoom grita que debemos salir del auto y apurarnos ya que, quienes mataron a Bashira, deben estar muy cerca.
Me obligo, en cuestión de segundos, a centrar mis ideas y actuar rápido. Vuelvo a la parte delantera del auto y tomo mi mochila para después salir del vehículo y abrir la puerta trasera.

—Debemos irnos, Lando, recoge tus cosas. —hablo por fin. Mis ojos ni siquiera pueden dirigirse a Bashira.

Lando ha dejado de gritar pero aun observa a nuestra joven amiga.
Sujeto con fuerza su brazo para intentar sacarlo del auto pero noto que aún sigue con el maldito cinturón de seguridad.

—¡No, Irina! ¡No! —grita intentando zafarse de mi agarre.— ¡No podemos dejarla aquí, tenemos que llevarla con nosotros! —agrega y por la forma en que lo dice sé que ha comprendido que está muerta.

—Lando, escúchame, no hay forma de sacarla de aquí. Tenemos que alejarnos y acudir a la policía. —trato de razonar con él.— Esa gente se acerca y vendrá a comprobar si ella está muerta.

—Por favor, Irina. —niega moviendo la cabeza de lado a lado y me observa casi llorando.

—Qayoom... —llamo su atención.— Ayúdame con él. —pido y el afgano se acerca. Juntos logramos destrabar su cinturón para después sujetarlo de los brazos y sacarlo del auto.

Una vez le ayudo a colocarse su mochilla, empezamos a caminar.
Mientras nos hacemos paso entre la gente, las personas nos miran y comentan.
Oyendo el frenazo de un auto, me hago la idea de quiénes son. Apurando el paso comenzamos a correr para alejarnos de esos hombres.

Corremos con cierta dificultad dado que Lando, a causa de lo sucedido, se mueve un poco errático y se tropieza varias veces por lo cual tenemos que tener cuidado con que no se caiga.

En la tercer cuadra visualizamos un taxi, le hacemos señas y luego de que se detiene, nos subimos y pedimos ser llevados rápido a una estación de policias.

2

Durante todo el recorrido no he podido dejar de mirar hacia atrás, al parecer no nos han seguido y eso me relaja un poco.
Otra cosa que me ayudó a calmarme fue el notar que ninguno de los tres, pese a los golpes y a los vidrios rotos, ha tenido heridas, al menos no visibles.

Al finalizar el recorrido y parar frente a la estación, me dirijo a Qayoom.

—Acompaña a Lando y cuenten lo sucedido. Yo iré al hotel y enviaré el material a mi jefe, ¿de acuerdo?

Él asiente y se ocupa de abrir la mochila que Lando tiene en su espalda para saca la cámara y entregármela.

—Aquí está su... su video. No lo olvides. —sus manos tiemblan un poco al darme el objeto.— Vuelve rápido, Irina. —pide.— Y ten mucho cuidado.

Qayoom se baja del taxi y ayuda a Lando a descender.
Mi amigo parece reaccionar cuando ve que no bajo.

—¿Qué haces? —interroga cuando cierro la puerta conmigo dentro.

Yo le cuento el plan de ir al hotel y el se acerca a intentar abril la puerta pero lo detengo con la voz.

—Iré sola.

—¡Claro que no! —se queja con tono elevado.— ¡Yo ya... ya estoy mejor! ¡Estoy calmado! —vuelve a acercar su mano a la puerta pero yo la sujeto con fuerza en caso de que intente abrirla.

EL PLACER DE HABERNOS CONOCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora