Vida de señora despechada y chismosa, más chismosa que despechada en realidad.
Después de aguantar durante un buen rato a mis amigos con comentarios recalcando lo increíble que era trabajar en el mismo sitio que Katsuki Bakugō y lo afortunado que yo era por haber podido viajar junto a él, finalmente decidieron cambiar de tema, claro, no sin antes recordarme unas mil veces más lo guapo, amable y encantador que mi jefe les parecía.
Al llegar a nuestro apartamento los tres fuimos directamente a echarnos sobre la pequeña sala de estar para ponernos cómodos y poder platicar.
Tenía tiempo que mi compañera de piso y yo no veíamos a Kaminari. Los últimos días el rubio se le había pasado ocupadísimo con todo eso de los papeles de su casa y lo del trabajo. Al final pedimos sushi y estuvimos conversando mientras los rollos de pescado crudo bailaban con un regusto delicioso sobre nuestros paladares.
Duramos unas tres horas poniéndonos al corriente. Y no, los padres de Ochaco no vinieron de visita en ningún momento. Todo había sido una mentirilla piadosa que los dos idiotas a mi lado habían secundado para yo poder librarme de Katsuki en el aeropuerto. En fin, al menos me había funcionado.
A eso de las nueve, Denki se despidió después de una larga charla con Ochaco sobre no sé que de una serie con una nueva actriz de no sé donde.
En el piso únicamente quedamos mi amiga y yo.
Me encontraba concentrado en mis problemas, fregando los trastos que habíamos ocupado a la hora de la comida cuando un escalofrío me erizó la piel al escuchar cierta voz volver a tocar el tema que durante toda la tarde me había esmerado en evitar.
— ¿Cómo te fue con él? — no necesitaba verla para saber de quién me hablaba, aunque claro, igual me hice el desentendido.
— ¿Con quién? — ni siquiera me atreví a alzar la vista del lavabo. Podía sentirla claramente de pie en el marco de la cocina, cruzada de brazos y con esa expresión adusta y recelosa en su rostro.
Uraraka no titubeó.
— Con Katsuki — dijo, poniéndome súper tenso como esas cuerdas de guitarra. — No te has quejado sobre el viaje en todo el día cuando apenas ayer no dejabas de hablar de ello. Sin mencionar que estabas muy raro en el aeropuerto y estuviste evadiendo el tema cada que alguien lo sacaba.
— Ya. Pues todo bien.
— ¿Todo bien?
— Todo bien — me encogí de hombros. — Tan bien como pudieron salir las cosas.
Silencio. Sólo silencio.
Ochaco Uraraka era la persona en la que más confiaba en todo el mundo, era la persona a la que más amaba junto a mi madre y la única con la que había pasado los momentos más fuertes e intensos de mi vida. Sin embargo, no me sentía preparado para contarle lo que había hecho mientras estaba en Denver. Necesitaba mi espacio antes de soltarle una bomba como esa.
— ¿Y eso es todo? — la confusión en su tono era obvia y en cualquier otra ocasión le habría contado todos los detalles apenas hubiésemos quedado solos.
Me limité a asentir, aún sin atreverme a verla a la cara porque en serio odiaba mentirle, poniendo en cambio toda mi atención en el vaso enjabonado que mis dedos sostenían como si fuese la cosa más interesante que hubiese en el universo.
— Vale — masculló intentando sonar lo más tolerante posible, aceptando mi silencio como única respuesta. — Pues me queda claro que por ahora no, pero cuando tengas ganas de hablar, sabes que estaré ahí para escucharte.
Volví a asentir, esta vez con resignación.
Sí, no podía engañarla, mi amiga era quien más me conocía en el mundo entero, era quien más sabía sobre mí y sobre como tratar conmigo.
Le agradecí infinitamente por dentro al cambiar de tema sin presionarme ni hacerme sentir peor de lo que ya lo hacía por no contarle lo que había pasado.
Cuando acabé de lavar los trastos al final terminamos de nuevo sobre los sofás de la sala, ambos recostados viendo una de esas telenovelas llenas de drama que a veces pasan por esos canales de señoras despechadas y chismosas, aunque como no, ni siquiera le pude prestar atención a la infidelidad de Alma Maria García Reinoza Alvarado con José Alberto III Trejo Pérez. Mi cabeza ya estaba lo suficientemente ocupada con mis propios problemas, armándose su propia escena ficticia de tragicomedia sobre lo que pasaría mañana en mi trabajo. No necesitaba de telenovelas Mexicanas de dudosa procedencia para mantenerme entretenido, con mi propia vida me bastaba.
Mierda.
¿Cómo había arruinado todo en tan sólo una noche? No no, ni siquiera una noche completa ¡Unos quince minutos de pura curiosidad y calentura!
¡Es que debía ser un nuevo récord!
Después de estarme atormentado a mi mismo durante poco más de dos horas, terminé llegando a la misma conclusión de siempre cuando algo era demasiado para mí, decidiendo hacer lo único que no me era pesado en una situación como en la que me hallaba justo ahora. Así es, decidí ignorarlo, ignorarlo todo y dejarlo para mi yo del futuro. Sí, mejor que se preocupara él.
Ni modo, por el momento mi mierda tendría que esperar. Alma Maria y José Alberto me estresaban mucho menos que yo así que en definitiva el centrarme en sus problemas en lugar de los míos me parecía la opción más viable.
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Piccolo slittamento [Pequeño desliz]
FanficKatsuki e Izuku. El jefe idiota y su empleado que lo odia en secreto. La dinámica de su relación es tan laboral como la empresa de Mitsuki Bakugō lo permite, al menos hasta que algo extraño sucede en un pequeño viaje de negocios al que por azares de...