El Demonio viste de Gucci, aunque a veces se le antoja más usar Armani.
— ¿Sólo serán los dos?
— Sabes que normalmente yo ni siquiera iría, pero sí. Mañana sólo seremos los dos.
— Wow, ¿estás seguro que no quieres algo más de beber? — mi amiga señaló el vaso vacío frente a mí en la mesa — También hay cloro, si gustas.
— ¿Tan mala cara tengo?
— Izu, tu cara es horrible.
— Tan linda como siempre, Ochaco — no hacía falta denotar el sarcasmo en mi voz. — Me encanta poder contar contigo cuando más me siento como una mierda. Te lo agradezco.
— Oye, sólo digo que no te ves muy bien. Parece que prefieres morir antes que ir a Denver con.. con.. ¿cómo dices que se llama?
— Katsuki.
— ¡Ese! Dios, siempre se me olvida su nombre. Intento relacionarlo con algo para acordarme, pero de verdad que no puedo.
— Hazle como yo, relaciónalo con cara de idiota e hijo de papi. Seguro lo recuerdas enseguida.
— En serio te fastidia, ¿no?
— No te das una idea.
Katsuki Bakugō; hijo de la única dueña de M&F. Una marca de ropa tan cara como los diamantes que usa en las manos o los rubíes y el oro que lleva en el cuello. Un hombre guapo con la actitud más fea que he conocido en mi vida.
Katsuki es un hijo de papi, o bueno, de mami en este caso. Es mezquino y altivo, mandón y amargado.
A pesar de tener apenas mi edad, a veces parece un señor de ochenta años y otras se comporta como un pequeño niño de ocho. Es como si solo tuviera dos formas de ser; idiota y súperidiota.
1. Idiota: Anda con el ceño fruncido y la nariz arrugada, como si estuviera estreñido en permanente. Viendo a todas las personas a su alrededor como simples piezas de ajedrez estorbándole en el tablero.
2. Súperidiota: Es es como si nunca hubiera madurado y se hubiera quedado en la etapa de niño berrinchudo, queriendo ser el centro de atención 24/7 y sin sentido de la responsabilidad alguno teniendo ya veinticinco años.
Sí, un imbécil por donde se le mire, sólo que a veces un imbécil doble y otras un imbécil triple. Aunque sin dejar de ser mi jefe en todo momento.
Así es ¡Gracias Dios por hacerme el empleado del ogro de Katsuki Bakugō! Mi sueño siempre fue lamerle la suela de las zapatillas Armani a un idiota presumido para poder subsistir en la vida adulta.
— ¿Y por qué dices que irás tú? — la suave voz de Ochaco me sacó de esa horrible imagen mental mía besándole los asquerosos pies a mi jefe. — ¿No se supone que tu sólo te encargas de administrar sus papeles o algo así?
— Los de una pequeña sección de la empresa — me apresuré a corregir. — No soy su maldita secretaria para acomodarle sus citas en el salón de belleza o para avisarle cuando su novia venga de visita. Para eso está Setsuna.
— Bueno bueno, los papeles de la empresa o lo que sea.. ¿por qué tienes que ser tu quien lo acompañe?, creí que a estos viajes siempre iban él y la otra.
— Si, pero la señorita Ashido está fuera del país y no volverá hasta dentro de una semana.
Mina Ashido, la mejor amiga de Katsuki Bakugō. Una morena bellísima, que seguro de no tener uno de los mejores puestos en M&F siendo la segunda al mando junto a Katsuki en el estado, sin duda alguna sería una de las modelos más lindas y mejor pagadas en Seattle.
— ¿Y tu irás con él por qué...? — preguntó Ochaco.
La verdad era que yo tampoco sabía muy bien el por qué. Quiero decir, no era como que tuviera mucho sentido el que precisamente a mí me hubiera tocado ser el remplazo de la jefa en un viaje a Denver junto al otro jefe. Mi trabajo no era el de ser un maldito acompañante, así como tampoco me era común convivir tan cerca de los superiores, aunque bueno, en realidad existía una respuesta bastante clara y sencilla para aquello.
— Porque el imbécil de Shrek no quería ir solo a la firma de ese contrato y yo iba pasando cerca cuando estaba buscando a qué pobre alma arrastrar consigo.
— Wow. Que fuerte.
— Ni me digas. Apenas y pude hablar para aceptar, porque claro, oponerme definitivamente no era una opción. Si me negaba y Katsuki no estaba de humor, capaz y me despedía.
— ¿O sea que no puedes cancelar? — negué con la cabeza, cansado y molesto a partes iguales. — ¿Es forzoso que seas su perrito faldero cuando él quiera? ¿siquiera eso es legal?
— No soy abogado, Ochaco, pero si por el momento quiero seguir conservando mi empleo ahí, supongo que sí. Debo ser su perrito faldero, y uno muy obediente si se trata del señor todo se hace a mi manera.
Estaba agotado, resignado sobre la silla en la mesa de mi departamento esperando a que el cielo se abriera y de el comenzaran a caer estrellas de fuego y moscas muertas sobre los edificios de Washington, porque sí, eso parecía más realista que recibir una llamada del trabajo avisándome que no me preocupara, que mi jefe ya había encontrado a otro idiota que lo acompañara en mi lugar.
Me encontraba muy ocupado bombardeándome mentalmente con escenarios falsos de destrucción y fatalismo hasta que mi amiga una vez más me trajo de vuelta a la realidad.
— Ay, Izu — sonaba a que en serio sentía lástima por mí. Normal, hasta yo la sentía. — Pues ve el lado bueno. Al menos solo será un día. El Domingo ya estarás de regreso.
Sí, eso era cierto. Al menos sería un día y nada más. Dios no podía odiarme tanto como para sacrificarme por más tiempo a las garras de ese demonio vestido de Gucci y Versace.
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Piccolo slittamento [Pequeño desliz]
FanfictionKatsuki e Izuku. El jefe idiota y su empleado que lo odia en secreto. La dinámica de su relación es tan laboral como la empresa de Mitsuki Bakugō lo permite, al menos hasta que algo extraño sucede en un pequeño viaje de negocios al que por azares de...