-De veras que esto viene de tu virilidad -dijo casi con asombro.
Se rio sin aliento.
-Sí, así es.
Ella se acercó a él, tocando ligeramente su hombro con la otra mano.
-¿Eso fue... placentero?
-Oh, sí -. Resopló, una sonrisa se extendió por su cara-. Mucho.
-Eres muy excitable -dijo ella en voz baja pero también un poco burlona, mientras limpiaba el semen de su mano en las sábanas.
-Eres muy excitante -respondió él con suavidad. Tomó su mano entre las suyas y le besó la frente suavemente-. ¿Ariel? -dijo después de que su respiración se hubiera calmado un poco-. ¿Me dejas intentar darte placer? Como lo hiciste conmigo.
Ella lo miró fijamente y luego asintió con la cabeza, insegura de su decisión pero aún dispuesta por alguna razón. Eric la hizo rodar sobre su espalda, así que ahora ella era la que estaba en la cama y él sentado a sus pies. Se acercó, luego vaciló por un segundo antes de tocar ligeramente su entrepierna, frotando sus pliegues húmedos suavemente pero sin entrar en ella. Los ojos de Ariel se abrieron de par en par y le agarró un hombro. Se le escapó un gemido. La mirada de Eric entonces se llenó de tanto dolor y pena que a ella casi le rompió el corazón sólo con verlo.
-Oh, Dios. Oh, Dios mío.
Eric rompió el contacto visual dejando que su cabeza cayera sobre sus senos, su cabello oscuro contra su pálido pecho.
-No te asustes -susurró roncamente, sacudiendo su cabeza, su pelo haciendo tictac en su piel-. Por favor, no te asustes-. Levantó la cabeza para mirarla de nuevo-. Esto te hará... se supone que te hace sentir bien. Lo juro. Lo juro por mi vida. Nunca jamás quise hacerte daño...-. Cerró los ojos y respiró hondo, controlando sus emociones antes de volver a mirarla-. Todo lo que tienes que decir es 'no', Ariel, y yo pararé, ¿está bien? Lo haré. De verdad, de verdad que lo haré. Será muy tierno y romántico. No entraré en ti con mi virilidad, lo prometo. No tienes que tener miedo.
Ariel dudó por un momento pero al instante volvió a asentir. Eric mantendría su palabra y ella sabía que sería así. Sólo esperaba que si llegaba a tal punto, ella tendría suficiente aliento para decirle "no". Eric asintió con la cabeza antes de empezar a acariciar su feminidad de nuevo. Sabía que tenía que tomarse esto con calma. No lo haría, no podía apresurarse. Con ese pensamiento en mente, bajó sus labios hasta su cuello y comenzó a besar y a mordisquear tiernamente su tersa piel, mientras iba bajando su mano y frotando su zona íntima. Ella estaba mojada y lista aunque no lo supiera, pero también muy tensa, rígida como una tabla. El tiempo pasó y ella comenzó a relajarse paulatinamente. Se estaba acostumbrando a que él explorase su femineidad. Lentamente, muy lentamente, metió un dedo en su interior. Un pequeño quejido escapó de sus labios cuando sintió que su dedo se deslizaba dentro de ella. Eric se detuvo ante el sonido para mirarla, sus ojos se llenaron de preocupación otra vez.
-¿Estás bien?
Todo lo que Ariel pudo hacer fue asentir conteniendo el aliento. Sus ojos se apretaron mientras trataba de calmarse, tratando de no entrar en pánico. Todavía sentía tan extraño tener algo dentro de ella, pero no le dolió esta vez... no todavía. De hecho... le dio un poco de cosquillas. Se mordió el labio para sofocar un gemido que casi se le escapa al recordar lo que había pasado antes. Todavía estaba tan asustada de que en cualquier momento el dolor punzante volviera, pero entonces abrió los ojos y miró a su esposo e instantáneamente supo que él honestamente no estaba tratando de hacerle daño. Eric vio la incertidumbre y el miedo de Ariel y sacó su dedo de ella, apoyando la mano ligeramente sobre su vientre.
-¿Segura que estás bien?-. No iba a seguir sin una respuesta concreta. No iba a permitirse malinterpretarla de nuevo-. No necesitamos hacer esto ahora.
Respiró profundamente y se tranquilizó.
-Sí, estoy bien. Puedes continuar.
Ese fue un sí definitivo, así que Eric bajó su mano otra vez, pero esta vez dejó que pasara por sobre su femineidad para acariciar sus piernas. Luego las yemas de sus dedos, lentamente, jugueteando, trazaron el camino hasta su entrepierna. Ariel gimió mientras ese extraño, pero también agradable hormigueo la atravesaba."Tienes unas piernas preciosas", le murmuró antes de mordisquearle el lóbulo de la oreja. Ella le sonrió y se giró para darle un beso en la mejilla. A continuación, la mano de él subió para descansar sobre el vientre de ella, rodeando pausadamente su ombligo con los dedos. Ariel sintió una emoción agitada dentro de ella. Esto era muy, muy diferente. Se dio con la sorpresa de que se estaba excitando, pero mientras su cuerpo sabía por qué, su mente no. Eric le acarició los pechos, su mano estaba aún caliente sobre su vientre antes de levantar la cabeza para mirarla. Apartó con sus dedos el mechón de cabello pelirrojo sobre su cara y acarició su mejilla con la misma tierna mano antes de llevar su boca a la de ella en un tierno beso.
-Mi amor.
Le sonrió y se le aceleró el corazón. De repente, Ariel se encontró con que le habían robado la voz al ver sus ojos bondadosos y cariñosos mirándola con tanto amor que se quedó sin aliento. Se sonrojó, su corazón palpitaba con fuerza. Podía olerlo. Su esencia. Sentir su cálido aliento en su piel. Sus delicadas caricias. Sus labios sobre los de ella otra vez. Cerró los ojos y se dejó llevar por su beso devotamente. Se desató la emoción. ¿Era esto lo que él quería decir? ¿Era este el comienzo del placer? ¿Era esto lo que también él sentía? Ahora, el hecho de estar cerca de él la emocionaba en lo más profundo de su ser. No podía explicarlo. Nunca quiso estar lejos de él. Moriría sin él. Oh, cómo deseaba que este momento, esta cercanía, esta conexión que sentía ahora durara para siempre. Escalofríos la recorrían por completo, pero se sentían bien. Tan bien. Levantó la mano, acunando su cabeza en sus brazos. Su cabello era tan suave. Sus besos comenzaron a bajar hasta su cuello, y luego hasta su pecho. Ni siquiera se dio cuenta cuando dejó que su dedo entrara de nuevo en ella o le importó cuando empezó a moverlo. Entonces la punta rozó su punto G. Ella gimió, sus manos volaron de su cabeza para enterrarse en las sábanas. El hormigueo la atravesó. Su espalda se arqueó, su cuerpo trató de enterrar el dedo de Eric más profundamente dentro de ella. Nunca había sentido nada como esto antes. Eric se echó hacia atrás, mirándola con preocupación. No entendía bien lo que sentía y seguía preocupado por asustarla o herirla de nuevo.
-¿Estás bien? -preguntó una vez que sus ojos pudieron volver a enfocarse en él.
Ariel trató de hablar, pero descubrió que no podía, así que simplemente asintió. Su pecho continuó agitándose con los últimos gemidos.
-¿Qué?... ¿Qué fue eso?
-No estoy seguro, pero, ¿se sintió bien?
-Sí... Oh, sí... Otra vez... Por favor...
Una sonrisa iluminó la cara de Eric.
-Con mucho gusto.
Y comenzó a besarla de nuevo. Hurgó un poco dentro de ella antes de poder masturbarla otra vez.
-Ahí... Justo ahí... ¡Ah! -. La respiración de Ariel se entrecortó de nuevo-. Oh... Oh, Eric... Ah-ah.
