CEASE.

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MAFER.

Cuando era pequeña solo conocía una forma de ver el mundo y esa era la que mis padres me habían enseñado, estaba completamente arraigada a sus pensamientos antigüos al igual que machistas.
Eso cambio por completo cuando en mi catorceavo cumpleaños un correo llegó a mi email, este tenía venía con un link que al entrar te enviaba a un vídeo sobre el feminismo y la lucha contra la igualdad de genero.
Desde ese momento comencé a descubrir quien soy realmente, a explorar mis emociones, mi cuerpo, mis pensamientos, mis gustos.
Ahí fue donde decidí preocuparme por esa lucha; por la lucha de mi madre, por la lucha de mi amiga, por la lucha de mis compañeras, por tú lucha. Por nuestra lucha.

Diez años después me encuentro delante de un gran buffet de abogados y me enorgullece decir que eh llegado hasta aquí, gracias a mis propios méritos y a mi gran esfuerzo.
Tal vez no pueda cambiar por completo la manera de pensar de todo un país, pero ahora se que mi voz, será escuchada.

Con pasos firmes y con total seguridad camine hasta la puerta la cuál se abrió al estar delante de ella, pude sentir como el aire fresco chocaba contra mis acaloradas mejillas. Respiré profundamente y di el primer gran paso a mis sueños.

Tres meses después.

Llevaba ya tres meses y seis casos, de los cuales cuatro habían sido un completo éxito y dos seguían en proceso.

Yo era algo así como el “prodigio del buffet.”

Está tarde tenía permiso para salir temprano así que solo terminaba de guardar algunas cosas para por fin irme a casa y tener un merecido descanso junto al señor piglet.
Todo esto fue abruptamente interrumpido cuando el señor Abbott entro a mi oficina, su mirada era sería y sombría al igual que siempre.
Se paró delante de mi escritorio mirándome fijamente, pero eso no me intimidaba en lo absoluto así que solo lo mire de la misma forma y sonreí ampliamente.
Él sonrió, esperen. ¿Encerio sonrió?
En definitiva eso era algo que jamás había presenciado.

— Felicidades señorita Cameron, usted ah obtenido un reconocimiento por parte de directiva, así que hemos decidido enviarla a Universal Music Group, como su representante legal.

Estaba completamente feliz, aunque nada asombrada pues había hecho un gran esfuerzo porque me dieran planta en alguna empresa, ya que eso me ayudaría bastante con mi tesis.

— Es un placer para mí —sonrei— ¿Cuando debo presentarme?

— Usted terminará sus dos casos en curso, sin embargo deberá presentarse a Universal Music Group el lunes entrante —sobre mi escritorio dejo una carpeta— es tu contrató, revísalo y si estás de acuerdo, firma.

— Porsupuesto; gracias por la noticia.

Se que no había mostrado mucha emoción pero por dentro me moría, no solo era una gran empresa, si no que también me daría la oportunidad de conocer a algunos de mis artistas favoritos.

NARRADOR.

Lunes 7:00am.

Tras aquel imponente edificio tres apuestas colombianos se encontraban apunto de renovar contrató. Sin embargo esto no podía continuar ya que aún hacía falta uno de los integrantes.

Martín Vargas, quien ahora y gracias a una terrible resaca de la noche anterior se encontraba corriendo apresuradamente hacia el elevador.

Elevador en dónde únicamente se encontraba una joven, bien vestida, lista para su primer día; pero nada preparada para la gran sorpresa que el destino le había guardado.

Las puertas de aquel elevador estaban apunto de cerrarse sin embargo esto cambio cuando una mano se interpuso en medio de ellas, deteniendo las y reabriendo las.

La hermosa abogada miraba su celular en busca de algo que calmara sus nervios.
Estaba ansiosa de dar empezar.
Sus nervios aumentaban a cada segundo y esto solo empeoró al levantar su vista.

Viendo a quien pertenecia la mano de quién las puertas del elevador.

Era de él.

El baterista de su banda favorita.

De inmediato sus mejillas se ruborizaron, su respiración se aceleró y ella estaba a punto de tener un colapsó emocional.

— Lo siento, llegó tarde. Van a matarme.

Fue lo único que aquel joven pudo decir, miro a la chica quien ciertamente era atractiva, le sonrió y apretó el botón del octavo piso.

— ¿Que piso?

Mafer solo lo miró y asintió aún bastante sonrojada.

— ¿Si? —él rio suavemente— ¿Estás bien?

— Ocho, piso ocho.

Solo dijo eso, trataba de asimilar la situación, más que nada porque deseaba lanzarse hacia él para abrazarlo y jamás soltarlo, pero obviamente no podía hacer eso. ¿O sí?

— Vamos al mismo piso, aunque espero que a ti no se te haya hecho tardé.

Ella estaba a punto de contestar, cuando el elevador se detuvo abruptamente, las luces parpadearon, un ruido de golpeteo se escuchó  por encima del elevador.

Inconscientemente la chica se acercó al joven, pues eso no parecía nada bueno.

Cuando las luces se apagaron de golpe, ella lo abrazó, él también estaba ansioso. Encerio que lo matarían.

— Estamos encerrados —la chica se separó de él— perdón, esto es aterrador, el elevador se detuvo ¿Que vamos a hacer? ¿Y si alguien no sabe? ¿Cuánto tiempo estaremos aquí? ¿Y si me anda de la pis?

Ella hablaba inconscientemente, cosa que le causó bastante gracia a Martin, quien solo apretó el botón de ayuda y le sonrió.

— Tranquila, ya vendrán, solo trata de mantener la calma y de no perder el control.

— ¿Calma? ¿Control? —dijo exaltada— estoy atrapada en un elevador junto a Martin Vargas baterista de Morat, mi religión.

— Planteado de esa forma es gracioso —rio— así que frente a mí tengo a una ¿enamorata? —sonrio coquetamente.

— No hagas eso, me hiperventilo y quiero llorar —miro a otro lado, pues sus ojos comenzaban a humedecerse— no volveré a subir a este elevador.

— Es es una vaina estar encerrado junto a una linda chica, además es mi excusa ¡perfecta!

La chica rubia solo lo miró con algunas lágrimas en sus mejillas y el solo le sonrió y de pronto las el elevador retomo su rumbo.

— Te lo dije.

𝘾𝙐𝘼𝙉𝘿𝙊 𝙀𝙇 𝘼𝙈𝙊𝙍 𝙎𝙀 𝙀𝙎𝘾𝘼𝙋𝘼.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora