Los días siguientes fluyeron con una inexplicable tranquilidad, muy a pesar de los sucesos acontecidos. Cada uno de los hermanos se esforzaba a su manera para que el sacrificio de sus padres no fuera infructuoso.
Ayato se encerró en su oficina en lo que parecía una deliberación interminable consigo mismo sobre su plan de acción. Fueron horas que a Sumire le parecieron eternas y se preguntó si así sería a partir de ese momento. El muchacho apenas se preocupaba por comer, y de no ser por Thoma o Sumire hubiera pasado esos días sin consumir alimento alguno, demasiado ensimismado en su búsqueda de alternativas como para prestar atención a sus propias necesidades.
Ayaka por su parte intentaba asimilar la pérdida, retrayéndose en su habitación, mientras, de nuevo Thoma o Sumire, se encargaban de velar por su bienestar.
Por su parte, Sumire estaría mintiendo si dijera que estaba cansada, por el contrario, le gustaba ser de ayuda para los hermanos y se hallaba con plena seguridad al sentirse más útil de lo que jamás se había sentido, sin su padre respirándole en la nuca, ya muy lejos en la isla Watatsumi a ese punto. Incluso aunque "ser útil" significaba aprender a jugar al ajedrez con Ayaka.
Sumire observó con atención la ficha del rey en su lado del tablero, pensando que mientras más la mirara, este le daría la respuesta sobre en qué dirección moverla; al final, la desplazó en diagonal y supo que había perdido porque Ayaka le sonrió por primera vez en un largo periodo.
—Jaque mate.
Ya se estaba acostumbrando a perder a ese punto.
—Eres muy buena jugando, es la quinta vez hoy.
Y habían sido tantas veces porque Sumire siempre perdía muy rápido, suponía que ya ni siquiera era divertido para Ayaka, pero le demostraba lo contrario cada vez que la veía acomodando las piezas de nuevo para comenzar otra partida. Le alegraba que al menos pudiera distraer su mente un rato y salir un momento a tomar el sol, como solía hacer antes de que todo pasara.
—Gracias, Sumire.
Ayaka casi hacía su primer movimiento cuando Thoma se acercó a ellas desde la entrada de la residencia, bastante emocionado por lo que parecía.
—Sumire, el jefe quiere hablar contigo.
Tomada un poco desprevenida por la etiqueta de Thoma, Sumire reaccionó, se puso de pie y sintió que se caería con ese rápido movimiento, pero recobró la postura y se dirigió a dónde sabía que Ayato estaría, acompañada de Thoma quien la dejó en la puerta. Respiró profundo antes de abrirla.
Se encontró con Ayato, quién parecía recién salido de la ducha por el pelo húmedo, pero que aún se hallaba enterrado bajo una montaña de papeles y documentos. Sumire se acercó sigilosamente procurando no hacer ruido y cuando estuvo al fin a su lado le tocó el hombro haciendo que el muchacho se sobresaltara. Ella le sonrió, feliz de poder verlo bien después de esos días.
—Me alegra verte —declaró el joven y le hizo un gesto para que ella tomara asiento frente a él.
—Digo lo mismo —Sumire no borró la sonrisa de su boca mientras obedecía.
Ayato continuó garabateando unas firmas sobre unos documentos que desde su posición alcanzaba a leer pero no comprendía por lo complejo de los textos y lo rápido que él pasaba las páginas. Era como si hubiera hecho tal trabajo toda su vida. Una parte de ella se sorprendía por lo rápido que Ayato se logró adaptar a la situación, sin pestañear y sin perder un segundo para actuar, aún cuando sabía que desde su nacimiento había sido encarrilado para cuando llegara ese momento, no le restaba importancia.
—Ya hablé con Thoma y ahora quiero hablar contigo, es algo importante así que presta atención.
El muchacho detuvo su escritura y Sumire supo que se trataba de un asunto bastante delicado por la mirada que le dedicó: era miedo la única emoción que lograba identificar en sus ojos. Que Ayato sintiera miedo solo provocaba que ella compartiera la sensación, era impropio de él develar más emociones de la cuenta. Ella asintió y dejó que él continuara.
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Donde florecen los hibiscos | Kamisato Ayato
FanfictionAsagao Sumire es la hija de una pareja de sirvientes del clan Kamisato de la Comisión Yashiro y ha pasado su vida al lado del hijo mayor de la familia, Ayato, con quien ha creado un lazo más profundo que una simple amistad con el paso de los años en...