No pudo contener su voz. Su vientre empezó a contraerse mientras él metía y sacaba su dedo una y otra y otra vez. La presión parecía acumularse dentro mientras él lo hacía más rápido. Estaba jadeando, temblando con la sensación. Sacó las manos de las sábanas para agarrar sus fuertes y musculosos hombros. El placer siguió creciendo dentro de ella. Si no lo hubiera experimentado, nunca hubiera creído posible contener tantas sensaciones. Se siguieron acumulando y acumulando, llevándola a una gloria infinita, mientras él mantenía la velocidad. Continuó hasta que ella no pudo pensar, no pudo hablar y sintió llegar aún más lejos. Le metió otro dedo y la sensación de ser penetrada era demasiado buena. Gritó con delirio extremo. La electricidad parecía correr por su piel. Los escalofríos se estrellaron contra ella como olas; retrocediendo sólo para inmediatamente volver a arremeter. Entonces la tensión se rompió. El placer inundó su cuerpo. Sus ojos se abrieron de par en par con la intensidad. Se sentía caliente y húmeda por dentro... Se quedó ahí, tumbada, respirando con fuerza y dejando que ese maravilloso calor la envolviera. Eric sacó sus dedos deslizándolos, mientras Ariel se deleitaba con éxtasis. Él, a su vez, estaba feliz de haber podido darle el placer que se merecía, pero había una última cosa que deseaba de ella.
-Ariel, Ariel, ¿amor?
Sintió su mano acariciando su pelo y sus labios en su cuello.
-Dilo otra vez. Por favor, Ariel, di mi nombre así otra vez-. Abrió los ojos perezosamente; le sonrió y de repente Eric sintió que se derretía por dentro. La amaba tanto-. Eric -susurró ella-. Mi Eric. El hombre que amo.
Lo acercó hacia ella y lo besó apasionadamente, cogiéndolo totalmente desprevenido, pero aun así se encontró besándola con tanto deseo como ella a él. Fue corto pero intenso. Los dos se separaron sólo porque se dieron cuenta de que les faltaba el aliento. Ariel se rio por él ya sin aliento, una visión de felicidad. Eric se contagió de su risa y pronto rio también a carcajadas. Se movió para acostarse a su lado, con la cabeza apoyada en una mano para poder mirarla.
-O soy realmente bueno en esto -dijo el hombre con una sonrisa burlona dejando que una mano acariciara ociosamente la suave piel de su abdomen- lo cual es muy dudoso porque es la primera vez que intento algo así, o eres realmente muy, muy sensible, cariño.
Ella lo miró, con cierta confusión en sus ojos.
-¿Quieres decir que esto es nuevo para ti también?
-Más o menos... Sí.
Él la miró divertido.
-¿Qué? ¿Pensaste que el orgasmo se alcanza solo entre dos personas?
Ariel se ruborizó.
-No... Sólo pensé... En realidad, no sé lo que pensé...
Eric sonrió, tomando uno de sus senos.
-Ya no importa -se encogió de hombros frotando un dedo sobre su pezón-. Un pequeño cosquilleo de placer corrió a través de ella y se ruborizó más profundamente, su respiración se aceleró un poco. Su sonrisa se amplió-. Me alegro de que lo hayas disfrutado-. Se movió como si fuera a besar sus pechos pero Ariel se echó hacia atrás. La miró con incertidumbre-. Lo disfrutaste, ¿verdad?
-Sí -dijo ella extendiendo sus brazos para acariciar su mejilla y luego bajar su mano, enredando sus dedos en el oscuro vello de su pecho que lo diferenciaba de un sireno. Miró su pálida mano entre esos vellos rizados por un segundo antes de volver arriba para encontrarse con sus ojos de nuevo-. Sí, lo soy.
Ariel se acurrucó a su lado en la cama y luego volvió la espalda. Le tomó un brazo para que rodeara su cintura, procurando tener su mano, más pequeña, dentro de la de él. Cerró los ojos y suspiró satisfecha al sentir su cuerpo tibio junto al suyo. Estaba tan feliz de saber que se sentía segura entre sus brazos una vez más. Eric la abrazó más fuerte, protegiéndola y apoyó su cabeza en su cuello. Lo que no daría por haber complacido a su querida Ariel la primera vez que tuvieron sexo, aunque ahora ella volvía a confiar en él. Al menos sabía que él no quería hacerle daño. Los dos se quedaron acostados allí por un tiempo, contentos de estar cerca el uno del otro. Eric estaba divagando embelesado cuando sintió que Ariel se giraba en sus brazos para verlo.
-Uhm, ¿Eric?
-¿Sí, mi amor?
Le pidió que abriera sus dormidos ojos azules para mirarla. Ella paseaba suavemente un dedo por su esculpido torso y no se encontraba con su mirada.
-Si tú... Si quieres podemos intentar ser uno... Yo podría... Podría... ¿Podría intentar tenerte dentro de mí?
Eric parpadeó y luego sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta de lo que ella estaba diciendo. Ahora estaba bien despierto.
-Oh, Ariel, no tienes que...
Ella lo interrumpió, su voz se llenó de algo que él pensó que sonaba a desesperación.
-Quiero hacerlo. Quiero intentarlo. Quiero ver si puedo hacer esto.
Eric lo consideró durante un tiempo mientras ella seguía jugando con su pecho, y luego vio que su convicción era auténtica. Le tomó el mentón con una mano para que sus ojos se encuentren en una sola mirada.
-Esta vez lo haremos despacio, ¿está bien?
Ella asintió firmemente. Era obvio que estaba nerviosa, pero aun así decidida. Le dio una rápida sonrisa y un beso antes de colocarse encima de ella.
-No, espera-. Ariel puso la mano contra su pecho. Él la miró preocupado. ¿Lo había reconsiderado? Se ruborizó y miró hacia otro lado-. No quiero estar debajo de ti... Es demasiado sofocante... ¿Puedo estar encima?-. Eric dudó, pensando. Esa no era la forma convencional de hacer el amor. Ariel vio su indecisión y miró hacia abajo descorazonada-. Lo siento- susurró suavemente, con voz temblorosa.
-No, no, está bien -dijo él rápidamente al ver su angustia-. Lo que quieras, querida. Lo que necesites.
Mientras ella estuviera feliz, a él no le importaba... Además de que ya habían roto tantas reglas, ¿qué importaban unas pocas más? Eric se acostó de espaldas, no estaba seguro de cómo hacer esta posición pero aun así estaba dispuesto a intentarlo por ella.
-Uhm- se pasó una mano por el cabello-. Puede que me lleve un poco de tiempo estar listo ya que yo...
Se sonrojó y se dio cuenta de que ya estaba excitado sólo por el hecho de que Ariel le dijera que quería intentar hacer el amor con él.
-No importa -murmuró avergonzado.
Ariel pudo ver que Eric ya estaba duro. El hecho de que él estuviera listo no era un problema. Ahora todo lo que tenía que averiguar era cómo hacer entrar su virilidad dentro de ella. Se sentó cautelosamente a horcajadas en la cintura de su esposo, considerando cómo seguir después. Acarició su pene unas cuantas veces haciendo a Eric estremecerse antes de agarrarlo con la mano y levantar sus propias caderas para meterlo. Hizo un ademán al sentir la cabeza caliente de su pene frotándose contra su orificio húmedo. Tuvo que meter un dedo para saber exactamente dónde estaba la entrada de su vagina antes de encajar con el palpitante órgano masculino. Eric miró fijamente. Vio todo lo que Ariel estaba haciendo y le estaba poniendo muy, muy caliente. Se habría ofrecido a ayudar pero por alguna razón tenía la sensación de que tenía que hacer esto por sí misma. Ariel bajó sus caderas un poco y su entrada comenzó a desplegarse. Podía sentir la punta de él dentro de ella y tuvo que luchar para no sacarlo y salir corriendo. "Piensa en sus dedos", se dijo a sí misma severamente. El placer que le dio al tocar ahí. Respiró profundamente, reuniendo todo el valor. No importaba qué, no iba a parar hasta que él estuviera dentro de ella. Eric tuvo que morderse el labio para no moverse. Sabía que no podía, pero aun así era difícil resistir. Oh, qué caliente y lista estaba para él. Su aliento se aceleró cuando sintió que el calor de su vagina rozaba la punta de su pene. Sabía que no lo hacía a propósito, pero se sentía increíble... Sin previo aviso, Ariel bajó las caderas. Bufó sintiendo que él entraba en ella completamente, con lo cual no notó que Eric gritaba por el mismo placer. ¡Lo tenía tan grande! Con sus puños apretados y los ojos cerrados, Ariel entonces trató de moverse con él dentro de ella, pero era demasiado. Un pequeño grito como de desesperación salió de sus labios. Miró a su esposo, que la veía con tanta preocupación, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Ella lo amaba tanto, pero no podía hacer esto. Se le escapó una lágrima y ella miró hacia arriba tratando de ocultarla. ¿Y si nunca iba a poder hacer esto? ¿Y si nunca iba a poder tener hijos? Sus lágrimas bajaron por su mentón y cayeron en su pecho.
-Eric, no puedo. Lo siento, pero no puedo. La tienes demasiado grande. Es demasiado-. La voz de Ariel se quebró y tuvo que tragar saliva mucho antes de continuar-. Quiero tener hijos, Eric. Los quiero. De verdad que sí y quiero amarte. Pero no puedo hacer esto. No puedo... Tengo miedo...
Su voz se quebró de nuevo y cayó en sollozos. Eric se acercó a ella queriendo consolarla.
-Mi amor, por favor no llores... No pasa nada. Por favor, Ariel. Por favor no tengas miedo de mí...
-No -ella sacudió su cabeza-. No eres tú... Es sólo este acto... Es tan extraño. Demasiado extraño.
Eric la acurrucó en sus brazos, así que ella se apoyó sobre su pecho. Su pene seguía dentro, pero ella no se movió para tratar de sacarlo, así que él tampoco trató de hacerlo. La sostuvo en sus brazos mientras ella sollozaba débilmente, acariciando suavemente su pelo y su espalda para intentar calmarla.
-Está bien, cariño. Está bien. Sólo relájate-. Empezó a besarla mientras sus sollozos se detenían lentamente. Sus labios finalmente encontraron los suyos. Cuando sus lágrimas por fin cesaron, él preguntó-. ¿Cómo te sientes, mi amor? -dijo acariciando su cara con una mano suave-. ¿Todavía te duele?
Ella se acomodó encima de él mientras consideraba sus palabras. Luego lo miró y su mirada estaba un poco confusa.
-No... No me duele. Es sólo que... Me siento muy... llena por dentro.
-¿Quieres que me mueva? -preguntó él tímidamente.
Ariel dudó y luego asintió.
-Pero lento. Ten... ten cuidado... por favor.
Al detenerse, a Eric se le había comenzado a ablandar un poco, pero al oírla decir que estaba lista, inmediatamente se le puso dura de nuevo. Se inclinó hacia atrás, cerró los ojos y respiró lentamente. Le estaba costando todo su autocontrol para no empezar a embestir, pero no podía hacerlo. Prácticamente temblaba con el esfuerzo de contenerse, pero no podría vivir consigo mismo si la lastimaba de nuevo. Comenzó a menear sus caderas suavemente hacia ella. Ariel gimió y echó la cabeza hacia atrás mientras pequeños escalofríos de placer recorrían su cuerpo. Eric la miró con preocupación.
-¿Te duele?
-N-no... Es... Es... Oh -. Ella también se movió, empujando sus caderas hacia él como si le pidiera que se moviera un poco más-. Se siente... No puedo describirlo... Por favor, más... Por favor, no te detengas.
Él sonrió y volvió a meterlo con más confianza. Ella retorció su cuerpo mientras el placer la hacía estremecerse... Oh, esto era tan, tan diferente a la primera vez que él la había tomado.
-¿Voy bien? -preguntó Eric, estableciendo un ritmo suave y delicado.
-Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii- respiró Ariel-. ¡Más, por favor!
-Sólo recuerda que todo lo que tienes que decir es 'no' y me detendré. Te juro que lo haré, pase lo que pase.
Ella asintió con la cabeza, sin escuchar realmente sus palabras.
-Sólo dame más.
Eric aceleró el ritmo y, al alzar la mirada, descubrió el rostro de su esposa envuelto en llamas de pasión y placer. Ver su hermoso y sensual cuerpo retozando sobre él lo puso aún más cachondo. Agarró sus caderas y fue estableciendo un vaivén más rápido, pero aún suave. Ella estaba más suelta esta vez y definitivamente más mojada: el esperma de antes se mezclaba con su propia humedad interior creando un lubricante natural resbaladizo. Dulces sonidos afloraban de los labios de Ariel mientras se movía. Era casi demasiado para Eric. La posición era incómoda y limitante, pero al final Eric se admitió a sí mismo que eso era probablemente algo bueno porque evitaba que perdiera el control y la embistiera con toda su fuerza. Con todo, pensó que ella estaba lista y aceleró todavía más. Oh, estaba cerca. Tan cerca. Ariel no podía creer lo bien que esto la hacía sentir. Esta vez su vigor provocaba un éxtasis tan fuerte dentro de ella como la que tenía antes, pero más. Apenas podía soportarlo. De repente Eric no pudo más, levantó la espalda y la abrazó. Sus acometidas se volvían más frenéticas y más fuertes, pero a ella no le importó. Se sentía bien. Abrazó el cuerpo de su esposo para aferrarse más mientras él embestía. Podía sentirlo jadear en su cuello, besarla bruscamente, su torso rozando sus pechos, sus caderas empujando contra ella, el sonido de sus carnes golpeando y como siempre ese dulce éxtasis creciendo dentro de ella... Eric se puso tenso de repente y arremetió con fuerza dentro de ella. Un grito estrangulado se le escapó mientras se venía. La sensación de que disparaba su calor dentro de ella llevó a Ariel al clímax. Echó la cabeza hacia atrás y gritó mientras el placer la inundaba. Los dos cayeron a la cama todavía abrazados mientras murmullos de furor resonaban a través de sus labios. Jadeaban el uno contra el otro, temblando de agotamiento y placer. Finalmente Eric de alguna manera encontró la fuerza para deslizarse de entre los pliegues de su vagina. Ariel se acurrucó contra él y dejó escapar un suspiro de total satisfacción. Se sintió extrañamente satisfecha por el sexo. No era necesariamente un mal presentimiento, pero aún no había decidido si era realmente bueno o no... Al menos no le había dolido esta vez. Felizmente, Ariel acarició el pecho de Eric.
-Eso –resopló- fue maravilloso.
Eric rio vagamente.
-Me alegro de que te haya gustado.
Ella suspiró de nuevo, apoyando su cabeza contra él y cerrando los ojos. No podía creer lo cansada que estaba.
-Me siento mucho mejor que antes.
-Bien -. Eric le besó la frente-. Estuviste grandiosa... Oh, Ariel -suspiró entonces un poco triste escondiendo su cara en su profundo cabello rojo-. Nunca quise hacerte daño. En realidad no lo hice.
Ella asintió, y luego lo miró con una pequeña sonrisa pícara en su cara.
-¿Crees que tendremos un hijo?
Él soltó una carcajada y la abrazó.
-Puedo soñar que sí.
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La noche de bodas de Ariel y Eric
Romance"Pueden saber lo que es amar, ya siempre el sol les va a acariciar, juntos al fin pueden vivir fuera del mar" Estas son las líneas finales con las que concluye La sirenita, si bien solo es el comienzo de nuevas aventuras para nuestra querida pareja...